Crítica: El Hobbit II: El Regreso del Rey (1980)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1980; voces: Orson Bean (Frodo / Bilbo Baggins), Theodore Bikel (Aragorn), William Conrad (Denethor), John Huston (Gandalf), Roddy McDowall (Samwise Gamgee)

Director: Jules Bass & Arthur Rankin Jr., Guión: Romeo Muller sobre la novela homónima de J.R.R. Tolkien, Musica – Maury Laws

Trama: El anciano hobbit Bilbo Baggins celebra su cumpleaños en compañía de su sobrino Frodo, otros hobbits, el rey elfo Elrond y el mago Gandalf el blanco. La memoria de Bilbo falla debido a su edad, y le consulta a Frodo sobre un anillo mágico que le había dado; pero el hobbit le muestra su mano derecha a la cual le falta un dedo. Entonces un trovador aparece en la fiesta y se apresta a narrar, a través de sus canciones, la historia del anillo único: desde su hallazgo en una cueva por parte de Bilbo hasta su posesión por Frodo y su peregrinaje hacia el Monte del Destino para destruirlo.La historia comienza ahora en la ciudadela de Cirith Ungol, donde Frodo ha caido preso por los orcos. Y mientras su fiel compañero de viaje Samwise Gamgee se debate entre el bien y el mal bajo la influencia del anillo, una feroz batalla se libra en la fortaleza de Minas Tirith, el último bastión de las fuerzas del bien que se encuentra asediado por los gigantescos ejércitos de Lord Sauron, el poseedor original del maligno anillo único.

El Hobbit II: El Regreso del Rey (1980) Esta es la segunda adaptación animada de la obra clásica de J.R.R. Tolkien El Señor de los Anillos. En 1977 el proyecto de llevar la obra a la pantalla estaba en manos de Ralph Bakshi y había generado una enorme expectativa, por lo cual el estudio de animación Rankin Bass decidió capitalizar la misma filmando la precuela de Tolkien The Hobbit (1977). En The Hobbit Gandalf requiere de los servicios de Bilbo para que se infiltre en la guarida del dragón Smaug, el que se ha apoderado del tesoro de los enanos; pero en el camino se topa con Gollum, el poseedor accidental del anillo, al cual Bilbo se lo termina por robar y utiliza sus poderes de invisibilidad para vencer a Smaug.

Después de The Hobbit vino la desastrosa versión de Bakshi de El Señor de los Anillos (1978). El film de Bakshi tenía un guión muy bueno, pero en cuanto a animación y dirección dramática resultaba terrible. Como la película se hundió en la taquilla, todo el proyecto de proseguir con la secuela quedó abortado. Y en 1980 Rankin Bass encaró El Hobbit II: El Regreso del Rey que, extraoficialmente, era un intento de darle un cierre al universo de Tolkien, tanto a su propio film de 1977 como a la película de Bakshi.

The Hobbit II: The Return of the King es un muy buen film de compañía si una ha visto y disfrutado la trilogía filmada por Peter Jackson; pero en el caso contrario, es una obra realmente críptica para el neófito en el universo de Tolkien. El problema pasa por la inmensidad de El Señor de los Anillos, que resulta imposible de adaptar en una hora y media, y más cuando lo que se adapta es el tercer libro de una saga épica. Prácticamente se precisaría una hora de prólogo para establecer quién es quién y qué es lo que está pasando. Aquí hay una breve introducción que no es muy eficaz, y que incluso se remonta hasta la época en que Bilbo Baggins le quita el anillo a Gollum. Todo lo que sigue es chino básico si usted no tiene idea de lo que estaba pasando en ese momento en la Tierra Media.

Pero si obviamos ese problema inicial (y conocemos algo de la historia de Tolkien), The Hobbit II: The Return of the King es un film muy bueno y ampliamente superior a El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi. La historia está narrada de atrás para adelante, comenzando con lo que debería ser el final de El Regreso del Rey de Jackson: la última reunión entre Bilbo – ya muy anciano -, Frodo, Gandalf y Elrond, previa a la partida por mar de la Tierra Media. El comienzo de la historia es bastante inspirado, tomando como puntapié inicial la pregunta de Bilbo a Frodo sobre el dedo que ha perdido de su mano derecha. Como en una hora y media no se puede hacer demasiado con las toneladas de historias que Tolkien incluyó en su tercer libro, el guión hábilmente poda una enorme mayoría, partiendo directamente del rescate de Frodo por parte de Sam en la fortaleza orca de Cirith Ungol. Es obvio decirlo pero, si bien este recorte le da una historia más pequeña y manejable para el tiempo limitado que posee para narrarla, la estructura final del relato se resiente en gran forma; es imposible tener una idea de todo el espectro épico de la Guerra del Anillo partiendo de la trama en un estado tan avanzado.

Es por ello que The Hobbit II: The Return of the King funciona mejor como si fuera la versión alternativa de El Regreso del Rey de Jackson, en donde el espectador ya sabe lo que pasa y quiere ver un enfoque alternativo de la historia. Y, en ese caso, funciona muy bien. Aquí Sam posee un largo debate interno entre el bien y el mal, la tentación del poder al acarrear el anillo mientras Frodo está apresado por los orcos – incluso se imagina como un guerrero líder de ejércitos que viene a restaurar la paz en Tierra Media -; pero la razón termina por ganar y Sam regresa a liberar a Frodo. El relato hace fuerte hincapié en la historia de los Hobbits mientras que todo el segmento épico – el asedio a Minas Tirith – va a los saltos. Por ejemplo Faramir, Gimli y Legolas han sido borrados de un plumazo; Gandalf es más un espectador de la batalla que un general que asumió el comando de las fuerzas en plena desesperación; Aragorn hace un cameo extendido – a pesar de que el film se llame El Regreso del Rey -; y algunas escenas esenciales han sido reimaginadas para que no resulten sangrientas para un público infantil. Por ejemplo, a Theoden le da un ataque al corazón debido a la abrumadora presencia del mal, y Eowyn mata muy asépticamente al Rey Nazgul (amén de que ella es un personaje que surge de la nada). Todas las secuencias de guerra entre humanos y fuerzas de Sauron son preferible obviarlas, ya que no tienen ni la profundidad dramática ni la continuidad que debieran tener.

Pero por el otro lado, el film va muy bien con la historia de los hobbits. Además los directores incluyen una gran cantidad de canciones que, sorprendentemente, están muy bien inspiradas y son agradables (en especial “Un Latigo, Un Camino”, que tiene todas las condiciones para ser un hit). Además agrega otras circunstancias interesantes como la puerta invisible que permite el acceso a Cirith Ungol, la trifulca entre los mercenarios humanos y los orcos provocada por Frodo, o el largo peregrinaje al monte del Destino, que está narrado de modo muy diferente a lo que vimos de Peter Jackson. Aquí aparece Gollum, esta vez concebido como si fuera un sapo mutante, que le brinda tensión y culminación a la historia. Quizás a veces los tiempos y las canciones parezcan largos pero le dan fluidez y atmósfera a la trama, lo que compensa bastante al film por las obvias complicaciones de adaptación que presenta.

Es una versión que merece verse. Tiene sus hallazgos. En el aspecto épico definitivamente es un fiasco, pero si a usted le interesaba la historia de los hobbits encontrará acá ideas muy interesantes. Y en todo caso es ampliamente superior, a fuerza de ideas y espíritu, a la espantosa versión de Ralph Bakshi de 1978.