Crítica: Sangre de Vírgenes (1967)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Argentina, 1967: Rolo Puente (Raúl Aguilar), Ricardo Bauleo (Tito Ledesma), Susana Beltrán (Ofelia), Gloria Prat (Laura), Walter Kliche (Gustavo), Emilio Vieyra (comisario Martinez), Orestes Trucco (chofer del tour)

Director: Emilio Vieyra, Guión: Emilio Vieyra

Trama: Raúl y Laura integran un grupo de muchachos que se encuentra de vacaciones en Bariloche, Argentina. En una de las excursiones la camioneta del tour que los transportaba se queda sin combustible y se ven obligados a pasar la noche en una casona abandonada. Raúl no puede dormir y se da una vuelta por la casa, topándose con una extraña mujer que lo seduce y con la cual termina haciendo el amor. Pero al despertarse a la mañana siguiente, Raul descubre que todas las chicas han desaparecido y decide alertar tanto a las autoridades como al hermano de Laura. Ambos han comenzado a investigar y llegan a la conclusión de que en la casona habitan vampiros que sólo aparecen por las noches. Ahora el dúo ha decidido pasar la noche en vela en la mansión, esperando la aparición de los seres demoníacos para poder dar con el paradero de las muchachas … pero nada saldrá como lo esperado.

Sangre de Virgenes Afirmar que el 90% del cine argentino de los años 60, 70 y 80 es espantoso no es emitir un juicio de valor sino hacer una observación empírica. La mitad de las producciones pecan de pedantería intelectualoide, y la otra mitad está compuesta de abominables engendros con pretensiones comerciales. En los 50 el cine argentino, al menos, aspiraba a ser una especie de Hollywood del tercer mundo. Pero los golpes militares (que comenzaron a partir de la mitad de dicha década) depredaron tanto el firmamento de estrellas locales como los temas que se podían tratar, y el cine argentino se fue a los extremos, alternando entre el autismo pasatista y el bodrio intelectual con aspiraciones metafísicas. Quizás el tema pase porque el cine quería tomar la máxima distancia posible de la espantosa realidad de la época que lo rodeaba. Y todo esto no quita que hubiera un puñado de filmes y cineastas de calidad – desde los títulos de Torre Nilsson, Sergio Renán o Leonardo Favio hasta comedias costumbristas de gran factura como Los Chantas (1974) -.

Pero antes que comenzara el renacimiento del cine argentino a partir de La Historia Oficial (1985) – generando nuevos directores, y desarrollando historias y lenguajes cinematográficos más pulidos, inspirados y profesionales -, habían filmes de todo tipo y color … como el caso que nos ocupa. En esta oportunidad se trata de otro opus del auteur Emilio Vieyra, uno de los pocos tipos que ha podido vivir del cine en este país. En los 60 Vieyra había olfateado la posibilidad de rodar películas para el exterior, con temas mucho más atrevidos de lo que era usual en la cinematografía argenta. Un par de años antes había importado a Richard Conte para la aventura de sci fi criolla Extraña Invasión (1965), y se cansó de poner minas en bolas en La Venganza del Sexo (The Curious Dr. Humpp) (1969), pensada para el calenturriento publico yanqui (y con el cual no tenía los problemas de censura que había acá). En el medio, durante 1967, se despacharía con el engendro exploitation que ahora nos ocupa.

Ciertamente sería injusto no reconocer el espíritu temerario de Vieyra al intentar rodar cine de género en nuestras pampas. El mercado local despreciaba estos experimentos autóctonos (bueh, lo cierto es que la inmensa mayoría de ellos eran de calidad tóxica), y lo único de género social y comercialmente aceptable eran las comedias picarescas de Olmedo y Porcel (derivados locales clase Z de la commedia alla italiana), o los melodramas musicales con Sandro, Palito Ortega u otro cantante de moda de la época (que tomaban el molde de las películas yanquis sobre ídolos teen, y los pasaban por el filtro de la mitología tanguera). Al menos Vieyra intentaba apartarse de esas fórmulas y quería meter algunos elementos novedosos para la narrativa cinematográfica local, tal como sangre, sexo y tópicos fantásticos. Las producciones experimentales / exploitation de Vieyra tardaron años en ver la luz en cines argentinos (recién se estrenarían durante el veranito democrático 1973 – 1976), y terminarían siendo archivadas sin pena ni gloria, al menos en círculos locales. En cambio, en el exterior, obtendrían la vida eterna en círculos de video de culto como, por ejemplo, la editora Something Weird Video.

Pero si bien Vieyra era temáticamente osado, eso no quitaba de que no fuera incompetente. Como cineasta no filmaba nada mal: la fotografía de Sangre de Virgenes es impecable y el manejo de cámaras es muy ameno (no es el teatro filmado de Enrique Carreras, por ejemplo). Hasta las escenas nocturnas resultan prolijas. Los problemas del filme pasan por el libreto y por el manejo de actores, que son sencillamente espantosos.

