Crítica: Las Minas del Rey Salomón (1985)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1985: Richard Chamberlain (Allan Quatermain), Sharon Stone (Jessie Houston), John Rhys-Davies (Dogati), Herbert Lom (Coronel Bochner), Ken Gampu (Umbopo)

Director: J. Lee Thompson, Guión: Gene Quintano & James R. Silke, basados en la novela homónima de H. Rider Haggard, Musica – Jerry Goldsmith

Trama: Africa, principios del siglo XX. El aventurero Allan Quatermain es contratado por Jessie Houston para intentar localizar a su padre, pero al llegar descubre que ha sido raptado. Los responsables son el hampón turco Dogati y el coronel Bochner del ejército imperial alemán, quienes creen que el profesor Houston posee pistas válidas para hallar las míticas minas del rey Salomón. Ahora Quatermain y Jesse deberán rescatar al profesor y evitar que la gigantesca fortuna de las minas llegue a malas manos.

Las Minas del Rey Salomon (1985) Las Minas del Rey Salomón es la primera de una saga de doce novelas que escribiera H. Rider Haggard a partir de 1885. Haggard vivió muchísimos años en Africa trabajando como oficial de los gobiernos coloniales ingleses, y de regreso a Gran Bretaña se dedicó a escribir libros de aventuras. El otro título por el cual es conocido Haggard es la novela She (1887), que trata sobre seres inmortales viviendo en una ciudad perdida.

Pero de toda la saga de Allan Quatermain, el único libro que ha sido repetidamente adaptado es King Solomon´s Mines. En 1919 hubo una versión muda, después otra en 1937 y la más recordada sin dudas es la de Stewart Granger de 1950 (aunque igualmente hay como dos versiones posteriores más). Para entender la importancia del personaje, basta decir que es el héroe colonial arquetípico que serviría de molde a los filmes de aventuras de los años 40 y 50. Desde Jim de la Jungla hasta Indiana Jones siguen los patrones desarrollados por Haggard. Por ello, cuando Indy se puso de moda en los ochentas resultaba natural que alguien rescatara del olvido a Quatermain y sus correrías en Africa.

Lamentablemente los interesados resultaron ser Menahem Golan y Yoram Globus, quienes en su prontuario tienen una enorme cantidad de títulos mediocres que inundaron las pantallas de la época: desde las correrías de Chuck Norris en la jungla hasta el hundimiento total de la franquicia del hombre de Kryptón con la terrible Superman IV: En Busca de la Paz. Aquí sorpresivamente los socios se despachan con una producción bastante generosa, que incluye buenos escenarios locales, FX pasables, una pegadiza partitura de Jerry Goldsmith y un elenco bastante respetable. Por desgracia donde el presupuesto quedó flaco fue a la hora de contratar director y guionista. Para el libreto figura Gene Quintano, quien ha desarrollado los scripts de algunos de los filmes más horribles que conozco, como El Tesoro de las Cuatro Coronas (otro clon indianajonesco de cuarta), dos títulos de la saga de Locademia de Policía, y la espantosa parodia de Lethal Weapon Arma Cargada Uno. Y al mando está J. Lee Thompson, quien después de Cabo de Miedo (1962) entraría en un derrumbe creativo impresionante. En los 70 se especializaría en desarrollar vehículos cinematográficos para Charles Bronson, cada uno peor que el otro, amén de ser el responsable de la horripilante Batalla por el Planeta de los Simios.

El problema con la dupla criminal de Quintano y Thompson es que, más que un filme de aventuras, terminan convirtiendo a Las Minas del Rey Salomón en una parodia punto por punto de los filmes de Indiana Jones. ¿Indy combatía a los nazis?. Aquí tenemos al imperio alemán de la primera guerra mundial. ¿Jones desataba el caos en una multitud mientras buscaba a su compañera raptada?. Thompson hace exactamente lo mismo aquí. ¿El arquélogo tenía una pelea acrobática alrededor de un avión?. Bueno, por lo menos aquí el presupuesto da para un biplano. ¿Indiana quedaba atrapado en una trampa mortal con un techo a punto de aplastarlo?. También lo tenemos en stock, pero hecho de modo más barato. Y por si fuera poco, la partitura de Jerry Goldsmith es muy buena pero es un calco del clásico de John Williams. Ah!. Por si fuera poco, también tenemos a John Rhys-Davies (otrora aliado de Harrison Ford), pero ahora como villano lamentable.

Por si la falta de originalidad no fuera suficiente, el guión se empeña en que todo el mundo haga payasadas cada dos minutos, y el 90% de ellas carece de gracia. El problema no es del elenco: Richard Chamberlain – en su época de gloria después de Centennial y Shogun – es un protagonista capaz y se lleva bien con Sharon Stone (fresca y alegre, siglos antes de convertirse en una vendedora de alfombras y otros felpudos en Bajos Instintos); John Rhys-Davies y Herbert Lom (el jefe Dreyfuss de la saga de La Pantera Rosa !) son otros dos actores talentosos que se ven obligados a recitar parlamentos lamentables. Da vergüenza ajena ver a semejante gente desperdiciada en un libreto espantoso. Y si los diálogos lastiman los oídos, Thompson no tiene talento para filmar comedia y cuando llega la acción obtiene resultados medianos. Con un poco de esfuerzo y otro punto de vista, Las Minas del Rey Salomón podría haber resultado interesante y hasta potable. Así como está, se deja ver con muchas cervezas encima – ya que hay alguna que otra escena pasable, y al menos J. Lee Thompson le mete mucho ritmo a la historia -; pero definitivamente es un filme mediocre.