Crítica: Titanic II (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2010: Shane Van Dyke (Hayden Walsh), Marie Westbrook (Amy Maine), Bruce Davison (oficial James Maine), Brooke Burns (Dr. Kim Patterson), Michelle Glavan (Kelly Wade)

Director: Shane Van Dyke, Guión: Shane Van Dyke

Trama: En el centenario de la tragedia del Titanic, el millonario Hayden Walsh ha construido un segundo barco réplica del original y que cuenta con los mas modernos adelantos. A bordo se encuentra la enfermera Amy Maine, un viejo amor de Walsh y con quien se topa a cada rato. Mientras tanto el padre de Amy, el oficial James Maine del servicio de guardacostas, ha sido alertado de un enorme tsunami provocado por el desprendimiento de numerosos icebergs de gran tamaño en la costa de Groenlandia. Maine avisa al Titanic II de la gigantesca ola, pero errores de ingenieria del barco provocan fallos en los motores, y al enorme crucero le resulta imposible escapar de la trayectoria del tsunami. Tomando la responsabilidad de la vida de Amy en sus manos, Walsh hará lo imposible para salvar a la chica del inminente desastre.

Titanic II La culpa de todo la tiene Blockbuster.

The Asylum era un pequeño estudio que lanzaba títulos directos a video sin mucho éxito. Formada en 1997 por los ex Village Roadshow David Rimawi y Sherri Strain junto al director David Michael Latt, la productora venían a los tumbos comercialmente hablando hasta que un día Latt decidió despacharse con una versión propia de La Guerra de los Mundos. La idea era explotar el inminente lanzamiento de la película homónima de Steven Spielberg, amén de que la adaptación iba a salir barata ya que la obra de H.G. Wells había caído dentro del dominio público y no había que abonar derechos de autor. El tema es que la versión de The Asylum terminó resultando un sorpresivo gol de media cancha, sorprendiendo a propios y ajenos. La cadena Blockbuster les encargó 100.000 copias del film – muchísimo más que lo que vendía habitualmente el estudio – y las despachó a sus locales como aperitivo para aquellas personas que encontraban al título de Spielberg ya alquilado o agotado. El trío de socios tiró por la borda sus escrúpulos artísticos y comerciales, y se dedicaron a fabricar mockbusters (imitaciones de títulos de estudios major, de inminente estreno y gran expectativa) a mansalva. De ese modo explotaron indirectamente costosísimas campañas publicitarias y terminaron estampándole sus mediocres filmes a una gigantesca parva de desprevenidos y desesperados que vagaban por los videoclubes y eran incapaces de aguardar a que el título original se encontrara disponible.

Desde entonces The Asylum se ha convertido en una expendedora masiva de títulos de todas clases y colores, cuya única condición es que su título y temática resulte similar al éxito cinematográfico del momento. A La Guerra de los Mundos le siguió una larga lista de mockbusters como Transmorphers, El Tesoro Da Vinci o Alien vs Hunter, los que coincidían sospechosamente con las fechas de estreno de Transformers, El Codigo Da Vinci y Alien vs Depredador. En sí no son estrictamente imitaciones sino que suelen tener cierto carácter propio, aunque el nivel creativo y de producción es bastante pobre.

No soy muy amante de examinar estos clones serie B, pero le tengo cierta simpatía a The Asylum. Si uno lo compara con los bodrios que dispara The SciFi Channel, The Asylum es bastante más potable y vienen a ser los Ingmar Bergman del bajo presupuesto (aunque el 99% de sus filmes sigue distando de ser siquiera aceptables). La dirección suele ser bastante ágil, y cuando se mandan con algún disparate lo hacen a lo grande, con lo cual uno puede entretenerse sacándole el cuero al filme. Por contra el único que actúa como la gente es el protagonista principal – algún actor medianamente conocido, ya sea de segunda clase o caído en desgracia como C. Thomas Howell – y el resto del cast parece reclutado en La Salada un domingo a la mañana. Los FX son abismalmente desparejos y el desarrollo dramático deja mucho que desear.

Habiéndome enterado de la existencia de un filme con título tan bizarro como Titanic II, me resultaba imposible pasarlo por alto. Precisamente los valores de producción son los mencionados en el párrafo anterior. Está Bruce Davidson … y luego la nada. Aunque aquí figure el nieto de Dick Van Dyke como hombre orquesta – escribe, actúa, dirige – es incapaz de hacer algo medianamente potable en alguno de esos tres campos. Me sorprende que Shane Van Dyke tenga tanta carta blanca en el estudio, ya que es un tipo con antecedentes artísticos nulos, con la excepción de portar un apellido ilustre.

En sí, Titanic II no es taaan mala como parece. Es una película de cine catástrofe medianamente pasable, que podría haber pasado como una secuela no autorizada de La Aventura del Poseidón. No es que otra vez los mismos bol… vuelven a chocar contra el mismo iceberg en el mismo lugar 100 años despúes (perdón el francés!); ahora el iceberg viene haciendo surf (!) desde el polo norte y se los estampa en medio del Atlántico (está bien!!). Mientras Bruce Davidson está en vuelo y habla con oficiales y científicos, la película va ok y uno le podría perdonar los atroces efectos especiales – por cada toma ok, hay novecientas horribles; incluso el nombre del barco desaparece de una escena a la otra y, cuando va por el mar, el CGI parece hecho en una Commodore 64 – . El problema de Titanic II pasa por lo que ocurre dentro del barco – el culebrón de telenovela propio de los filmes de cine catástrofe – que es abominable. Ni Shane Van Dyke ni la fémina de turno son incapaces de actuar o entregar los parlamentos con la más minima convicción. Su viejo amorío revivido por la tragedia resulta insufrible, y los percances típicos del cine catástrofe – gente atrapada, dispositivos mal construidos o que no funcionan, etc – están pésimamente concebidos. Por ejemplo, en una secuencia el barco viene a toda velocidad (para escapar del Tsunami) y, cuando se rompen los motores, se frena en seco (wtf!!!??) cuando debería haber seguido con el impulso una parva de kilómetros más. Es obvio que ni el libretista ni el tipo que hace los FX tiene la más minima noción de Física básica.

Durante dos tercios del filme Titanic II viene a los tumbos; hace algo bien, un par de cosas mal y repite el ciclo. Al menos el filme es generoso en desastres y no abruma con el soporífero romance de los idiotas que lideran el elenco. Pero cuando al barco le llega su hora, el filme empieza a disparar una idiotez tras otra como si al libretista le hubieran puesto un revólver en la cabeza y lo hubieran apurado a terminar la historia a como diera lugar. Las secuencias finales me hacen imaginar a Leonardo Di Caprio (del Titanic original) mezclado en escenas de El Abismo. Oh si, a esa altura los creativos estaban rifados e inventaban cualquier cosa para darle un cierre al filme.

Titanic II es una de esas cosas fuera de lo común que solo nosotros podemos ver. El resto de la gente – el espectador standard – seguramente querrá hacerle un enema con ácido sulfúrico al empleado del videoclub que le recomendó semejante bofe. A mi juicio no es tan espantosa y tiene su cuota de entretenimiento, aunque sea en un sentido bizarro.