Crítica: Carrera Contra la Muerte (The Running Man) (1987)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1987: Arnold Schwarzenegger (Ben Richards), Maria Conchita Alonso (Amber Mendez), Richard Dawson (Damon Killian), Marvin J. McIntyre (Harold Weiss), Yaphet Kotto (William Laughlin)

Director: Paul Michael Glaser, Guión: Steven E. de Souza, basado en la novela homónima de Richard Bachman (Stephen King)

Trama: En el año 2017 las libertades individuales se han suprimido y el gobierno se ha transformado en una recia dictadura que contiene al pueblo mediante un programa de televisión conocido como Carrera Contra la Muerte. En él, una serie de convictos y prófugos de la justicia son lanzados a una arena en donde son perseguidos y deben pelear por su vida. Ben Richards es un ex policía acusado de un crimen que no cometió – precisamente atentar contra una manifestación que reclamaba alimentos, provocando una masacre – y ahora resulta ser el próximo concursante del show. Pero en el trayecto Richards se alía con otros miembros de la rebelión, quienes intentan llegar al control maestro de la red de satélites que maneja el gobierno y, desde allí, lanzar un mensaje que incite a la revolución. Pero la batalla es ardua y complicada, más aún cuando los fugitivos carecen de armas para enfrentar a sus perseguidores. Y, con el tiempo en contra, Richards deberá intentar sobrevivir para combatir a los organizadores del show y poder probar su propia inocencia.

The Running Man Carrera Contra la Muerte me trae recuerdos terribles. Primero, porque la fui a ver en la primera cita con una chica más aburrida que una baldosa, y la cual después no me dió ni bola. Y, segundo, porque la película era mala. Ya para 1987 se veía barata y berreta, y el tiempo sólo ha servido para realzar sus defectos. Sin dudas hay películas peores de Schwarzenegger pero con ésta tengo un particular encono por los motivos ante citados.

El primer problema es que se basa en un texto de Stephen King – escrito con el seudónimo de Richard Bachman -. King es malo escribiendo ciencia ficción – sus escenarios son risibles, carecen de consistencia intelectual y generalmente están copiados de obras previas y ampliamente superiores a sus pastiches -, y queda claro que lo suyo es el terror… aunque en los últimos tiempos también ha optado por calcarse / reciclarse a sí mismo y a sus obras iniciales – las cuales eran auténticos clásicos -. Acá King regurgita toda una catarata de clichés proveniente de El Malvado Zaroff / La Décima Victima / Rollerball / Carrera Contra la Muerte Año 2000 … y una tonelada de títulos más. Otro gobierno dictatorial, otro futuro improbable, y otra vez las masas distraídas con un sangriento deporte televisivo. No hay ni una maldita coma que resulte original en toda la trama, con el agravante que la puesta en escena es tremendamente barata. Todo es demasiado plástico y colorinche, muy al estilo de Las Vegas.

Mientras que Arnie dispara sus chistes malos de siempre y se ensalza disparando metralletas, el resto apesta. El problema es que la acción no es en absoluto excitante – ¿para ésto sacaron del retiro a Jim Brown? ¿para un miserable y deslucido cameo de cinco minutos? -, y ni siquiera la historia tiene el filo que debiera para funcionar como sátira despiadada de los medios televisivos de hoy en día. La idea – ya lo citamos – no es en absoluto nueva: no es más que una variante del pan y circo que rezaban los romanos, y con lo cual entretenían al pueblo con espectáculos sangrientos en el Coliseo … pero aquí la gracia queda reducida a sobreactuaciones, latiguillos supuestamente graciosos (que no lo son), y al enrolamiento de Richard Dawson (un actor devenido en conductor, el cual manejó el legendario show Family Feud durante años) como villano de turno, un rol en el cual se satiriza a sí mismo. Pero para los tipos que vivimos a 2.500 km de USA, la presencia de Dawson no significa nada y, por el contrario, resulta anodina. Es como si los yanquis vieran a Hector Larrea como el malvado que quiere poner a Schwarzenegger a criar malvas en el cementerio más cercano.

La historia tiene demasiados problemas; ni siquiera el explosivo final resulta satisfactorio – a final de cuentas, todos los sicópatas que presencian la TV y se regodean con semejante espectáculo sangriento no terminan transformándose en guerreros fanáticos de la libertad y enojados con las mentiras del gobierno, sino que festejan las matanzas de Arnie y sus aliados; no hay cambio de gobierno ni revolución sino un tendal de muertes y el mantenimiento del status quo de la violencia televisiva -, y la trama queda trunca. Dudo mucho que el accionar de Schwarzenegger haya cambiado un ápice el futuro de toda la humanidad en semejante escenario.

Si uno no ha sepultado a The Running Man bajo un montón de escombros, es porque tampoco es taaan horrible como para que uno la odie con todas sus entrañas. Es mediocre, y gran parte de la culpa le corresponde a Paul Michael Glaser (el Starsky de la clásica serie televisiva Starsky & Hutch), el que no tiene ni idea de cómo rodar acción con un mínimo de nervio, o disfrazar una trama tan rutinaria como ésta, y hacerla pasar por algo más inteligente. En todo caso The Running Man es un pastiche que zafa como película de relleno en cable y – siempre y cuando – uno no espere mucho más que eso.