Crítica: Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Mexico, 1973: Santo, el enmascarado de plata (como él mismo), Blue Demon (como él mismo), Aldo Monti (Conde Drácula), Agustín Martínez Solares (Rufus Rex, el Hombre Lobo), Eugenia San Martín (Laura Cristaldi), Alfredo Wally Barrón (Eric), Jorge Mondragón (profesor Luis Cristaldi), Lissy Fields (Rosita), Carlos Suárez (Jefe de los Mafiosos), Nubia Marti (Lina)

Director: Miguel Delgado, Guión: Alfredo Salazar

Trama: Un anónimo con amenazas llega a la mansión de la familia Cristaldi. Lina Cristaldi es la novia del luchador de lucha libre mexicana El Santo, y decide pedirle ayuda. Reuniéndose con el jefe de la familia, el profesor Luis Cristaldi, éste le comenta al enmascarado que sus antepasados son quienes han vencido a Drácula y el Hombre Lobo, y que la venganza de éstos se encuentra próxima. Solicitando ayuda a su compañero de catch, Blue Demon, los luchadores montarán guardia en la mansión Cristaldi vigilando a la familia del profesor y a una poderosa daga mística que fuera la utilizada para abatir al vampiro y al licántropo. Pero el ambicioso criminal Eric decide raptar al profesor y utilizarlo en un sacrificio humano para revivir a las creaturas. Una vez recuperados sus cuerpos, el conde Drácula y el Hombre Lobo se dedicarán a masacrar a la familia Cristaldi, a menos que Santo y Blue Demon puedan impedirlo.

Santo y Blue Demon contra Dracula y el Hombre Lobo Si existe algún tipo de superhéroe al sur del Río Grande, ese sin dudas es Santo, el enmascarado de Plata. Su verdadero nombre era Rodolfo Guzmán Huerta; y este mexicano comenzó su carrera en la lucha libre a los 17 años allá por el año 1934. La lucha libre mexicana es derivada del wrestling americano, con la particularidad de que ha construído su propia mitología, creando bandos de buenos (técnicos) y malos (rudos) que funcionan como un espectáculo tanto para niños como para adultos. Es tan fuerte su influencia que incluso el wrestling yanqui se ha nutrido de sus ideas; y troupes similares han surgido en numerosos países (sin ir más lejos, la mítica troupe Titanes en el Ring de Martin Karadagian en Argentina es directa consecuencia de la lucha libre mexicana).

Guzmán Huerta era un luchador más en la troupe de Jesús Lomelí, hasta que a éste se le ocurrió relanzar a la misma de un modo estelar, creando diferentes caracterizaciones para los integrantes. La particularidad de estos personajes eran sus vestimentas plateadas. Así es como en 1942 surge Guzmán Huerta como El Santo. Con el tiempo, por estilo y personalidad, Santo se volvería el integrante más popular de la troupe.

Pero la historia que nos interesa comienza recién en los años 50, cuando el dibujante José Guadalupe Cruz comienza a desarrollar un comic sobre Santo. La popularidad de Guzmán Huerta se dispara, y no pasa mucho tiempo hasta que los productores de cine se le acerquen con una propuesta. A finales de los cincuenta, el enmascarado de plata filmaría Santo contra el Cerebro del Mal, y Santo contra los Hombres Infernales (terminada de rodar en Cuba un día antes del golpe de estado de Fidel Castro!). Y a partir de allí, desarrollaría una impresionante carrera con más de 50 películas y durante cuatro décadas hasta 1982 en que dejaría de filmar. Pero El Santo seguiría activo – aún con más de 60 años de edad – en la lucha libre, hasta su fallecimiento en 1984. Su hijo continuaría la tradición en la lucha libre y filmaría algunas películas, pero ya la moda de las películas de luchadores había pasado para los años 90. Pero sin dudas, con una mezcla de carisma y genio de negocios, Guzmán Huerta dejó una profunda marca en la historia mexicana, creó un imperio, y terminó por transformarse en un ícono integrante del folklore popular (la prueba está en que sus aventuras continúan, en forma de dibujos animados, en una producción reciente de Cartoon Network).

