Crítica: Society (1989)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1989: Billy Warlock (Billy Whitney), Devin Devasquez (Clarisa Carlyn), Ben Slack (Dr Cleveland), Evan Richards (Milo), Patrice Jennings (Jenny Whitney), Charles Lucia (Jim Whitney), Connie Danese (Nan Whitney)

Director: Brian Yuzna, Guión: Rick Fry & Woody Keith

Trama: Billy Whitney es un adolescente que pertenece a una familia de alta alcurnia. Pero la fortuna sólo sirve para atormentar a Billy, quien está convencido que en su familia todos lo ignoran y que nada es lo que parece. La paranoia de Billy parece ir en aumento cuando se encuentra con el ex novio de su hermana, quien ha grabado clandestinamente unas cintas de audio que registran las supuestas orgías que mantienen sus padres y su hermana con otros miembros de la alta sociedad. Intentando probar que sus temores son ciertos, Billy acude a su psiquiatra con la cinta… pero el contenido resulta ser completamente diferente al que había escuchado. Y las cosas se salen de control cuando sus propios padres deciden internarlo en una institución mental. Sin embargo Billy logra escapar y regresa furtivamente a su casa… sólo para descubrir una realidad mucho más aterradora que el peor de sus miedos. Y es que sus padres – y el resto de los miembros de la alta sociedad – forman parte de una raza de seres mutantes, los cuales asimilan carnalmente a los desposeídos para mantenerse jóvenes y vitales.

Society Es triste cuando uno anticipa con muchas expectativas una película – que todos catalogan como un título de culto de visión obligatoria – y después descubre que es una berretez monumental. Society es uno de esos filmes, un título que uno deseaba de todo corazón poder abrazar, pero cuya ejecución resulta tan desprolija que termina desmereciendo lo atrevido de su premisa. El problema con Society no es la escena monumentalmente bizarra del climax sino todo el resto, que se alterna entre lo mediocre y lo patético. En vez de hacer algo paranoico Brian Yuzna termina rodando una estupidez mal compaginada, plagada de malos actores y momentos ridículos. En todo caso a él le corresponden todas las culpas de pulverizar algo que podría ser subversivo y memorable.

Si uno analiza los ingredientes, Society (que vendría a ser el equivalente yanqui de Alta Sociedad) debería haber sido una película extremadamente paranoica. Chico de clase alta que se siente discriminado por su familia, y que empieza a recibir pistas de que su locura quizás no es tanta… o que, simplemente, se le están chafando los tornillos. Por ejemplo, la grabación clandestina de una reunión entre su hermana y sus padres, la cual parece desembocar en una masiva orgía incestuosa. Y cuando le entrega ese cassette al terapeuta, el cual lo reproduce… y contiene diálogos radicalmente diferentes a los que había escuchado. O cuando cree haber visto a un compañero de colegio degollado – el cual tenía información sobre lo que realmente pasa – y después el flaco aparece lo más campante en medio del concurso de debates. El problema con todo esto es que el filme jamás termina por decidirse qué es lo que quiere hacer con semejante historia, si ser una de conspiraciones a lo Sydney Pollack, o una sátira de comedietas estudiantiles del estilo de Porky’s. Los conspiradores sobreactúan de manera salvaje y se rien en los momentos más inapropiados, lo cual resulta violentamente chocante – no es un exceso de maldad o inteligencia sino de estupidez, ya que se supone que están manteniendo una fachada para enloquecer al pibe protagonista -. Por otra parte hay una cuota de pavadas importante – el muchacho es internado en un siquiatrico pero escapa en menos de cinco minutos por la puerta grande y sin que haya un maldito guardia de seguridad; hay una mujer grandota y catatónica que tiene como vicio arrancarle mechones de pelo a la gente que tiene al alcance de su mano – que a uno le hace crujir los dientes. Y, cuando llegamos al meollo de todo el asunto, toda esta gente sigue riéndose como idiotas, malgastando lo shockeante del momento. Oh si, los efectos especiales son impactantes – toda esta gente actúa como si fueran amebas humanas, que se fusionan e intercambian partes y fluidos para mantenerse vitales y jóvenes, sumiéndose en surrealistas orgías de carne y hueso -, pero las salidas estúpidas del libreto terminan matando el shock, y lo degenera en la auto parodia. En un momento uno de los asistentes a la orgía se entusiasma tanto con una de las victimas a absorber que termina haciéndole un salvaje fisting anal, el cual culmina con su puño saliendo por la garganta del pobre desgraciado. Otra que un tacto de próstata sin vaselina.

Society es un filme que pedía a gritos otros director que no fuera Brian Yuzna. Es cierto que el argumento es bizarro, pero podría haber ganado mucho mas efectividad con otro cineasta que se lo tomara en serio. Este es otro de esos casos de directores bananas, que quieren dejar pistas excesivamente alevosas de que todo esto le parece ridiculo, pero esa saturación de descargos termina por matar el espectáculo. Aquí hay un par de ideas subversivas e interesantes – que la alta sociedad se trata realmente de una raza de seres diferentes, los cuales absorben a los pobres para mantenerse frescos; véanlo como una especie de versión elitista de They Live! -, pero la pedestre dirección de Yuzna sólo se queda en el shock barato, el efectismo y la broma de mal gusto. Lo cual es una macana, ya que la premisa prometía mucho más de lo que termina por transmitir la ejecución… la cual deja demasiado que desear.