Crítica: Radiaciones en la Noche (Night of the Big Heat) (1967)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1967: Patrick Allen (Jeff Callum), Christopher Lee (Godfrey Hanson), Jane Merrow (Angela Roberts), Sarah Lawson (Frankie Callum), Peter Cushing (Dr Vernon Stone)

Director: Terence Fisher, Guión: Roland Liles, basado en la novela homónima de John Lymington

Trama: La isla de Fara, al norte de Inglaterra, se ve inmersa en una inusual oleada de calor, con temperaturas que bordean los 50 grados mientras que el resto de Europa está sumido en uno de los más crudos inviernos. Jeff Callum es un escritor que vive en la isla y regentea un pequeño hostal donde se aloja el enigmático Godfrey Hanson, un científico que ha venido a estudiar el fenómeno. Pero con la aparición de los cadáveres calcinados de varios pobladores de la zona, Callum le exige respuestas a Hanson… hasta que éste le dice su teoría de que se trata de una avanzada de una invasión alienígena, la que está aclimatando a la isla a niveles tolerables y similares a las de su planeta de origen. Y aunque a Callum le parezca una explicación disparatada, muy pronto la realidad terminará por comprobar las sospechas de Hanson.

Radiaciones en la Noche En los sesentas Terence Fisher se peleó con la gente de la Hammer – a quien había llevado a la fama con sus versiones de Dracula y Frankenstein a finales de los años 50 -, y fue a parar a una minúscula productora llamanda Planet Pictures, con quien rodó una trilogía de películas baratas de sci fi de temática casi idéntica. Las cosas siempre pasaban en una isla; la isla quedaba completamente aislada del continente, y los lugareños terminaban a balazo limpio con el alienígena invasor de turno. Y todo esto, hecho con dos mangos y monstruos de papel maché.

Radiaciones en la Noche es el título que quedó en el medio entre The Earth Dies Screaming (1964) y La Isla del Terror (1966). Reitero nuevamente mi completo aborrecimiento hacia el horror gótico de la Hammerno hay películas más aburridas que esas -, y prefiero un millón de veces ver películas de terror ambientadas en la época actual (o en los sicodélicos 60 de aquel entonces). Acá Fisher dirige muy bien un filme plagado de limitaciones técnicas y presupuestarias, y el resultado final es bastante digno. Como pasa con el resto de la trilogía, el problema pasa por el último acto en donde se ve que las criaturas supuestamente horribles son bolsas para la basura con luces dentro (parecen huevos fritos mutantes) y todas las expectativas se desploman ante el patetismo del monstruo de turno. Pero, por dos tercios del filme, Radiaciones de la Noche es un entretenimiento más que saludable.

Es interesante comparar la serie B de aquel entonces con la bazofia que venden ahora. En los tiempos que corren, serie B es poco más que una mala palabra, caracterizada por CGI a medio terminar, malas actuaciones y diálogos abismales. Hace 50 años, en cambio, las performances eran pasables, el director tenía su talento y la responsabilidad del filme pasaba por el libretista. Aquí el guionista Roland Liles tiene que rellenar el tiempo de duración del filme de la manera más barata posible, y se despacha con un triángulo amoroso realmente intrigante dejando a los extraterrestres de turno en un segundo plano. Está la turra citadina (Jane Merrow), quien viene desde Londres persiguiendo a su ex amante, el escritor Jeff Callum (Patrick Allen, dios de la locución de la TV británica y tipo feo como pocos), el que quiso escapar a su pasado mudándose a un pueblito en una isla inglesa acompañado por su esposa (la bella Sarah Lawson, mujer en la vida real de Allen). La Merrow vive con el escote abierto, refrescándose con cubitos de hielo en los senos (otra que Kim Basinger en Nueve Semanas y Media!), y es una calienta braguetas de aquellas… y el tontolín de Patrick Allen se sumerge en su escote una y otra vez. Qué falta de poder de voluntad.

La macana es que semejante triángulo amoroso – que está pleno de intriga y situaciones dramáticas – queda abortado por el abrupto final del filme, que dura menos de cinco minutos y que a uno lo deja rascándose la cabeza (es imposible saber qué le pasó a esos personajes después, o como terminaron las historias personales). Es como si se hubieran quedado sin dinero, rodaron rápidamente un climax y despacharon la película a los cines tal como estaba. A esto se suma que a) lo de Peter Cushing es un cameo de menos de 10 minutos y no hace nada de importancia en el filme y b) lo de Christopher Lee es un poquito más extendido, pero sólo se dedica a los extraterrestres y nada tiene que ver con el tórrido trio de apasionados amantes.

Pero aún con la desprolijidad del final, Radiaciones en la Noche es mucho mejor que varios centenares de filmes serie B que uno haya visto en los últimos tiempos. A uno le queda la sorpresa del climax abrupto, pero no termina por odiar a la película ya que todo lo anterior estuvo bien hecho y fue entretenido. Lo único que uno lamenta es que la producción se haya quedado sin plata para rodar el climax que la cinta realmente merecía.