Tanto en los comics como en sus primeros filmes, Santo dejó de ser un luchador y pasó a transformarse en una suerte de superhéroe. Era tal el reconocimiento popular que Guzmán Huerta permanecía constantemente ataviado con su máscara plateada, por lo cual su rostro permaneció en el misterio (hasta que fuera develado en un programa de TV días antes de su muerte). El personaje se había fusionado con el luchador / actor en la vida real. Todas estas son muestras del status de leyenda que había obtenido con el paso de los años.

Y si en sus primeros años Santo combatía a mafiosos, con el tiempo terminaría por enfrentar a alienígenas, vampiros, seres infernales, y genios criminales de toda clase, color y tamaño. Precisamente como muestra de su vasta filmografía comentamos Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo.

En general el cine mexicano fantástico se caracteriza por lo bizarro de sus ideas. Es un inmenso pastiche multicolor adolescente. Han existido adaptaciones de obras clásicas como el Hombre Invisible, o intentos de crear una mitología autóctona de terror como, por ejemplo, las momias aztecas. Pero el 90% de su cine fantástico son creaciones delirantes con efectos especiales de pacotilla. Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo es un cabal ejemplo de ello; decorados de papel mache, murciélagos de plástico que ni siquiera baten las alas (y es ultra evidente el hilo que los sostiene), y FX propios de una producción amateur.

Lo más sorprendente del film es que se deja ver. Cuando obtuve la cinta, francamente esperaba lo peor. Juzgando por el personaje y por el título, era de esperar que la película apunte a un público infantil, por lo menos hasta que uno ve que los esbirros del mal desangran al profesor Cristaldi sobre los esqueletos de Dracula y el Hombre Lobo. Pero toda la filmografía de Santo se ha columpiado entre el espectáculo adolescente (con chicas ligeras de ropa y escenas sangrientas) y el cine para niños, y a veces mezclándolos rozando el mal gusto. A fin de cuentas no hay nada más parecido a un héroe real que un luchador de catch caracterizado con una máscara; lo usual es trasladar esa lucha de bandos (bien vs mal) fuera del ring a otros escenarios, donde el héroe tiene oportunidad de aplicar unas dolorosas llaves a despiadados seres infernales. Es expandir la moraleja y el mundo de justicia perfecta que ronda los cuadriláteros, como un ejemplo para los más chicos. Visto desde esa óptica, este film de Santo al menos no funciona, o si lo hace es de modo bizarro. Pensando en un público infantil, las escenas sangrientas (obviamente falsas pero impresionables para los más chicos) o las numerosas muertes en la cinta son cuestionables. Menciono esto porque el resto de la trama sí funciona como un film infantil.

Pero si como película para niños es dudosa, sin duda funciona mejor para los adolescentes. Las actrices se exhiben con breves minifaldas y sendos escotes. Los héroes son impolutos y los villanos (de cartón pintado) son deleznables. El terror no impresiona; y entre los efectos especiales, diálogos, y actuaciones, es lo más parecido a un episodio extendido de la serie Batman (1966) con algo más de picante. Santo y Blue Demon visten trajes de calle pero nunca abandonan sus máscaras; se mueven por todos lados con total naturalidad (manejando un convertible, por ejemplo – ¿a nadie se le ocurrió un Santomóvil? -) ajenos a lo ridículo de su estampa. Por momentos parecen una versión filmica del personaje de fotonovelas Killing (aquel que siempre estaba disfrazado como un esqueleto) donde nadie le da importancia a su apariencia extravagante.

