Crítica: 8 Minutos Antes de Morir (Source Code) (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Francia, 2011: Jake Gyllenhaal (Capitán Colter Stevens), Michelle Monaghan (Christina Warren), Vera Farmiga (Capitán Carol Goodwin), Jeffrey Wright (Dr Rutledge), Michael Arden (Derek Frost)

Director: Duncan Jones, Guión: Ben Ripley

Trama: El capitán Colter Stevens se despierta a bordo de un tren camino a Chicago. Pero al verse en el espejo ve el rostro de otra persona, y la documentación de la billetera afirma que él es Sean Fentress, profesor de historia. Mientras su compañera de asiento – y presunta novia – le habla, intenta recordar sobre cómo llegó allí… hasta que, en cuestión de instantes, explota una bomba que arrasa el tren y mata a todos sus ocupantes. Luego del impacto Stevens despierta en una cámara refrigerada que es monitoreada por la oficial Carol Goodwin. Allí la militar le dice que él es parte de un programa experimental de realidad virtual, el cual ha sido cargado con los datos de la memoria de una de las víctimas del tren y, como la cantidad de información recuperada es limitada, sólo dispone de 8 minutos para encontrar al responsable del atentado. Dado que los militares sospechan que el mismo terrorista volverá a atacar de manera inminente, Stevens se ve obligado a regresar una y otra vez al escenario de la explosión en el tren … aunque ha comenzado a descubrir indicios inquietantes de que tal vez nada de lo que esté sucediendo sea real.

8 Minutos Antes de Morir (Source Code) 8 Minutos Antes de Morir es el nuevo trabajo de Duncan Jones, el hijo de David Bowie que tuviera un espléndido debut con Moon (2009). Las buenas nuevas es que Jones ha vuelto a confirmarse como director de calidad, y se trata de uno de esos talentos que vale la pena seguir. Este es un thriller inteligente y prolijo, lo cual equivale a encontrar diamantes en el barro considerando los tiempos de pobreza creativa que últimamente dominan a Hollywood.

En sí, 8 Minutos Antes de Morir no deja de ser mas que una sofisticación de Hechizo del Tiempo (1993), sólo que ahora la premisa está tomada en serio y está salpicada con toques de Phillip K. Dick. Imaginen despertarse en el medio de una situación irremediable, sabiendo que dentro de 8 minutos va a explotar una bomba, y que uno deberá vivirla una y otra vez hasta que logre dar con el responsable del atentado. Por supuesto la trama avanza y comienza a sofisticarse con detalles inquietantes: en el sueño no somos nosotros mismos sino tomamos la personalidad de una de las víctimas del atentado; y a pesar de todo nuestro esfuerzo por desarmar la bomba, descubrir al culpable o intentar advertir a las victimas, la explosión ocurre de manera inevitable.

Lo que al principio parece onírico – ser otra persona; estar atrapado en un bucle temporal imposible de alterar, en donde los eventos ocurren y se reinician de cero de manera automática – pronto se revela como algo mas standard y propio de la sci fi: el protagonista está corriendo una simulación de realidad virtual basada en los recuerdos de los últimos 8 minutos de vida de una de las víctimas del atentado. La situación ha sido real – la bomba explotó hoy a la mañana -, y ha sido recreada hasta el más minimo detalle en una computadora a la cual estamos conectados. Por supuesto el mismo argumento termina por caer en una falacia – de que el pasajero fallecido es poco menos que Dios, ya que sus recuerdos son tan completos que es posible simular cualquier cosa que ocurriera en cualquier parte del mundo en el momento de la explosión como, por ejemplo, lo que sucedía fuera del tren -, pero eso es lo de menos. El tema es encontrar al terrorista en menos de 8 minutos, caso contrario habrá que vivir nuestra propia muerte una y otra vez.

Cuando el filme devela que se trata de una simulación, 8 Minutos Antes de Morir entra en carriles más standard y, de algún modo, permite anticipar el giro de tuerca final del guión – al menos los espectadores experimentados pueden preverlo desde leguas de distancia -. Esto termina por diluir el impacto del climax sin que uno deje de reconocer que toda la obra está construida de manera inteligente. Lo que uno podría reprochar, en cambio, es que los operadores militares del proyecto están escritos como clichés inflexibles. Aún conociendo las circunstancias en las que opera Jake Gyllenhaal, a estos científicos le tendrían que haber dado unas nociones tipo Sicología 101 como para tratar – y especialmente, guiar – a los sujetos con los cuales están experimentando. Dar órdenes a alguien y tratarlo como si fuera un robot es chocante, y es el primer indicio de que las cosas no son lo que aparentan.

Ciertamente la revelación final, cuando uno la analiza en detalle, termina siendo una pavada – ¿el mundo virtual de la simulación en realidad es un mundo paralelo y conectado al real? -, pero el resto del filme es sólido, prolijo e inteligente. Revelar más datos es arruinar la experiencia y, a mi juicio, 8 Minutos Antes de Morir es un filme que merece verse.