Crítica: Pyrokinesis, la Mente del Mal (2000)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japon, 2000: Akiko Yada (Junko Aoki), Hideaki Ito (Tada Kazuki), Kaori Momoi (Detective Ishizu), Hidenori Takeyama (Masaki Kogure), Masami Nagasawara (Kaori Kurata)

Director: Shusuke Kaneko, Guión: Shusuke Kaneko, Koto Yamada & Masahiro Yamada, basado en la novela de Miyuki Miyabe

Trama: Junko Aoki es una chica que vive atormentada debido a que posee el poder de crear incendios con la mente – conocido como Pirokinesis -. En una reunión de trabajo conoce al apuesto Tada Kuzuki y a su hermana Yukie. Pero cuando Yukie regresa a su casa – acompañada por Junko – es atrapada por una banda de criminales y termina por ser asesinada. Angustiada por ello, Junko decide ayudar a Tada con la venganza de la muerte de Yukie, y le revela su poder. El sospechoso principal es un muchacho adinerado llamado Masaki Kogure, quien lidera una pandilla que comete asesinatos para ser filmados y vendidos como videos snuff. Pero a medida que sigue los pasos a Kogure, Junko descubrirá que hay un grupo de individuos con poderes especiales como el de ella, que se hacen llamar los Guardianes, y que también se encuentran tras la pista del asesino para poder ajusticiarlo.

Pyrokinesis, la mente del mal Este es un film de Shusuke Kaneko, que quedara en el medio entre el rodaje de la formidable trilogía moderna de Gamera y la filmación de Godzilla, Mothra and King Ghidorah: Giant Monsters All-Out Attack. Aquí Kaneko ya está en las filas de la Toho, y se aventura con este relato de ciencia ficción basado en una popular novela de Miyuki Miyabe.

En un principio uno cree anticipar que Pyrokinesis va a ser una especie de Firestarter – el film sobre el libro de Stephen King, con Drew Barrymore como una niña que puede generar bolas de fuego con la mente -, y el comienzo de la película parece ir en ese mismo sentido. Junko Aoki posee esos poderes desde el nacimiento, e incluso ha matado accidentalmente a un abusador de chicos en su infancia, algo que la atormenta constantemente. Así mismo carece de demasiado control sobre su don, los cuales dependen de sus estados emocionales. Y al momento en que se genera el hecho movilizador del film, Aoki entra en modo vengador a full, liquidando maleantes sin cesar, aunque sin encontrar paz para su conciencia.

Pero lo que puede parecer una especie de versión fantástica de El Vengador Anonimo a la japonesa se convierte, a mitad de camino, en una suerte de X Men nipona. Y más que los X-Men, Kaneko perfila el relato como si fuera un capítulo de Heroes – no sería nada raro que Tim Kring, el creador de la serie del 2006, se hubiera basado en unas cuantas ideas de Pyrokinesis para generar su epica de superhéroes viviendo en el mundo corriente y de manera anónima -. A mitad de camino Aoki se topa con un par de personajes que pueden generar fuego, leer la mente de las personas e incluso controlarlas mentalmente, los cuales están organizados como una banda de vigilantes que se hace llamar los Guardianes. Esto sirve para generar un clímax a puro efectos especiales que termina por resultar espectacular.

Pero Pyrokinesis es un film con problemas de ritmo narrativo. El libreto no termina de obtener el equilibrio entre el desarrollo de escenas que plantea Kaneko y los pasos de la historia que marca la novela de Miyabe. Dicho de otro modo, es como un auto que acelera constantemente, y no reduce la marcha en los lomos de burro que hay cada 500 metros. Por ejemplo, el comienzo de la película es muy fluído, pero al momento que Aoki le revela sus poderes a Tada, el film pega un repingo en la credibilidad que queda con las ruedas en el aire. Luego retoma el ritmo y uno se acostumbra hasta que aparecen los Guardianes, otra escena en que la película vuelve a patinar muy mal, y así el resto del tiempo. Para colmo, esas escenas de transición, introduciendo temas o personajes nuevos, rozan muchas veces lo ridículo – el díalogo entre Aoki y el joven que posee control mentral es atroz, amén de que el personaje es un completo paracaidista en medio del relato -. También el tema de los Guardianes es algo que queda en veremos, ya que dicen que es un grupo y sólo se ve a uno de ellos que, dicho sea de paso, es bastante inútil como superheroe. Y en el medio hay un par de policías que siguen la pista a Aoki, a los cuales también les corresponde su cuota de escenas ridículas – mínima, pero suficiente para arruinar las virtudes del resto del relato -. De todos modos, la que compensa (y se roba la escena a cada rato) es Kaori Momoi como la veterana detective Ishizu: cansada, con dolor de huesos, que trata a todos como si fueran sus hijos. Es un personaje realmente fascinante y que inclusive plantea una tensión sexual light con el joven policía que la acompaña. Este es un duo que bien podría haber tenido continuidad en el cine fantástico japonés como una versión local de Mulder y Scully.

Pyrokinesis es una película potable, en donde el relato presenta algunos problemas de continuidad y está plagado con un puñado de escenas ridículas. La acción está muy bien filmada, pero también tiene su cuota de pavadas. Uno, a esta altura, empieza a pensar que la calificación de tres estrellas (o tres “atómicos”) que damos, ya no sirve para tildar un filme como bueno sino de “aceptable con lo justo”. Y Pyrokinesis llega con las últimas gotas de combustible a la recta final. Ni el virtuosismo de Kaneko en algunas secuencias, ni los personajes pintorescos que suele incluír el director logran compensar algunos problemas importantes de estructura y tono que opacan la historia. De no haber sido así, el film podría haber sido brillante.