La dirección es bastante buena. Hay un par de momentos pensados para hacer saltar al espectador (como cuando Eric sorprende al profesor en el armario), y el guión resulta bastante potable. Al menos los personajes hacen cosas bastante lógicas, dentro de lo ridículo de la trama. Pero en el aspecto en donde resulta más exitoso el filme es como comedia inintencional. Es tan bizarro el planteo de la historia, que el libreto se da el lujo de tomarse en solfa a sí mismo. Como cuando Blue Demon le dice a Santo: “sé que estás preocupado, porque nunca dices más de diez palabras juntas”; o cuando el conde Drácula le dice al Hombre Lobo: “debemos ampliar nuestras tropas; esta noche nos convertiremos en … cazadores de seres humanos!”. Dicho todo esto con una total impasibilidad, como si recitaran Shakespeare. Esto es Ed Wood a la mexicana.

Hay cosas que resultan evidentes en la película y que se desprenden después de analizar la filmografía de Santo. Una, es que con semejante ritmo de producción (varios filmes por año) a los libretos les suele faltar un golpe de horno. Aquí el guión mantiene las cosas en movimiento con tal de entretener, pero a final de cuentas Santo y Blue Demon son unos absolutos ineptos que no pueden evitar que casi toda la familia Cristaldi sea masacrada por el vampiro y el licántropo. Juegan a las cartas, al ajedrez, leen libros, mientras los villanos matan o secuestran a hombres, mujeres y niños. Los malvados cumplen con el 90% de la venganza prometida, y cuando al final son vencidos, la derrota es por los luchadores y no por la dichosa daga mistica que el guión se esfuerza en llamarnos la atención una y otra vez. Y Santo y su compañero se van como si nada de la escena, a pesar de que no pudieron detener ni la mitad de la ejecución del plan de los villanos.

Otra cosa a mencionar es que la voz de los luchadores debe ser terrible, ya que se encuentran doblados por conocidos actores del medio – Santo suena como la versión hispana de Mannix -. Expandiendo este punto, la performance actoral (?) de los luchadores es realmente tosca. A pesar del doblaje y de usar máscaras, son realmente malos actuando (en realidad, en esas circunstancias lo único que les queda es el lenguaje corporal); no hay mejora de post producción que realmente los haga dignos de mención. Y entre toda la chatura interpretativa, el que se lleva las palmas es Aldo Monti como el conde Drácula, que con una expresión absolutamente imperturbable es capaz de recitar las frases más ridículas del guión con una gracia terrible – uno desearía ver al personaje más tiempo en la pantalla, ya que es impagable ver a Monti actuando; es un émulo mejicano de Leslie Nielsen -.

Lo único que traba el desarrollo de la película son los inserts de lucha libre en el cuadrilátero. Con la presentación de Santo o de Blue Demon, hay varios largos y tediosos minutos de catch que no eran necesarios. Incluso después del climax del film, a modo de despedida se muestra una larga lucha de a cuatro contendientes que resulta totalmente gratuita. Pero aparte de eso, es un filme deliciosamente bizarro. El espectador se encuentra riendose a carcajadas en muchas escenas supuestamente serias. Mientras que la historia del guión no resulta tan mala o aburrida como es de suponer, la dirección de cámaras suele caer en errores garrafales, cuando no un presupuesto infimo que termina por generar unos valores de producción risibles – ataudes de madera balsa, máscaras de carnaval de hombre lobo, decorados que se mueven cuando se apoyan los actores, etc -. Y salvando las distancias temáticas, los filmes de Santo el Enmascarado de Plata terminan funcionando como inmensos espectáculos kitsch similares a las películas de Godzilla, sólo que con algo más de sangre (falsa).

SANTO, EL ENMASCARADO DE PLATA, Y OTROS WRESTLERS MEXICANOS

Otras películas de lucha libre mexicana comentadas en este portal: El Santo en Operación 67 (1967 – comentada en SSSM); Santo versus la Invasión de los Marcianos (1967); La Mujer Murciélago (1968); Las Luchadoras contra el Robot Asesino (1969); Santo Contra los Asesinos de Otros Mundos (1971); El Santo y Blue Demon contra Dracula y el Hombre Lobo (1973); Santo en el Aguila Real (1973); Chanoc y el Hijo del Santo Contra los Vampiros Asesinos (1981)