Crítica: Pecados Capitales (Se7en) (1995)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1995: Morgan Freeman (detective William Somerset), Brad Pitt (detective David Mills), Gwyneth Paltrow (Tracy Mills), Kevin Spacey (John Doe), R. Lee Ermey (capitán)

Director: David Fincher, Guión: Andrew Kevin Walker

Trama: Los detectives Somerset y Mills investigan el extraño homicidio de un enorme hombre obeso, quien fuera obligado a comer hasta que le explotara el estómago. Pero al poco tiempo, acuden a la escena de otro crimen en donde un abogado fue obligado a cortarse una libra de su propia carne y murió desangrado. Lo común en ambos homicidios es que el asesino ha escrito las palabras “Gula” y “Avaricia”. Pronto Somerset y Mills se darán cuenta que están tras la pista de un maníaco homicida que está cometiendo sus asesinatos según la lista de los pecados capitales.

Arlequín: Crítica: Pecados Capitales (Se7en) (1995)

El Silencio de los Inocentes (1991) fue el primer policial que trató seriamente de incursionar en la mente de un asesino serial (en lo que se llama sicología forense). Es un film algo sobrevalorado, donde posiblemente sea más fascinante el proceso de descubrimiento de los hábitos de Buffalo Bill que la sobreactuación de Anthony Hopkins como Hannibal Lecter. En Se7en, el género iniciado con el film de Jonathan Demme llegó a su estado de madurez. Y sin dudas Pecados Capitales es un film mucho más denso y mejor construído que El Silencio de los Inocentes.

Se7en posiblemente sea el film policial más influyente de los años 90. Disparó una larga lista de imitadores – 8mm, Resurrección, Copycat -, cuyos resultados bordean la mediocridad. El tema es que esas películas intentaron construir complicados thrillers con procesos policiales estandares salpicados de muertes exóticas. Vale decir, imitaron a Pecados Capitales en la superficie. Pero en realidad el film de David Fincher no es un policial o un film de horror. Uno no ve sangrientas muertes o hay un proceso investigativo que juegue con las expectativas de culpabilidad de una lista de sospechosos. En realidad Se7en es un film de debate sobre la paranoia del horror urbano. Los detectives Somerset y Mills no hacen más que recoger los pedazos, tal como reflexiona Morgan Freeman en un determinado momento. Asistimos al horror del rastro que deja el asesino, pero nunca lo vemos en acción. En realidad la película se divide en dos temas: la incursión a la mente del asesino y el debate sobre la decadencia de la sociedad urbana. Mientras que el primer punto está bien construído pero aún así tiene algo de standard – con algo de tiempo cualquier escritor puede elaborar a un asesino exótico -, lo que le da verdadero peso a Pecados Capitales es su segunda línea temática. La ciudad donde se cometen los asesinos es verdaderamente deprimente, y todos los exteriores respiran polución. Es una cosmópolis deteriorada moralmente, en donde los individuos viven en sus mundos partículares y reina la apatía. Tal como decía Sigourney Weaver en Copycat, el cuerpo social está enfermo y los asesinos seriales vienen a ser los tumores de dicha enfermedad; entre millones de individuos enajenados, castrados moral y emocionalmente, suele surgir alguno que decide ir un paso más allá y se transforma en asesino serial. El perfil que adopta Morgan Freeman es de una especie de detective zen, un individuo que ha creado una filosofía propia para poder mantenerse ajeno al horror que debe presenciar todos los días. No es difícil imaginar a Freeman y Pitt como cazadores de monstruos reales viviendo en un mundo de pesadilla.

Es un film de debate tanto en términos morales como intelectuales. Es también el triunfo de la postura del detective Somerset, quien piensa que un grupo de individuos no puede forzar el cambio de toda una sociedad. Hay un duelo de ingenio impecable entre los policías y el asesino, pero el mal termina por vencer simplemente porque es el símbolo de toda una sociedad corrupta – es la fuerza de la mayoría -. Al exponer su amargo final – defendido a muerte por David Fincher y Brad Pitt -, la película se transforma en un auténtico clásico, porque el clímax sólo representa la conclusión lógica de lo que está trazado como tragedia desde el principio. Sin dudas es un film fascinante.

Las performances son excelentes, en especial Morgan Freeman (cuyo perfil mantendría en el resto de los personajes de su carrera) y Gwyneth Paltrow. Paltrow logra robar sus escasas escenas, y eso le da una fuerza enorme al desenlace. Pero aquí nadie desentona y, por el contrario, el libreto les depara jugosos parlamentos. No hay personaje que no tenga una actitud claramente definida.

Pecados Capitales es una fabulosa muestra de horror sicológico, y una reflexión abierta acerca de la sociedad urbana en la que vivimos. Más allá de los hechos que narra, mantiene una postura de debate que plasma con excelencia. Y sin dudas es uno de nuestros filmes favoritos.

DAVID FINCHER

Alien 3 (1992) – Se7en, Pecados Capitales (1995) – El Juego de la Muerte (1997) – El Club de la Pelea (1999) La Habitación del Pánico (2002) – Zodiaco (2007) – El Curioso Caso de Benjamin Button (2008) – La Chica del Dragón Tatuado (2011) – Perdida (Gone Girl) (2014)