Crítica: Steve Jobs (2015)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 2015: Michael Fassbender (Steve Jobs), Kate Winslet (Joanna Hoffman), Seth Rogen (Steve Wozniak), Jeff Daniels (John Sculley)

Director: Danny Boyle, Guión: Aaron Sorkin, basado en el libro de Walter Isaacson

Trama: Tres momentos en la vida de la leyenda del mundo de la computación Steve Jobs: en 1984 cuando presenta la Macintosh al gran público; en 1988 con el lanzamiento de su nueva computadora Nextfabricada en solitario después de haber ser despedido de Apple -; y 1998, con el regreso de Jobs a Apple y la triunfal presentación de la iMac, la computadora que salvaría a la empresa de la bancarrota. Tres instantes que marcan su evolución profesional y personal, y que culminaría con el encumbramiento de Jobs como una de los mayores visionarios de la industria informática.

Bravo, brillante, brutal: ese es un buen resumen del accionar del protagonista en la biopic Steve Jobs (2015) Bravo, brillante, brutal: ese es un buen resumen del accionar del protagonista en la biopic Steve Jobs (2015)

Steve Jobs (2015) Yo soy un convencido de que la inmensa mayoría de los genios son tipos chiflados. No es que la fama los volvió así, sino que precisamente esa faceta de su personalidad – amoral, intempestiva, obsesiva, intolerante – es lo que los volvió perfeccionistas y por ello tuvieron éxito en lo suyo. Se podría llenar bibliotecas enteras de casos de idolos populares – desde actores a científicos – que son una basura en su casa, con su familia y/o con sus colegas de trabajo. Llámese Peter Sellers – con sus excesos privados y su falta de personalidad -, Tom Cruise – con sus religiones de procedencia dudosa y accionar prepotente – o Stephen Hawking con sus romances mal habidos a pesar de su condición fisica y despreciando a quienes lo quisieron desde siempre. Ello ha dejado un tendal de victimas, sean divorcios, hijos envueltos en la droga y fallecidos a edad temprana, libros escándalosos sobre sus vidas privadas, bochornosos repartos de herencia, e injusticias de todo tipo y color, los cuales terminan empañando el registro histórico de un prohombre admirado por todo el mundo. Y es que ellos poseen una visión del mundo que no admite prisioneros, siendo los primeros en caer aquellos que supieron ser sus afectos y, desde luego, todo el circulo cercano que ha tolerado sus desmanes en el pico de su éxito.

Ello es lo que se desprende de Steve Jobs, el último filme de Danny Boyle, y que trata sobre el visionario que fundó la empresa de la manzanita. Este no es un tibio y lavado melodrama hecho a las apuradas (y con el fin de no ofender a nadie, como la insulsa jOBS con Ashton Kutcher en el papel principal), sino que posee un libreto que no escatima meter el cuchillo en las partes mas dolorosas de la legendaria figura del fundador de Apple. Jobs no era un tipo fácil sino mas bien un cretino intragable, el cual tenía una formidable visión del mundo de los negocios y, en especial, de la informática. Quizás no haya escrito una línea de código ni haya diseñado un miserable circuito pero, rayos, el tipo podía preveer hacia donde iría el camino de la informática con 20 años de anticipación, y lo hacía con una precisión formidable. Un iluminado en todo sentido y un tipo cuyo trabajo es de admirar, mas allá de que en su vida personal haya sido tipo completamente detestable.

El filme de Danny Boyle se ocupa precisamente de analizar esa dicotomía entre visionario de la industria, líder carismático de su empresa, despiadado hombre de negocios y arrogante intelectual que trata con mano de hierro a quienes no comparten su perspectiva de la realidad. Siguiendo una estructura muy teatral a lo Birdmanla cámara sigue todo el tiempo a Jobs y su gente detrás de bambalinas (siempre en visperas de un inminente lanzamiento), mientras el tipo enfrenta conflictos de toda clase y se despacha a sus anchas con medio mundo -, toma tres momentos claves de la vida del protagonista – el lanzamiento de Macintosh; su intento independiente al construir la computadora educativa Next; su regreso triunfal a Apple y el lanzamiento de la iMac, la máquina que salvó a la corporación de una segura quiebra – y los utiliza como prisma para retratar su relación con las computadoras, con sus socios y compañeros de trabajo y, fundamentalmente, con su ex amante con la cual tuvo una hija y cuya presencia poco a poco empieza a hacer mella en su dura caparazón – emocional e intelectual – que lo aisla del resto de la gente.

