Crítica: Quatermass y el Pozo (Quatermass and the Pit) (1958)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1958: André Morell (profesor Bernard Quatermass), Cec Linder (Dr. Matthew Roney), Anthony Bushell (coronel James Breen), John Stratton (capitan Potter), Christine Finn (Barbara Judd)

Director: Rudolph Cartier, Guión: Nigel Kneale

Trama: Una cuadrilla de obreros londinenses trabaja en un terreno baldío en Hobbs Lane, expandiendo las instalaciones de una edificación cercana. Pero en el lugar encuentran antiquísimos restos humanos – que pertenecerían a un eslabón perdido de la escala evolutiva – y deciden llamar al antropólogo Matthew Roney, el que monta una improvisada excavación para recuperarlos. Las cosas no salen como lo previsto, ya que en el desentierro de los huesos los científicos han dado con una enorme estructura que asemeja una nave espacial y está pintada con símbolos mágicos. Roney involucra accidentalmente a su amigo, el científico Bernard Quatermass, y éste decide utilizar sus influencias gubernamentales para que se instale un cerco con protección militar alrededor de la zona. El tema es que también han hallado los cuerpos de criaturas insectoides, las que presumiblemente comandaban la nave hasta el momento de estrellarse contra nuestro planeta. Analizando las evidencias, Quatermass llega a elaborar una teoría inquietante: que los insectos eran parte de una raza de alienígenas inteligentes que venía a colonizar la Tierra, trayendo a un puñado de simios – originales de nuestro mundo pero mutados genéticamente -, los cuales allanarían el camino a los colonizadores mediante el exterminio de todos los seres vivos sobre el planeta; pero como la nave cayó a tierra, sólo algunos simios sobrevivieron y evolucionaron hasta convertirse en la actual raza humana. Pero las autoridades descreen del científico, elaboran una explicación absurda – que se trata de un artefacto de propaganda lanzado por los nazis en la Segunda Guerra Mundial -, y se disponen a abrir la excavación al público. Ahora la nave alienígena se ha encendido al recibir luz solar por primera vez en millones de años, y ha activado el antiguo código genético de exterminio residente en los seres humanos provocando una masacre sin precedentes. ¿Podrá Bernard Quatermass detener el fin del mundo?

Quatermass y el Pozo (miniserie 1958) En los años cincuentas el guionista Nigel Kneale se estaba erigiendo como el pope de la ficción televisiva británica. Con tan solo 25 años escribió The Quatermass Experiment en 1953, un caso de ciencia ficción adulta, pensante e inusual para la época – en aquel entonces la sci fi era considerada algo infantil, plagada de historias entusiastas, coloridas e incoherentes -. Una enorme cantidad de gente quedó impactada por la miniserie de la BBC, razón por la cual la emisora produjo una secuela – Quatermass II – en 1955. Volvió a pasar lo mismo: los ratings explotaron, la gente quedó con la cabeza quemada y, para esa altura, Kneale ya era una figura prominente. Los derechos de estas miniseries fueron adquiridos rápidamente por una pequeña productora llamada Hammer, lo que culminó con las exitosas versiones fílmicas The Quatermass Xperiment (1955) y Quatermass 2 (1957). En 1958 Kneale se despacharía con su última entrega para la BBC, la que tendría nuevamente un suceso enorme. Pero Quatermass and the Pit demoraría más de 10 años en llegar al cine, ya que en el medio pasaron un montón de cosas: primero, Kneale se transformó en una celebridad y, celoso de la fama de su propia criatura, decidió ponerla en el freezer hasta que 20 años más tarde la rescató para despacharse con un último y desangelado capítulo, The Quatermass Conclusion (1979); segundo, la Hammer descubriría un jugoso filón cinematográfico en las adaptaciones de Drácula y Frankenstein, y abandonaría la ciencia ficción de manera casi definitiva. La versión Hammer de Quatermass and the Pit recién se plasmaría en 1967.

La que comentamos ahora es la miniserie televisiva emitida por la BBC entre diciembre de 1958 y principios de 1959, y que consiste en 6 capítulos de media hora. Como venía ocurriendo con las versiones anteriores, Quatermass es siempre interpretado por un actor diferente y aquí le llega el turno a André Morell, quien habia rechazado el rol en la primera miniserie. A su lado se encuentra Cec Linder, el que sería recordado más tarde como el desabrido Felix Leiter que acompañaba a Sean Connery en Goldfinger (1964).

