Crítica: Spriggan (1998)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japan, 1998: voces en inglés: Christopher Patton (Yu Ominae), Kevin Corn (Coronel MacDougall), Ted Pfister (Dr Meizel), Andy McAvin (Jean-Jacques Mondo), Kelly Manison (Miss Margaret)

Director: Hirotsugu Kawasaki, Guión: Hirotsugu Kawasaki & Yasutaka Ito, basado en el manga de Ryouji Minagawa & Hiroshi Takashige

Trama: Yu Ominae pertenece a la organización secreta ARCAM, encargada de custodiar los tesoros sobrenaturales de la humanidad. A su vez Ominae es un muchacho con cualidades sobrehumanas y altamente entrenado en combate, por lo cual pertenece a una categoría de super agentes llamada Spriggans. Pero ahora Ominae ha recibido numerosas señales de que fuerzas enemigas intentan apoderarse del último hallazgo de ARCAM: la mítica Arca de Noé, descubierta en los glaciares del monte Ararat en Turquía. Ominae viaja al lugar, pero el ataque de una masiva fuerza paramilitar financiada por el Pentágono norteamericano termina por capturar la base y el muchacho resulta aprehendido. Ahora los militares – que han averiguado que el arca es un arma de origen alienígena – planean utilizar los superpoderes de la misma para desatar un segundo diluvio universal, inundando al planeta y aprovechando esta oportunidad para crear una nueva raza humana. Y Ominae es el único individuo capaz de detener la materialización de semejante complot.

Spriggan Hay películas que resultan un insulto a la inteligencia. Spriggan es una de ellas. Aquí hay una historia de fondo de enormes posibilidades, que resulta arruinada por un pésimo director y horrendo guionista. Hirotsugu Kawasaki no sabe lo que es la “curva de la credibilidad” (el tiempo que le lleva a un espectador digerir y aceptar una premisa disparatada) y, tal como la cocción de una delicada torta, el resultado final se puede arruinar si se apura o si se deja demasiado en el horno. Kawasaki manda un millón de grados en dos minutos y el producto resultante es prácticamente indigerible.

Esta es la adaptación de un manga publicado entre 1989 y 1996. La idea central es fascinante (algo que pispeamos en la saga de El Bibliotecario y que, con seguridad, se deben haber inspirado en el comic de Hiroshi Takashige), y es la existencia de tesoros legendarios con enorme poder sobrenatural, los cuales son protegidos por una organización secreta que libra guerras subterráneas contra facciones que intentan apoderarse de ellos. El problema es que la historia no se queda sólo con eso, sino que empieza a inundar la trama con todos los clichés habituales del manga y el animé – niños con superpoderes físicos y mentales; fantasías apocalípticas; profesores enigmáticos; villanos megalomaníacos que aspiran a ser Dios, etc, etc – y, lo que es peor en la versión fílmica, dispara todos estos datos juntos en menos de cinco minutos.

Lo cierto es que Spriggan viene mal barajada desde el arranque. El héroe es un cretino de aquellos. El guión no se calienta en explicar cómo el protagonista tiene superpoderes, ni qué son los Spriggans, ni por qué hay otra gente interesada en apoderarse del Arca. Tampoco explica por qué aparece un compañero de estudios de Yu con una bomba y una advertencia escrita sobre su cuerpo (no te acerques al Arca, porque será tu muerte!) … sólo para que el tipo vaya y haga exactamente lo contrario. A los cinco minutos está en Turquía y medio mundo quiere matarlo.

Hay momentos en que Spriggan parece una mala película animada de la DC Comics. Los protagonistas hablan dos minutos y viene media hora de balaceras y persecuciones. Ni siquiera lo que hablan en esos dos minutos resulta interesante. Lo más indignante es que esta gente se la pasa diciendo estupideces y haciéndose reproches mutuos, y nunca hablan nada del Arca, que es por lejos lo más interesante de toda la historia (aquí tiene un caracter de arma celestial seudo alienígena, similar al Arca de la Alianza de Los Cazadores del Arca Perdida). El villano muere de manera patética a los 40 minutos de iniciado el filme, pero por suerte hay un malvado de repuesto que resulta mucho más interesante. No es que haya nada demasiado original en él – es otro niño con super poderes telepáticos a lo Akira – pero, por lo menos, tiene la decencia de parecer interesado en la naturaleza del Arca de Noé y tiene un par de parlamentos muy buenos (quizás sean fruto de Katsuhiro Otomo, padre de Akira y que sabe bastante de escenarios apocalípticos y gente con delirio de Dios, y que aquí figura como consultor creativo). Lástima que no tiene todo el tiempo de pantalla que se merece.

Pero los problemas siguen con el climax. Aparecen personajes de la nada, o reviven caracteres que pensábamos que estaban muertos. Esta gente vive obsesionada en pelearse entre ellos, en vez de fascinarse con la naturaleza del Arca o sus increíbles poderes. El grand finale está estirado hasta la ridiculez. Dios mío, que manera tan espectacular de arruinar una buena historia.

Spriggan es indignante. Mal escrita y mal dirigida. Desde ya creo que el manga debe ser muy superior a este aborto cinematográfico, que se regodea en destrozar una buena premisa. A mi juício evítela; y, si desea verla, queda librado a su propio criterio, aunque no diga que no se lo advertí.