Crítica: El Resucitado (1991)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1991: John Terry (John March), Chris Sarandon (Charles Ward / Joseph Curwen), Jane Sibbett (Claire Ward), Richard Romanus (Lonnie Peck), Laurie Briscoe (Holly Tender), Patrick Pon (Raymond Chang)

Director: Dan O’Bannon, Guión: Brent V. Friedman, basado en la novela El Caso de Charles Dexter Ward de H.P. Lovecraft

Trama: El detective privado John March ha sido contratado por Claire Ward para hallar su esposo, el cual venía teniendo un comportamiento extraño días antes de desaparecer. March logra ubicar a Charles Dexter Ward en una antigua casona ubicada en el campo, descubriendo que se encuentra en completo estado de abandono y está obsesionado con un libro que contiene antiguos rituales de hechicería. Luego de entregarlo a las autoridades de un siquiátrico, March comienza a sondear en la historia detrás del libro y descubre que pertenecía a Joseph Curwen, un antiguo alquimista que viviera en el siglo XVIII y que fuera la viva imagen de Ward. Pero lo más estremecedor es que Curwen parecía haber descubierto el secreto de volver a la vida a los muertos, razón por la cual fuera perseguido y ajusticiado por los atemorizados pobladores de la comarca. Y ahora Ward ha resucitado el sacrílego ritual, generando una horda de criaturas malformadas que yacen en los sótanos de la casona donde se encontraba. Y a menos que March logre hacer algo para detenerlo, Ward está decidido a continuar con los rituales en la soledad de la celda siquiátrica que le han asignado, amenazando con abrir un portal por donde sólo ingresará el horror y la muerte a este mundo.

El Resucitado Cuando era chico me apasionaba H.P. Lovecraft. Era un tipo que escribía cosas diferentes, y que presentaba monstruos realmente inusuales. Mientras que la obra máxima de Lovecraft será por siempre Los Mitos de Cthulhu (y todos sus derivados), el escritor solía darse tiempo para escapar de su propia mitología y adentrarse en otros terrenos. Ciertamente no es que todo lo que escribiera Lovecraft fuera muy diferente de Cthulhudejando de lado el tema de los dioses bizarros interdimensionales, el modelo narrativo siempre era el mismo: un hombre encontraba un manuscrito antiguo (o un ancestral secreto) y se disponía a develarlo, abriendo la puerta a un horror inimaginable -. Ello resulta patente en El Caso de Charles Dexter Ward, la cual es la crónica de un alquimista. El tipo era capaz de convocar a los muertos y, en un momento inquietante de la novela, uno de los testigos jura haber visto en la cabaña del alquimista a una figura parecida a la de Jesucristo. Oh, sí, era un relato muy intrigante.

Harina de otro costal resulta ser esta versión cinematográfica dirigida por Dan O’ Bannon. O’ Bannon será por siempre el padre de Alien y el autor de deliciosas obras de ciencia ficción como la adaptación de la dickiana El Vengador del Futuro, o el creador de la menospreciada Fuerza Siniestra, un tipo capaz de hacer cosas diferentes y realmente inteligentes. Pero en los 90 O’Bannon desapareció como fuerza creativa, siendo éste el último filme que dirigiera en su vida, y emergiendo ocasionalmente con algunos antiguos libretos desempolvados de su frondosa biblioteca – como si los vendiera para obtener algún dinero y seguir viviendo -, como es el caso de Screamers o Bleeders. Pero el maestro desapareció del mapa y lo último que se supo es que había fallecido en el 2009, a la temprana edad de 63 años – todo un desperdicio, considerando el enorme talento que poseía -. La única teoría que se me ocurre acerca de las décadas de ausencia como guionista es que O’Bannon terminó por asquearse de Hollywood, especialmente con el manoseo que recibió por su autoría de Alien a manos de los productores Walter Hill y David Giler, y el estudio 20th Century Fox. En numerosas ocasiones ha despotricado sobre cómo le sacaron el producto de sus manos, y semejantes quejas terminaron por convertirlo de hecho en un descastado, un paria a los ojos del Hollywood industrialista y marketinero. Entre ello y sus padecimientos de salud – la enfermedad de Crohn que lo llevó a la muerte – parecen haber replanteado sus prioridades, forzándolo a vivir un retiro anticipado y renegando de sus orígenes. Una lástima ya que semejante decisión podaría al menos 20 años de su vida donde una multitud de obras maestras aún podrían haber emergido de su pluma.

Pero en El Resucitado O’Bannon pasa al sillón del director y omite su trabajo como libretista – aunque sin dudas debe haber hecho algún que otro cambio al libreto de Brent V. Friedman -. O’ Bannon había demostrado una energía notable en su anterior trabajo como cineasta – El Regreso de los Muertos Vivos, una comedia negra bien diferenciada de la saga de zombies de George A. Romero y que se convirtiera en un clásico de culto por derecho propio -, pero aquí parece estar mucho mas sedado. El problema es que El Resucitado es mucho mas tradicional en estructura, amén de que sus valores de producción son realmente modestos. Las limitaciones de O’Bannon como director quedan a la vista – hay momentos en que The Resurrected se siente como una película softcore de cable, con horrenda música de fondo, gente demasiado bonita que no sabe actuar, demasiada iluminación indirecta, diálogos redundantes, y una tonelada de clichés que lastiman la narración -. Quizás el mayor pecado del filme es caer en la remanida estructura del policial negro, ése en donde tenemos un detective privado sabelotodo que quiere empomarse a la cliente de turno mientras dispara frases picantes todo el tiempo. El problema es que semejante papel cae en manos de John Terry, el cual demasiado tronco hasta para decir la hora y lo cual lastima toda su credibilidad como héroe… aunque el resto le va en saga y parece no haber actuado nunca en su vida.

Lo que redime a El Resucitado es su segunda hora, en donde el filme abandona el formato detectivesco y entra en los carriles propios de la novela de Lovecraft. Desde el momento en que Chris Sarandon entra al siquiátrico, la película comienza a funcionar. El tipo está sentado en la cama del hospital, maniatado con un chaleco de fuerza, hablando un inglés arcaico y mostrando unos dientes monstruosos a cada rato. Peor aún es la larga secuencia en donde Terry y los suyos decide adentrarse en los sótanos de la mansión, en donde se topan con todos los experimentos fallidos del alquimista – individuos a medio formar o fusionados varios entre sí -. Es una lástima que el libreto sea tan tosco y los protagonistas nunca terminen de comportarse con cierta lógica, lo cual arruina el momentum que O’Bannon había construído con gusto.

El Resucitado es pasable, pero precisaba mejores intérpretes, algo mas de presupuesto y un libreto mas pulido. Si le hubieran dado todo el peso del filme a O’Bannon, quizás los resultados hubieran sido superiores. Así como está es un filme ok, con algún que otro momento logrado, pero lastimado por sus propias imperfecciones, lo que le resta vuelo a una historia plagada de ideas interesantes.