Considerando la pobreza de los producciones de la BBC (más en aquella época), Quatermass and the Pit resulta más que solvente en el apartado tecnico. Hay secuencias en estudios mezcladas con exteriores rodados en celuloide, y la sincronización es impecable. Uno podría argumentar que la nave (que asemeja un tanque de agua con algunas chapas redondas soldadas) así como algunos efectos especiales son bastante toscos, pero cumplen con su función. Y, en cuanto a su “frugal” espectacularidad (el fin del mundo son los mismos 30 tipos corriendo de un lado a otro), uno puede perdonar la modestia de los medios utilizados.

Es una tira mucho más dialogada que el filme de la Hammer de 1967. Bah, tiene el doble de duración, lo que contribuye a aumentar la profundidad del análisis de la situación y las explicaciones suenan mucho más razonables. Pero, por otro lado, hay escenas demasiado estiradas como la pelea inicial entre Quatermass y los altos mandos por el control de sus proyectos científicos / militares, que consumen tiempo, no aportan nada y resultan demasiado pesadas. Mientras que el Quatermass de André Morell es un mix de carácter fuerte e inteligencia, el Matthew Roney de Cec Linder es juvenilmente entusiasta, quizás demasiado. En todo caso, me quedo con Andrew Kier y James Donald de la versión Hammer, los que daban el punto justo a los personajes.

Pero las mayores bazas de Quatermass and the Pit 1958 pasan por el grado de exposición. Al disponer de más tiempo, las teorías de Quatermass se detallan con mayor profundidad y no suenan descabelladas. Aquí figura que los insectos son marcianos, viven en un mundo que se muere (debido a las guerras raciales), e intentan sobrevivir en el planeta Tierra. Para ello han tomado simios prehistóricos, los han hecho inteligentes y planean dejarlos en la Tierra hasta que éstos dominaran el planeta y lo prepararan para una colonización alienígena. Los simios pre-humanos era máquinas de matar, siempre y cuando se activara el código genético implantado (es notable imaginar que todo esto lo escribió Kneale en los años 50 cuando no se sabía nada de genética ni estaban las teorías de “las carrozas de los dioses” de Erich Von Daniken). El aterrizaje salió mal, los insectos murieron, y los simios se liberaron de la nave estrellada… evolucionando hasta dar a luz a toda la raza humana.

Por supuesto lo de Kneale es un delirio para aplaudir de pie, ya que es ciencia ficción que desborda de ideas y de teorías. Acá la hipótesis es mucho más entendible que en el filme de 1967, en donde las cuestiones del tiempo atentaban contra la capacidad de digerir tantos conceptos por parte de los espectadores. Eso no quita que la historia tenga sus momentos en que bordea lo inverosimil – figura nuevamente la máquina lectora de pensamientos… hecha por Roney, que es un simple arqueólogo!! -, y que las mismas ideas se podrían haber presentado de otra manera más convencional y digerible. A su vez, el climax es muy extendido – ocupa los dos últimos capítulos, o sea el 33% de la historia – y se resuelve de una manera muy (pero muy) pobre. Una cadena atada a una tubería suena mucho más patético que tirar una grúa gigante encima de una fuente de enloquecedora energía marciana.

Quatermass and the Pit 1958 rebosa de ideas y de tiempo para explicarlas. Las performances son buenas. Lo que se resiente un poco es el clima sobrenatural, ya que lo suyo pasa por la sorpresa intelectual. A mi juicio la versión Hammer es mejor, aunque tiene su cuota de desprolijidades, y sin dudas son obras que merecen una respetuosa remake, ya que es sci fi cerebral y apasionante como existía antes.

DOCTOR QUATERMASS

Las miniseries de TV basadas en el personaje de Bernard Quatermass son: The Quatermass Experiment (1953), Quatermass 2 (1955), y Quatermass and the Pit (1958). A su vez estas miniseries fueron llevadas al cine por los estudios Hammer en la trilogía compuesta por El Experimento del Dr. Quatermass (1955), Quatermass 2 (1957), y Una Tumba para la Eternidad (¿Qué sucedió entonces?) (1967). Nigel Kneale escribiría un capítulo final para el personaje, que sería La Conclusion Quatermass (1979). X: The Unknown (1956) es una seudo secuela que no fue autorizada por Nigel Kneale para llevar el título de la saga. El Experimento del Doctor Quatermass (2005) es una remake de la primera serie, hecho en vivo por la BBC.