Aquí hay una historia de origen con chica que se casa con chico que no quiere; y su verdadero amor resulta ser un vampiro que termina por convertirla. Esto ocurre en una no muy creíble escena de época, en donde gente vestida como el siglo XIX se pasea por casas de estructura moderna y habla con un castellano neutro abominable. Para colmo estos vampiros usan colmillos de plástico ultrafalsos y se pasean a la luz del día como si nada. Y cuando se ponen románticos intentan darse sendos besos apasionados, lo que resulta imposible ya que las dentaduras postizas que utilizan son dos talles más grandes que las bocas de los actores (y lo que da pie a una de las escenas más graciosas y ridículas del filme).

Saltamos de ahí a la época actual (bah, los alocados años 60) en donde aparece il ladri Rolo Puente – joven, morocho y sin bigote -. Rolo vive la joda loca en Bariloche con un grupo integrado por un amigo, cuatro muchachas (eh! sobran mujeres en ese grupo!) y un estúpido chofer de la camioneta del tour y que hace las veces de patético comic relief. El chofer va a aparecer en todas las escenas del filme (sin importar lo descolgado que resulte su presencia, sea una autopsia o una orgía), simplemente porque se trata de su productor, Orestes Trucco. Andá a echarlo del set.

Como Trucco es incompetente hasta para manejar una camioneta, se queda sin combustible en medio de los bosques de Bariloche y deciden meterse a la fuerza en una casona abandonada. Allí descubren a un siniestro mayordomo, el que obedece a una aún más siniestra señora, la que no duda en encamarse con Rolo para distraerlo mientras raptan a las muchachas. A la mañana siguiente Rolo se despierta como los indios – en bolas y a los gritos -, y no logra dar con ninguna pista de las chicas. Habla con la policía, regresa al hotel y se topa con su novia, la que está a medio convertir en vampiresa. La lleva al hospital y decide llamar a Ricardo Bauleo (otro tipo que, como Rolo, tiene más noche que Drácula), el que hace de hermano de la chica.

Es casi imposible enumerar las incompetencias del filme. Ya de entrada Vieyra dedica 10 minutos enteros a filmar una troupe de bailarinas a gogó, enfocando groseramente las entrepiernas de las chicas o desnudándolas gratuitamente. A uno no le quedan dudas de que ésta es una película sexploitation (entre otras cosas), pero uno empieza a aburrirse después de ver las mismas tetas revoleadas una y otra vez durante un largo rato (perdonen el francés, pero en esta review va a abundar debido a la naturaleza del filme que nos ocupa). Y, cuando la escena cambia, no es para mejor. Todo el casting es tan inexpresivo que parece estar compuesto de zombies. Los diálogos son muy malos y están expresados de manera completamente monocorde, como si los actores hubieran sido obligados a doblar sus propios parlamentos en post producción y a punta de pistola. Rolo Puente aprovecha para meter mano en las tetas de sus coprotagonistas cada vez que puede, sin importar lo desubicada que sea la situación – toqueteando a su novia mientras está en coma en el hospital o cuando le comunica que va a ser una vampira para toda la eternidad, por ejemplo -, y el que hace de vampiro tampoco se queda atrás: el tipo se va a los pechos en vez de la yugular de sus víctimas. Y, como la producción no podía solventar murciélagos, decide intercalar gaviotas volando filmadas en celuloide rojo (tsunami de QC!). Lo peor es que esas tomas aparecen en cualquier momento (p.ej. si Rolo Puente se va al baño), lo que termina generando un efecto completamente surrealista.

Oh si, los problemas no se terminan allí. El guión es sobrenaturalmente estúpido. Toda la historia de origen de la vampira no sirve para un cacso, ya que el libreto no se calienta en absoluto en seguir desarrollándola. No se explica de dónde salió el vampiro, ni qué hicieron esta pareja de inmortales todos estos años. Tampoco lo suyo es amor, ya que la mina no pierde oportunidad de encamarse con el primer extraño que se le cruce. ¿Y la razón del secuestro de las vírgenes (ja,ja) que van de viaje con Rolo?. Bien gracias. Para colmo nuestros héroes son tan abismalmente incompetentes que los vampiros terminan matándose entre sí. Parece que se aburrieron de estar en este bodrio y decidieron clavarse un Tramontina en el corazón. Oh sí, porque los vampiros argentos no mueren con estacas de madera sino con cuchillos de cocina incrustados en el cuore. Por Dios…!

Sangre de Vírgenes es larga y aburrida, y eso que dura apenas una hora quince. Vale la pena por su linda fotografía, para ver cómo era Bariloche hace 40 años o lo buenas que estaban las chicas de aquella época. Pero es un monumento a la incompetencia. La idea de vampiros argentos en Bariloche me parece sinceramente muy buena, pero la puesta en escena que hace Vieyra es abominable, y eso no mejora ni siquiera viendo esta obra de arte con una decena de birras en el organismo.

CINE FANTASTICO ARGENTINO

Otros títulos del cine fantástico argentino: El Hombre Bestia (o las Aventuras del Capitán Richard) (1934); Obras Maestras del Terror (1960), Extraña Invasión (1965), Sangre de Virgenes (1967), Invasión (1969), Snuff (1976), Moebius (1996), La Sonámbula (1998), Déjala Correr (2001), Plaga Zombie: Zona Mutante (2001), Adios Querida Luna (2004), Tiempo de Valientes (2005), Zenitram (2010), Fase 7 (2011), Mamá (2013), Kryptonita (2015)