Crítica: The Raid 2: Berandal (2014)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorIndonesia / USA, 2014: Iko Uwais (Rama / Yuda), Arifin Putra (Uco), Tio Pakusodewo (Bangun), Alex Abbad (Bejo)

Director: Gareth Evans, Guión: Gareth Evans

Trama: Jakarta se ha vuelto un lugar excesivamente peligroso. Las mafias se han enquistado en la policía y parecen estar a punto de dominar todo el país. Bunawar es un policía renegado, el cual ha montado un grupo de tareas tan brutal como clandestino, y está decidido a combatir palmo a palmo a las mafias indonesias. Para ello ha reclutado a Rama, el tenaz superviviente de una brutal redada antimafia, al cual convence de operar como agente encubierto. Infiltrándose en la cárcel, Rama debe hacerse amigo de Uco – el desquiciado hijo del capo mafia Bangun -, el cual puede llevarlo hasta su padre y permitirle conocer la larga lista de policías y políticos corruptos que manipulan. El problema es que Uco tiene sus propios planes y, considerándose despreciado por su padre, se ha aliado con el retorcido Bejo, el cual le provee ideas, armas y hombres para tejer una conspiración que deponga a Bangun del poder y lo ponga en contra de sus aliados japoneses. Y en medio de toda esa espiral de locura, violencia y muerte, Rama terminará por descubrir que Bejo es el responsable de la muerte de su propio hermano, un criminal novato excedido de ambiciones y cuyo ego lo ha llevado a la tumba. Transformada en una misión personal, la única solución que le queda a Rama es exterminar a los criminales uno por uno – aunque sea usando sus propias manos -; pero la galería de matones y sicópatas enrolada por Uco y Bejo es interminable, y todo parece indicar que ésta se tratará de una misión suicida, sin otro final posible que la misma muerte.

The Raid 2: Berandal Si a usted le gusta el cine de acción y se sintió impresionado por The Raid, espere a ver lo que trae bajo el brazo la secuela. The Raid 2: Berandal es una de las mejores películas de acción de los últimos años, y no sólo porque tenga peleas, persecuciones o balaceras inspiradas, sino porque está construída con un nivel de tensión impresionante. Aquí el director Gareth Evans no se limita a regurgitar la premisa del filme original – una especie de Duro de Matar en un edificio infestado de criminales de baja estofa -, sino que construye una especie de épica criminal – que abarca varios años de la vida del protagonista – y la cual rezuma peligro y brutalidad. Son muchisimos los momentos en donde las chances de supervivencia de nuestro héroe son inferiores a un dígito de porcentaje, y pareciera que su suerte está echada – a final de cuentas, Evans no sería el primer ni el único director que decide sorprender a la platea matando al protagonista en un momento álgido de la historia -, hasta que ocurre algún acontecimiento (o coincidencia) que permite empardar las probabilidad. Y si bien todo el núcleo de The Raid 2: Berandal carece de originalidad, lo que resulta innegable es la precisión y la calidad con la cual el relato ha sido construído. Oh, si, cuando el filme despega o lo hace en gran forma. Y de qué forma.

