Crítica: The Street Fighter (1974)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japon, 1974: Sonny Chiba (Takuma Tsurugi), Goichi Yamada (Rakuda Zhang), Yutaka Nakajima (Sarai Chuayut), Tony Cetera (Abdul Jadot), Masafumi Suzuki (Kendo Masaoka), Masashi Ishibashi (Tateki Shikenbaru)

Director: Shigehiro Ozawa, Guión: Kôji Takada & Motohiro Torii

Trama: Takuma Tsurugi es un despiadado asesino a sueldo. A él le encanta destrozar a sus victimas con sus propias manos y por eso lo llaman el peleador callejero. Ahora le han encomendado la misión de secuestrar a la heredera de un imperio petrolero pero, al investigar un poco sobre sus empleadores, Tsurugi se da cuenta que la mafia de los Cinco Dragones está detrás de la operación y, por lo tanto, decide abrirse del operativo. Habiendo despertado la furia de los mafiosos, Tsurugi ofrece sus servicios a la casa Seibukan – quien protege a la heredera -, obteniendo aliados para pelear con los Yakuza… pero Tsurugi tiene su propia agenda y planea quedarse con los millones de la potentada, ya sea de una manera o de otra. Por otra parte, los Cinco Dragones han contratado a Junjo, un homicida que se la tiene jurada a Tsurugi por haber asesinado a su hermano y haber vendido a su hermana a una red de trata de blancas. Y con semejante coctel explosivo no pasa mucho tiempo antes que los cadáveres comiencen a acumularse, mientras Tsurugi se ensucia las manos con la sangre de los sicarios que han enviado a matarlo.

The Street Fighter (1974) En un ataque de sincericidio, debo admitir que The Street Fighter el filme de culto que lanzó a la fama a Sonny Chiba – no me terminó de gustar. Aún los filmes más bizarros y disparatados deben establecer y seguir sus propias reglas, y The Street Fighter parece decidido a no seguir ninguna. Es un cóctel de excesos que uno va festejando hasta la media hora final, en donde la historia se descarrila y llega a un final trunco y poco convincente. Sin dudas es divertida, pero creo que sobre el último tramo se las apaña para arruinar las expectativas que habia estado creando durante los 60 minutos iniciales.

En sí, The Street Fighter es una bolsa de gatos. Como protagonista está Sonny Chiba, un tipo que solía protagonizar horrendas películas de ciencia ficción en los años 60. Acá el tipo está pasado de músculos y ultramaquillado, lo que le da un look completamente animal que hace juego con el personaje que interpreta. Takuma Tsuguri es un amoral que sólo se deleita matando a sus oponentes con sus manos desnudas; como para que quede claro que es un villano, en los diez minutos iniciales mata a uno de sus empleadores – un muchacho que que quiere evitar que manden a la horca a su hermano – y vende a su hermana a una red de prostitución. Lindo pibe como para tenerlo de novio de la nena.

Lo que sigue es un carnaval de excesos. Muertes exageradas, sobreactuaciones tan salvajes que sólo sirven para soltar la carcajada, y una trama plagada de personajes amorales en donde resulta imposible tomar partido por alguno. Tsuguri es un tipo más malo que el diablo y, si decide unirse a los buenos a último momento, es porque se da cuenta que él solito no puede cargarse a toda la Yakuza. Pero en sus planes la traición y el robo están a la orden del día, y él no duda en esperar el final de la batalla con los mafiosos para apoderarse del botin y huir antes que alguien se dé cuenta. Debo admitir que el filme se pasa subiendo las apuestas todo el tiempo – hay un expeditivo asesino a sueldo que busca vengarse de Chiba con justa razón; aparece un trio de estrafalarios sicarios que no deja títere con cabeza; y hay una tonelada de traidores y gente vendida que no duda un segundo en conspirar para que la millonaria caiga en las manos de los Yakuza a cambio de una jugosa cantidad de dinero -, con lo cual uno se arma unas expectativas terribles… las cuales terminan por desinflarse a último momento. No sólo no se concreta como corresponde la merecida venganza del sicario que se salvó de la horca, sino que el protagonista comete algunas pifias imperdonables y sólo se salva porque el libreto no quiere que el personaje muera. Cuando lo atrapan cerca del río (o cuando agarran su coche con una grúa y lo lanzan por un puente), Tsuguri no fallece simplemente porque los productores se refregaban las manos planeando una tonelada de taquilleras secuelas.

Pero, por supuesto, lo más destacado de The Street Fighter son las peleas. Aunque tiene físico y le pone toda la mala onda, Sonny Chiba está a años luz de Bruce Lee; la dirección de cámaras hace lo mejor que puede para camuflar el hecho de que el quía es algo lento para revolear los puños. Igual esto se compensa con una tonelada de gargantas, ojos y genitales arrancados a mano limpia, aunque eso suena más bestial de lo que realmente figura en el filme – en un momento hay un bizarro plano en donde una cámara (con visión de rayos X) muestra cómo el puño de Chiba parte el cráneo de un matón en primerísimo plano -. En realidad lo mejor de la película es la amoralidad del protagonista, del cual uno puede esperar cualquier tipo de traición en cualquier momento. Pero aún así, con toda su energía y brutalidad, The Street Fighter no termina por ser una película redonda. La pelea del climax atenta contra las expectativas y culmina de manera tan abrupta que a uno le dan ganas de tirarle tomates podridos a la pantalla. ¿Lo rodaron así porque se les terminó la plata del rodaje, o porque no sabían cómo cerrar la historia?

Quizás la secuela responda las preguntas que acá quedaron pendientes o termine por pulir la fórmula; lo cierto es que acá hay premisas interesantes pero la realización es muy desprolija. Sin dudas debe haber pocos filmes tan brutales como éste, pero eso no es excusa para perdonar sus gruesas pifias narrativas.

LA SAGA DE THE STREET FIGHTER, CON SONNY CHIBA

The Street Fighter (1974) – Return of the Street Fighter (1974) – The Street Fighter’s Last Revenge (1974)