Crítica: La Conclusión Quatermass (1979)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1979: John Mills (Profesor Bernard Quatermass), Simon MacCorkindale (Joseph Kapp), Barbara Kellerman (Claire Kapp), Brewster Mason (Licenciado Gurov), Margaret Tyzack (Annie Morgan), Ralph Arliss (Kickalong)

Director: Piers Haggard, Guión: Nigel Kneale

Trama: Inglaterra, en un futuro cercano. El caos se ha apoderado de la sociedad, con los violentos tomando las calles y la gente refugiada en casas amuralladas. Hay escasez de energía y alimentos. El profesor Bernard Quatermass se encuentra retirado pero es invitado por una cadena de TV para comentar el histórico encuentro en el espacio entre astronautas rusos y norteamericanos. Pero el evento sale mal y un rayo de origen desconocido destruye ambas naves. Precisamente en el estudio de TV es que Quatermass se topa con el joven científico Joseph Kapp, quien opera un radiotelescopio y el que ha comenzado a captar extrañas señales alrededor de todo el planeta. Y esas señales se dirigen hacia lugares milenarios como Stonehenge, hacia el cual se dirigen sectas que creen que se tratan de portales interdimensionales para encontrarse con Dios. Pero las multitudes desaparecen al instante, dejando una cortina de polvo blanco tras de sí. Y para Quatermass resulta obvio que hay una inteligencia alienígena detrás de todos estos incidentes, la que está ejerciendo un control mental a nivel planetario para atraer a miles de jóvenes a esos portales y así poder abducirlos para utilizarlos como alimento para su raza. Ahora Quatermass y Kapp deberán elaborar un plan para impedir que la matanza continúe.

La Conclusion Quatermass La Conclusión Quatermass es la última y demorada entrega de una tetralogía escrita por Nigel Kneale, y basada en uno de los mejores personajes que haya existido en el género de la ciencia ficción. A decir verdad, los tres primeros títulos de Kneale – El Experimento Quatermass, Quatermass II y Quatermass y el Pozo – eran seriales producidos por la BBC en los años 50, los que pasarían más tarde a la pantalla grande gracias a los estudios Hammer en una de los pocas incursiones en la sci fi que hiciera a lo largo de toda su vida. Aún con su producción escueta, la trilogía Quatermass de la Hammer terminó siendo sensacional ya que Kneale elaboraba teorías delirantes, las respaldaba con potentes argumentos, construía excelentes personajes, desataba escenarios apocalípticos, y ponía al mando a un héroe esencialmente intelectual. El tema es que Kneale siempre fue un renegado de su propia obra – nunca se consideró un autor serio de ciencia ficción, meramente un libretista – y, cuando surgió la posibilidad de rodar una nueva secuela de Quatermass (después del éxito de ¿Qué Pasó Entonces? en 1967), a regañadientes volvió a ponerse los pantalones de un personaje que no había tocado en más de una década. El asunto fue que la Hammer terminaría por echarse para atrás, el proyecto pasaría a la BBC y éstos le dieron luz verde a principios de los 70… hasta que leyeron el nuevo libreto de Kneale y lo consideraron muy caro para producir como miniserie. Así fue que en 1973 el guión terminó cajoneado, siendo redescubierto años mas tarde por la gente de la ITV, y quienes se dispusieron a financiarlo siempre que Kneale le diera una pulida y bajara costos. Así nació la demorada La Conclusión Quatermass, cuyo formato original fue el de una miniserie en 4 capítulos y que sería editada a fin de estrenarla como película fuera de Inglaterra. La versión que comentamos es, precisamente, ésta última.

Y si bien pueden haber tijeretazos en la historia, lo cierto es que uno no puede evitar las ganas de llorar al ver en lo que terminaron convirtiendo a un personaje tan venerable. En primer lugar la producción es muy modesta, quizás demasiado. Eso no sería inconveniente si no fuera por la trama que elaboró Kneale, que termina por bordear lo lamentable. Para empezar – y quizás para abaratar costos – Kneale produjo todo un salto en el tiempo hacia uno de esos futuros postapocalipticos a lo Mad Max, con gente manejando autos blindados (y hechos trizas), edificios derruidos, faltante de comida y combustible, loquitos armados en las calles y cultos idiotas que adoran cualquier cosa que represente el fin del mundo. Después tomó al altivo y apasionado intelectual que era Quatermass, y lo transformó en un viejo jubilado, amargado y débil, una pálida sombra del perfil que tenía Andrew Kier en Quatermass and the Pit (por poner un ejemplo). Y después empezó a despacharse con críticas furiosas contra los hippies, la decadencia de Inglaterra, la corrupción de las super potencias, y un largo etcétera. Ni siquiera el tema de las abducciones masivas en lugares milenarios suena demasiado interesante, algo que el mismo Kneale admitiría en aquel momento. Entonces, ¿para qué lo escribió?.