Los acontecimientos de The Raid 2: Berandal transcurren tiempo después del primer filme. Rama (Iko Uwais) ahora opera como agente encubierto y sigue recopilando pruebas y capturando criminales, pero parece un trabajo de hormiga en comparación a la monumental cantidad de corrupción imperante en el seno de la policía y el gobierno, la cual nunca podrá ser extirpada de raíz a menos que se tomen acciones radicales. A regañadientes se ve obligado a aceptar una nueva misión encubierta – la de infiltrarse en la cárcel para hacer migas con el hijo de un mafioso, el cual financia al grueso de los corruptos enquistados en cargos públicos y policiales, y del cual puede obtener la lista completa de nombres involucrados -, sin saber que la misma va tomar no meses sino años. Separado por completo de su esposa e hijo, debiendo cometer un par de crímenes para entrar por los canales habituales a la cárcel (y sin que ningún corrupto sospeche que se trata de una fachada), y enfrentado a un mundo de pura brutalidad, el sufrido Rama se ve obligado a descender a los infiernos para hacerse amigo del mismo diablo. Mientras que la trama resulta algo complicada de hilar al principio – se mencionan demasiados personajes, los propósitos no siempre son claros -, y cuando todo parece indicar que esto será una especie de Duro de Matar localizada en una carcel indonesia, The Raid 2: Berandal decide dar un vuelco radical, y convertirse en una especie de épica mafiosa al estilo de Scarface, mostrando las relaciones internas de la mafia entre capos y aliados, el recelo del hijo por el poder del padre (y la autoridad denegada al heredero), y el comienzo de una conspiración casi shakespereana. El irascible Uco termina uniéndose a los peores enemigos de su padre, primero para confabular una falsa hilera de pistas que desencadene una guerra entre bandas y – si eso no funciona -, pasando a dar su propio golpe de estado. ¿Y nuestro héroe? Le sigue las pasos a todos lados, se espanta al descubrir que su ya complicada misión se ha vuelto súbitamente imposible, y se limita a seguir el rastro de sangre desatado por Uco mientras carece de medios para cambiar el curso de las cosas. Los oficiales que lo han enrolado en la misión no desean intervenir – prefieren que los criminales se maten entre sí – y él, históricamente asociado al padre de Uco, pasa a estar en la lista de sujetos a eliminar. Para colmo los aliados de Uco han traido un ejército de asesinos que haría palidecer a los 88 Locos que comandaba Lucy Liu en Kill Bill, comenzando por una chica cegata que gusta partir cabezas con un juego de martillos, otro que hace piruetas con bolas y bates de baseball, y un loquito que destaza gente en el aire con dos navajas curvas que maneja de manera endiablada. Y contra ellos deberá enfrentarse nuestro maltrecho protagonista, amén de tener que pulverizar una horda de matones de segunda categoría – menos letales pero abrumadores en cantidad -.

En sí, el mayor defecto de The Raid 2: Berandal es que precisaba una edición algo mas ajustada. Aún cuando la acción y las escenas de tensión sean sublimes, 2 horas 30 minutos resultan demasiado; parte del problema es que el director Evans se envicia con las coreografías de las peleas, estirándolas más de la cuenta. Es un filme que le sobran holgadamente 30 minutos y aunque todo lo que contiene es excelente, llega un punto en que uno se empacha de tanto y desea que la historia avance un poco mas rápido. Ello resulta palpable en el climax, en donde el enfrentamiento de Iko Uwais contra los tres super asesinos termina devorando la última (y larguísima) media hora final. Aún con todo el gore, la brutalidad y la originalidad de las peleas, cuando pasan su límite de tolerancia se hacen pesadas… más cuando dicha contienda termina y le sigue inmediatamente otra con diferente contricante.

Es más que probable que The Raid 2: Berandal no sea mas que un excelente ejercicio de estilo. Esta gente hace proezas físicas imposibles, resiste palizas brutales y actúa con una impunidad notable en medio de una ciudad saturada de gente – y en donde no parece existir la policía -. Las peleas son salvajes, las persecuciones formidables – en especial la excepcional cacería del final, en donde Uwais se mata a golpes con cuatro matones en el interior de un auto lanzado a 150 km/hora por el centro de la ciudad mientras media docena de coches le dispara y pretende estrellarse contra él -, y el clima de tensión es sobresaliente. Todos los personajes rezuman maldad y carisma, y el filme está construido con una inteligencia inusual para un producto de su naturaleza. A final de cuentas, no deja de ser una película de artes marciales, sólo que aquí decide transitar por vías similares a las épicas criminales del estilo de El Padrino con el ascenso de figuras secundarias a la cúspide del poder de la banda, y las sucias conspiraciones orquestadas para cometer tal fin -, lo cual hace con muchísima altura. Y si la acción es excelente y la historia está narrada como los dioses, creo que bien uno puede perdonarle los minutos de más, los cuales – mas que caer mal – terminan provocando un empacho de buen cine.

THE RAID

The Raid: Redemption (2011) – The Raid 2: Berandal (2014)