Crítica: Los Otros (The Others) (2001)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA / España, 2001: Nicole Kidman (Grace), Fionnula Flanagan (Bertha Mills), Alakina Mann (Anne), James Bentley (Nicholas), Christopher Eccleston (Charles), Eric Sykes (Edmund Tuttle), Elaine Cassidy (Lydia)

Director / Guión / Música: Alejandro Amenabar

Trama: A fines de 1945, Grace y sus dos hijos – Anne y Nicholas – se mudan a una enorme mansión en la isla de Jersey. Mientras aguardan a que el padre de la familia regrese de la guerra, contratan a una pareja de ancianos sirvientes para atender la casa y los requerimientos especiales de los niños – afectados por una rara enfermedad, son extremadamente sensibles a la luz, y la misma puede matarlos -. Pero la estadía en la mansión comienza a transformarse en una pesadilla, en el momento que comienzan a sentir ruidos extraños en toda la casa. Anne dice haber visto a un niño, pero Grace cree que son mentiras de la niña. Pero la apertura sorpresiva de puertas, los extraños susurros, y el cambio de lugar de algunos objetos terminan por aterrorizar a Grace y sus hijos, quienes empezarán a descubrir lentamente la verdad que se esconde en la casa.

Los Otros Alejandro Amenabar es el director chileno residente en España que comenzó a tener un gran suceso a nivel internacional con sus filmes Tesis y Abre Tus Ojos. Especialmente con el último film captó la atención de Tom Cruise, el que terminó por producir y protagonizar la remake americana Vainilla Sky. En el mismo año – y deslumbrado por el talento de Amenabar – decidió financiar un proyecto americano al director chileno, el que terminaría por rodar este film como un vehículo para la (en ese entonces) Sra. Cruise, Nicole Kidman.

Los Otros es un gran filme. Es una muestra clara de cómo Hollywood se auto sepultado bajo toneladas de repeticiones y clisés, y que precisa capturar talento fresco fuera de Norteamérica – precisamente a directores extranjeros que viven rindiendo culto a la era clásica de los 50 y 60 -. La dirección de Amenabar es fresca y cargada de tensión, logrando hacer brincar a la platea sin necesidad de saturarlos de tripas, sangre y efectos especiales. Lo que hace es aggiornar los trucos de toda la escuela gótica de Roger Corman, la AIP, William Castle y Robert Wise. Bastan las penumbras, los sonidos extraños, los acontecimientos fuera de lugar para que el espectador quede al borde de la butaca.

El impacto de Los Otros – y que es lo que demuestra que es un gran film de horror – se basa en algo que Hollywood ha olvidado, y en general todo el género de terror ha sepultado, que son los temores primarios. El ser humano se aterroriza de lo desconocido, y uno de los terrores primordiales es la oscuridad. ¿Qué mejor premisa que tener a los chicos afectados por una extrema fotosensibilidad para mantener un clima nocturno permanente en una mansión enorme?. Esto es algo que Stephen King entendía muy bien – al principio de su carrera -; lo que asusta a un adulto es lo que nos daba terror desde chicos. Acá bastan con unas puertas que se cierran solas, objetos que cambian de lugar en segundos, sonidos extraños cuyo origen es imposible de develar … es suspenso mucho más efectivo que monstruos de pacotilla gritando estúpidamente.

Es un film que mama mucho de Poe – sin ir mas lejos, La Caída de la Mansión Usher -, de todo su terror gótico. Desde el vamos con el extraño comportamiento obsesivo de Grace, la extraña afección de los chicos, la rara conducta de los sirvientes … Todo está mal y es un caldo de cultivo para que se generen situaciones extrañas. Uno, en cierto punto, podría plantearse el tema en términos freudianos – si todo lo que sucede no es más que el comportamiento obsesivo y casi sicótico de Grace no haya disparado su imaginación febril -, pero el descubrimiento de algunos hechos – como el album de fotos de los muertos – son claros indicios de que hay sucesos sobrenaturales en dicha mansión. Es un clima muy bien logrado.

Donde quizás el filme termine por patinar un poco es sobre el final. Es un giro al estilo de El Sexto Sentido que resulta bastante efectivo, pero hay algo de impacto que se pierde, quizás porque el parlamento final de Grace resulte algo artificial. Resulta extraño que el personaje, de pronto, termine por encontrar sentido a todo lo que ha pasado. Todas las explicaciones dadas en esos cinco minutos finales suenan tramposas – en mayor o menor medida – pero, como decía Spielberg, si el director pudo mantener a la audiencia atada la mayoría del film, los minutos finales – por increíbles que parezcan – no terminan por hundir a la obra.