Crítica: El Coche Fantasma (Super Híbrido) (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Alemania, 2010: Shannon Beckner (Tilda), Oded Fehr (Ray), Ryan Kennedy (Bobby), Adrien Dorval (Gordy)

Director: Eric Valette, Guión: Benjamin Carr (como Neal Marshall Stevens)

Trama: En el depósito policial de Chicago se agolpan los coches que han sido chocados o se encuentran bajo embargo judicial. Uno de los últimos ingresos resulta ser un extraño auto negro, cuya patente o modelo se desconoce. Tilda, empleada del depósito, recibe la misión de clasificar el coche pero, al acercarse, el mismo se pone en marcha solo y comienza a atacarla. La muchacha logra llegar a la oficina administrativa – ubicada en el tercer subsuelo – pero su relato es objeto de burlas… hasta que la cabina resulta arrasada por el misterioso coche negro. Refugiándose en el foso de las escaleras, Tilda y sus compañeros comprenden que se encuentran atrapados y que el auto se encuentra entre ellos y la vía de salida, tres niveles más arriba. Pero lo más inquietante de todo es que nadie maneja el auto… y el mismo parece cambiar de apariencia cada vez que se le presenta la ocasión de atrapar a un incauto. Convencidos de que el coche es una especie de entidad sobrenatural, Tilda y los suyos deberán improvisar algún tipo de defensa mientras encuentran el modo de escapar del depósito… tarea que parece imposible, ya que el coche parece haber anticipado cada uno de sus movimientos, y se encuentra agazapado esperando la ocasión de atacarlos.

Super Hibrido Primero, los palos. Super Híbrido (o El Coche Fantasma, como se la tituló en algunos lugares) es una película estúpida. Pero estúpida con mayúsculas. La premisa no es ni por asomo remotamente defendible ante los ojos de nadie – un coche demonio que devora gente – y, lo que es peor, el libreto intenta racionalizarla. Cada vez que los personajes abren la boca para intentar explicar lo que ocurre en términos de lógica, terminan dando vergüenza ajena. Pero cuando todos estos tipos se callan y el director queda con las manos libres para hacer lo que su inspiración manda, El Coche Fantasma funciona. Y aún con toda la bobada que transpira su libreto, termina resultando sumamente satisfactoria.

Super Híbrido viene de la mano del director Eric Valette – responsable de One Missed Call (2008) – y del libretista Neal Marshall Stevens, el tipo que firmo el guión de la fallida remake de 13 Fantasmas (2001). Como puede verse toda esta gente quiso en algún momento hacer pié en Hollywood, les fué mal, y los sacaron de una patada en el tuje. Resulta obvio que Super Hybrid es una producción directa a video, en donde la mayor estrella es el avejentado Oded Fehr, el mismo de La Momia y la saga Resident Evil. Aún con semejantes antecedentes negativos, Super Hybrid es mejor a lo esperado, siempre y cuando uno no se tome en serio la premisa.

En sí, Super Híbrido bien podría ser la secuela no oficial de ese enorme (y olvidado) clásico de culto que es El Auto (1977). Prácticamente uno podría empardar el final post créditos de aquél filme con el inicio de éste, en donde veíamos unas misteriosas ruedas devorando kilómetros en las calles de una gran ciudad – y nos daban el indicio de que el auto había logrado sobrevivir a la trampa que le había tendido James Brolin y los suyos -. Acá lamentablemente no está el demoníaco Lincoln Continental modificado por George Barris, sino un vulgar Chevy Nova pintado de negro opaco. Aún cuando sea un coche demasiado corriente y carente de estilo, el malvado Nova tiene algo de inquietante ya que no refleja las luces – siquiera en sus ventanillas -. Es una entidad oscura que absorbe la luz, como si de un agujero negro se tratara.

Acá la variante es que el coche puede mutar y transformarse en una fabulosa Ferrari roja (o en el coche que sea), con lo cual ladronzuelos y maleantes de todo tipo – que quieren birlarsela – terminan atrapados en su interior como si fuera la trampa de una planta carnívora, y envueltos en una bruma negra que termina por disolverlos como si se trataran de jugos gástricos. Casi diría que es un concepto formidable y que de por sí solo hubiera merecido un filme para explorarlo – mas allá de si es estúpido o o no que un auto se alimente de cristianos en vez de combustible -. La macana es que la producción carecía de presupuesto para rodar en exteriores, con lo cual decidieron armar un escenario con dos o tres decorados. Es que el coche, en medio de una de sus fugas, resulta atropellado por una 4×4. Vaya uno a saber por qué, el demonio tan infalible y lleno de artimañas no sabe leer una luz roja, con lo cual termina chocado y en trayectoria directa al depósito policial, en donde tendrá lugar el resto del filme.

Lo que sigue es también un híbrido: una cruza entre un buen director y un horrendo guionista. Los personajes son detestables – bah, son empleados públicos y se llevan a las patadas entre ellos, comenzando por el aborrecible jefe que encarna Oded Fehr -, y los diálogos van de lo tolerable a lo horrible. Fehr es el que lleva la peor parte, ya que se despacha con frases poco felices en los momentos más desafortunados. De él es la idea de que la gente del depósito se transforme en un grupo de caza e intente atrapar al coche mutante para hacer dinero con él. Del mismo modo, el carecer de salidas de emergencia (o la estúpida anulación del único portón de escape) forma parte de su bagage de decisiones estúpidas. No es que el resto sea mucho más inteligente, pero al menos dice (y comete) menos imbecilidades que Fehr.

Lo que sigue es un juego del gato y el ratón en el enorme subsuelo del depósito policial. Los mecánicos del depósito montando trampas e intentando atraer al coche hacia ellas. Como el bicho muta, a veces uno se lleva un chasco y cree estar al lado (o manejando!) un auto común y corriente. Así es como varios de los miembros del cast terminan siendo pasados a cuchillo por el Chevy caníbal, el cual parece tener un demonio bajo el capó.

Aún siendo un concepto estúpido (y plagado de personajes estúpidos) Super Híbrido se deja ver gracias a que el director Valette sabe crear un buen clima. El auto, cuando se decide a atacar, es impresionante. Verlo perseguir a la gente, abalanzarse contra las columnas para liquidar a la persona que se esconde detrás, o escuchar como se acerca a través de los túneles el rugido de su motor … porque viene a cazarte, resulta en un puñado de momentos deliciosos. Tal como ocurría con El Auto, la gracia está en los momentos de acción. Es una macana que la trama no esté a la altura del filme de Elliot Silverstein, simplemente porque los personajes se empecinan en explicar el fenómeno. Si la explicación va a ser idiota, simplemente cállesela y déjenos disfrutar con la ejecución de la obra.

Super Híbrido es recomendable para gente de mente abierta. No esperen ver una buena película, simplemente porque la historia tiene demasiados gaffes. Aún así, la ejecución es muy buena cuando llega la hora de la acción, y eso la califica como un pasatiempo válido, aunque quizás no sea uno muy saludable.