Honestamente, Steve Jobs no sirve demasiado como drama realista sobre la vida del fundador de Apple, sino que parece una construcción intelectual armada para ilustrar la dualidad de genio / demonio que posee semejante figura histórica. El primer acto descolla por el despiadado empecinamiento de Jobs en negar la paternidad de Lisa – la nena que tuvo con su novia de secundario -, lo que va desde un absurdo análisis estadístico de cómo millones de tipos con un ADN parecido al suyo podrían haber sido los potenciales padres de su niña hasta un desgarrador discurso en donde le explica a una nena de cinco años que una de las computadoras que él fabrica – la Apple Lisa – no se llama así por ella sino porque “un grupo de técnicos le puso una sigla que justo coincide con tu nombre”. Es un instante tan cruel como vicioso, el momento en que los sueños de una niña son hechos pomada por culpa del comportamiento repelente de un adulto que tiene un serio trauma con el tema de la paternidad – a final de cuentas Jobs fue adoptado, aunque en el primer intento fue devuelto a su madre biológica al mes de haber obtenido la guarda -. Mas problemas como esos asoman en el transcurso del filme, especialmente cuando descubre cuál ha sido su padre biológico… pero evita contactarlo por el simple hecho de que no quiere que le pida dinero o eventualmente lo chantajee. Tanto la paternidad como el dinero figuran como temas esenciales para semejante personaje, los cuales terminan provocando los mas serios cortocircuitos con la gente que lo rodea. El primer acto es realmente amargo y sólo cierra con un tibio lazo surgido espontáneamente entre padre e hija, al ver que la nena es tan inteligente como él y se da maña para operar – por si sola – la Macintosh que estaba a punto de presentar al público esa misma noche.

En general los tres actos manifiestan estructuras parecidas: son lanzamientos, en todos se habla de dinero y poder, pasan los mismos personajes y chocan por las mismas cosas con Jobs, y el tipo lentamente va evolucionando en su relación con Lisa (la cual no deja de ser artificial en vista de la manifiesta personalidad combativa del personaje). Lo que termina por deslumbrar a Jobs es la inteligencia (heredada) de la chica, lo que lo va acercando a la nena poco a poco.

Este es un filme de travellings largos y mucho chisporroteo verbal. Michael Fassbender no se ve ni parecido a Steve Jobs, pero ni bien abre la boca y empieza a moverse, el tipo se camufla y a uno no le quedan dudas de que se trata del prohombre de Apple. La otra que descolla – y que seguro debería obtener una nominación al Oscar – es Kate Winslet como la sufrida jefa de prensa que trabaja a sus órdenes. La Winslet es la única que lo desafía, le sigue el tranco y le marca los limites morales, actuando como la voz de la conciencia que – por persistencia – obtiene algunas escasas (pero importantes) victorias en el proceso de humanización del protagonista. El resto del elenco es muy bueno – hasta Seth Rogen sobresale como el sufrido Steve Wozniak, ex socio y amigo de toda la vida de Jobs -, teniendo su chance de chispear en un embate verbal de alto calibre con Fassbender.

Es posible que los diálogos vayan muy rápido, y el calibre de las discusiones sobrepasen al espectador medio – desde referencias culturales (como “la Compañia de Teléfonos”, aludiendo a El Analista del Presidente (1967)) a la catarata de verbotecnia digital – pero Steve Jobs es intensa y, aún en toda esa debacle al lado de un tipo tan brillante como horropilante, se da maña para emocionar en su tranco final. No sólo por el triunfo del visionario sobre la fría óptica corporativa, sino por el tibio – pero creciente – reencuentro entre padre e hija. Desde ya, Stevie deja millones de muertos en el medio – el despótico maltrato a sus compañeros de diseño del Apple II; la falta de reconocimiento de los méritos de Wozniak; las respuestas cinicas al personaje de la Winslet (la cual es uno de sus mas fervientes soldados) – pero ese cándido intento de humanización (si bien fabricado por el libreto, ya que el Jobs real siguió siendo un prepotente de aquellos hasta el final de sus dias) tiene su efectividad y su mérito, y termina coronando una película impecable, plagada de performances formidables, diálogos inteligentes y situaciones apasionantes, en donde la calidad de la obra termina primando sobre la realidad histórica del personaje.