Pero la sensación más triste que me da es que el mismo Nigel Kneale se había transformado en un viejo ultraconservador y amargado, y el Quatermass de John Mills simplemente refleja el espíritu del autor en aquel momento. El tema del movimiento hippie era ya una antigüedad en 1980 pero Kneale decidió conservarlo, simplemente porque no le interesaba la historia (o trabajar en ella para actualizarla). Toda la sarta de críticas del libreto pertenecen a un anciano que reniega de la juventud moderna y que definitivamente no la entiende. Algo similar pasa con el opaco papel de Quatermass en esta trama, en donde ya no es el entrepreneur intelectual que jugaba con cohetes y asesoraba al gobierno para convertirlo en superpotencia … simplemente porque en 1980 Inglaterra ya había pasado a ser una potencia de segundo plano, y ni siquiera había arrancado con la carrera espacial que parecía tan prometedora en los ingenuos años 50 (en donde se sitúan los primeros seriales de Quatermass). Por todo ello es que La Conclusión Quatermass parece escrita desde el cinismo y el rencor hacia la sociedad inglesa moderna, que a Kneale se le antoja decadente, violenta y descerebrada.

Eso no quita en que Kneale no se dé el lujo de escribir un par de secuencias con sabor épico, como la abducción masiva en el estadio de Wembley o el cambio de color de la atmósfera de todo el planeta – que ha empezado a verse verde debido al polvo que han dejado millones de personas al ser vaporizadas por los alienígenas -, y que son un resabio de los monstruos gigantes que atacaban catedrales y centrales atómicas en las aventuras “cincuenteras” del profesor. Pero, por el resto, es una historia muy blanda y chata, plagada de cosas ridiculas como los lideres hippies con la cara pintada con 2 P (de Planet People, gente del planeta, y que es el nombre del movimiento), hablando de amor a cada rato mientras destruyen a palazos el laboratorio de Simon MacCorkindale (Manimal!). Los escenarios están hechos con dos mangos y se nota; los dos protagonistas principales son unos muertos de frío, y el resto del cast parece salido de una obra de teatro amateur; y ni siquiera la explicación intelectual del fenómeno de turno termina siendo muy satisfactoria que digamos – Quatermass deduce (quien sabe cómo) que se trata de una máquina alienigena que cosecha alimentos … pero no tiene ni idea en dónde puede estar -. (alerta spoilers) Incluso el climax sólo sirve para confirmar el desprecio que Kneale había tomado hacia su personaje, liquidándolo sin demasiados miramientos, sin considerar siquiera que estaba matando a toda una leyenda de la sci fi. (fin de spoilers).

La Conclusión Quatermass sólo es para completistas de la saga del personaje. Por lo demás, es mediocre y con pobres valores de producción. La dirección y las performances son muy chatas … pero el libreto – proveniente del mismo autor que se hizo famoso con semejante personaje legendario – es un insulto escupido a la cara de los fans de la saga. Es el típico caso de un autor que ha terminado odiando a su criatura y, en este caso, la termina involucrando en una obra que mezcla critica amarga con ridiculez por partes iguales, plantándole una lápida monumental como para que le resulte imposible regresar.

DOCTOR QUATERMASS

Las miniseries de TV basadas en el personaje de Bernard Quatermass son: The Quatermass Experiment (1953), Quatermass 2 (1955), y Quatermass and the Pit (1958). A su vez estas miniseries fueron llevadas al cine por los estudios Hammer en la trilogía compuesta por El Experimento del Dr. Quatermass (1955), Quatermass 2 (1957), y Una Tumba para la Eternidad (¿Qué sucedió entonces?) (1967). Nigel Kneale escribiría un capítulo final para el personaje, que sería La Conclusion Quatermass (1979). X: The Unknown (1956) es una seudo secuela que no fue autorizada por Nigel Kneale para llevar el título de la saga. El Experimento del Doctor Quatermass (2005) es una remake de la primera serie, hecho en vivo por la BBC.