Crítica: Una Tumba a la Eternidad (Quatermass and the Pit) (1967)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorCalificada en el Top Ten - las 10 mejores películas de cine fantástico y de cultoGB, 1967: Andrew Keir (Profesor Bernard Quatermass), James Donald (Matthew Ronay), Barbara Shelley (Barbara Judd), Julian Glover (Coronel Breen), Duncan Lamont (Sladden)

Director: Roy Ward Baker, Guión: Nigel Kneale, basado en su serie de TV

Trama: Excavando en la estación de subterráneos londinense de Hobbs End, los obreros dan con el paradero de un extraño objeto metálico. La primera suposición es que es una bomba voladora alemana V2, pero cuando interviene el Profesor Quatermass, terminan por encontrar un antiquísimo esqueleto humano además de los cuerpos insectoides de varios alienígenas. El profesor concluye que los alienígenas contribuyeron a la evolución humana hace millones de años, y que parte de esa conciencia alienígena reside en multitud de humanos de hoy en día. Los problemas comienzan cuando la luz del día llega hasta la nave, activando una señal que enloquece a la población. El caos se desata en Londres mientras una figura de forma demoníaca, constituída por pura energía, se erige de manera gigantesca en la ciudad.

Nigel Kneale no fue un escritor demasiado prolífico, al menos en sus contribuciones para el cine. Pero siempre será recordado como el creador del personaje del Profesor Quatermass. Quatermass fue el protagonista de una serie de especiales de TV de los años cincuenta, y la popularidad del personaje terminó en la compra de los derechos cinematográficos por parte de la Hammer. El estudio inglés concretó, en sus inicios, dos de las tres obras que escribió Kneale sobre el personaje – El Experimento Quatermass y Quatermass II -, pero el éxito de las adaptaciones de Drácula y Frankenstein a fines de los cincuenta hizo que la Hammer terminara por decantarse hacia el terror. Recién a fines de los 60 se terminaría por adaptar el tercer capítulo de la trilogía, que es Quatermass and the Pit. El personaje tendría una cuarta entrega original en un telefilm de 1979, y una remake de El Experimento Quatermass en forma de emisión televisiva en vivo y directo en el 2005.

Quatermass es un producto eminentemente británico, y eso explica ciertas tibias respuestas en las taquillas fuera del Reino Unido. Las razones son bastante obvias: el héroe es un hombre de ciencia en sus cincuenta, que no realiza ninguna proeza física sino que se dedica a elaborar complejas teorías acerca de los extraños sucesos que se acontecen. Dista mucho de lo que los americanos entienden como héroe en el género de la ciencia ficción, amén de funcionar como una especie de experimento intelectual. A fin de cuentas Quatermass es un catalizador de ingeniosas hipótesis que elabora Kneale, y no un paladín de acción que rescata a la heroína y salva al mundo. Pero lo que resulta fascinante del personaje es que toma enigmas del mundo actual e intenta explicarlos en términos científicos suficientemente coherentes.

Quatermass and the Pit es realmente una caja de Pandora. El espectador no sabe qué giros va a tomar la historia. Hay una compleja investigación del descubrimiento arqueológico que termina por resultar fascinante – imaginen que en una excavación surgieran pruebas de vida extraterrestre; en medio de todos nosotros se encuentra enterrado un enigma del cual nunca tuvimos pruebas físicas y siempre pareció distante; e imaginen el impacto que tendría sobre el significado de nuestra propia existencia, sabiendo que razas extraterrestres influyeron en la evolución humana -. Pero a diferencia de un enfoque sensacionalista y liviano al estilo de Erich Von Daniken, Kneale construye el relato como un thriller. Podría derivarse hacia caminos tan rutinarios como las conspiraciones de silencio que suele achacarse a los gobiernos, pero decide explorar la idea en profundidad, y el film tiene cierto aire documental donde el suspenso está dado por los hechos y teorías que se descubren o elaboran a cada momento, y no por los golpes de efecto baratos que una producción americana podría hacer con el tema. En especial cuando se llega a la conclusión que imágenes de la memoria alienígena pueden haber convivido con nosotros, traduciendo la mente humana en el concepto del demonio – los alienígenas semejan enormes langostas, y su silueta es similar a una figura diabólica -. Desde la extracción de los cuerpos hasta la reproducción de imágenes de video contenidas en la nave, provocan la fascinación del espectador y termina por resultar en un filme absorbente.

Pero no todo funciona tan bien, en especial lo abrupto y descolgado del final. No tiene demasiado asidero que la nave, cuando recibe luz solar por primera vez en millones de años, produzca una señal que enloquezca a la población, o que emita una figura alienígena gigantesca que comienza a absorber toda la energía de Londres. Parece un parche impuesto a la historia para darle un grand finale, e intentar darle un tono épico al film que posiblemente no era necesario – el proceso de la investigación venía muy bien -. Aunque las secuencias finales están muy bien filmadas – la atmósfera está muy bien conseguida, y todo vaticina que puede ser este el fin del mundo -, no dejan de ser breves (posiblemente por una cuestión presupuestaria), y continúa con la tradición de la Hammer de los finales abruptos. El sacrificio de Ronay difiere escasos segundos de la secuencia de créditos, sin dar mucho tiempo como para que Quatermass pueda expedir una conclusión sobre los sucesos.

Pero más allá de esto, es un filme ejemplar de ciencia ficción pensante. Ciertamente carece de tridimensionalidad en el trazado de los personajes, pero la función que cumplen aquí es de interlocutores con las ideas del novelista, que Quatermass expresa en voz alta. En lo personal, considero que el cine inglés (y la Hammer) han desarrollado mejores productos cuando han sondeado en el género de la sci fi antes que en el terror. Y Quatermass and the Pit se constituye en modelo ejemplar de ello.

DOCTOR QUATERMASS

Las miniseries de TV basadas en el personaje de Bernard Quatermass son: The Quatermass Experiment (1953), Quatermass 2 (1955), y Quatermass and the Pit (1958). A su vez estas miniseries fueron llevadas al cine por los estudios Hammer en la trilogía compuesta por El Experimento del Dr. Quatermass (1955), Quatermass 2 (1957), y Una Tumba para la Eternidad (¿Qué sucedió entonces?) (1967). Nigel Kneale escribiría un capítulo final para el personaje, que sería La Conclusion Quatermass (1979). X: The Unknown (1956) es una seudo secuela que no fue autorizada por Nigel Kneale para llevar el título de la saga. El Experimento del Doctor Quatermass (2005) es una remake de la primera serie, hecho en vivo por la BBC.