Crítica: Un Puente Demasiado Lejos (1977)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA / GB, 1977: Dirk Bogarde (teniente general Frederick A.M. Browning), James Caan (sargento Eddie Dohun), Michael Caine (teniente coronel John O.E. Vandeleur), Sean Connery (mayor general Robert E. Urquhart), Edward Fox (teniente general Brian G. Horrocks), Elliott Gould (coronel Robert Stout), Gene Hackman (mayor general Stanislaw F. Sosabowski), Anthony Hopkins (teniente coronel John D. Frost), Hardy Krüger (mayor general Ludwig), Ryan O’Neal (brigadier general James M. Gavin), Laurence Olivier (Dr. Jan Spaander), Robert Redford (mayor Julian Cook), Maximilian Schell (teniente general Wilhelm Bittrich)

Director: Richard Attenborough, Guión: William Goldman, basado en la novela homónima de Cornelius Ryan

Trama: Septiembre de 1944. Después del Dia D, los aliados se han extendido por Europa pero encuentran que su avance es más lento de lo esperado. El general británico Montgomery traza un plan para una campaña relámpago llamada operación Market Garden, y que consiste en lanzar 35.000 hombres en paracaídas, dispersos cerca de las líneas enemigas en la frontera entre Holanda y Alemania, para tomar un grupo de puentes esenciales. El plan sólo funcionará adecuadamente si la infantería recibe el veloz apoyo del cuerpo de blindados comandado por el teniente coronel Vandeleur, y considerando de que es una zona escasamente vigilada. Pero los informes de inteligencia son erróneos, hay numerosas complicaciones con la logística de provisiones y armamento, y los retrasos son considerables. Ahora una enorme porción de las fuerzas de asalto ha quedado rodeada por el ejército alemán, y todo presagia que será una masacre a menos de que se tomen medidas desesperadas.

Un Puente Demasiado Lejos La Operación Market Garden (acaecida entre el 17 y el 25 de setiembre de 1944) fue un intento por acortar la guerra mediante un golpe más atrevido que brillante. Con la idea de apoderarse de la hilera de puentes de la frontera holandesa de manera rápida y efectiva, se lograría una incursión en territorio alemán – específicamente, el avance hacia la zona industrial del Ruhr, para tomar las fábricas de armamento germanas – que brindaría una conclusión veloz a la guerra, estimada para diciembre de 1944. El ideólogo detrás del plan fue el controvertido general Montgomery. Uno no conoce tanto de historia de la Segunda Guerra Mundial como para desarrollar una tesis si realmente Montgomery era un militar brillante, o simplemente un caprichoso personalista que peleaba espacios de poder en el alto mando aliado. En general, el perfil de Montgomery no difiere mucho del general Patton, Charles de Gaulle, Winston Churchill, Mac Arthur y otros militares y políticos que exigían demandas (o se les daba lugar) de acuerdo a sus caprichos personales. Uno piensa que hubo una buena cantidad de generales anónimos que ayudaron a concretar la victoria aliada en Europa; pero también hubo un puñado de estrellas – por sus victorias resonantes, por sus discursos políticos o por el lugar que le había dado la historia como líderes en el exilio – que se la pasaban peleando o realizando acciones acordes a satisfacer sus egos personales. Yo no creo en la legendaria eficiencia de esos líderes, sino los veo como un grupo de ambiciosos deseando adjudicarse méritos por acciones más atrevidas que inteligentes, y a veces a costa de una enorme cantidad de vidas humanas. En el caso de la operación Market Garden, los comentarios finales de Montgomery – “fue una operación 90% exitosa” – son las de un obvio cretino, que se abrió paso a codazos en el alto mando aliado para reclamar que él – como militar británico – debía generar un plan de importancia similar al Dia D. Así es como lanzó el mayor raid aéreo de la historia para despachar miles de tropas mal aprovisionadas contra una resistencia monumental, y con un pésimo planeamiento de tiempos y recursos.

En general las películas de guerra – y en especial, las de casting multitudinario al estilo de El Dia Mas Largo del Siglo (1962) – suelen ser docudramas, en donde la presencia de las estrellas funciona más como un recurso memotécnico que como otra cosa (Michael Caine es el jefe del escuadrón de tanques!; Sean Connery es el inglés atrapado entre las fuerzas alemanas!), y el libreto desborda de edulcorante hacia el heroísmo de las fuerzas aliadas. Discursos ridículos, escenas armadas para la emoción fácil, y un puñado de idiotas en el frente nazi que se deja vencer de la manera más tonta. Equilibrio no es el calificativo más aplicable a este tipo de películas. Por suerte Un Puente Demasiado Lejos provee un rango de realismo dramático mas amplio – dentro de lo más objetivo que se pueda esperar del pasaje de un suceso histórico por el tamiz de la ficción de un escritor – que al menos pinta las cosas no tan brillantes. Hay un par de momentos (reales o no) elaborados con ese heroísmo artificial empalagante, como el rescate de un compañero moribundo por parte de James Caan o la secuencia en el hospital montado en su casa con Liv Ullman; pero el resto se ve creíble. Es la historia de un fracaso maquillado de éxito, y de una terrible masacre impulsada por egocéntricos cerebros militares.

En el fondo el estilo de la narración de Un Puente Demasiado Lejos no difiere demasiado que el de una película clásica de atracos, en donde los planes terminan por irse a los caños cuando aparece la Ley de Murphysi algo puede salir mal, seguramente lo saldrá -. La diferencia estriba en que los asaltos a los bancos suelen terminar bien, y aquí todo resulta en un desastre. Aún así, el mensaje antibelicista del guión queda algo diluído entre la enormidad de frentes y personajes que la historia debe cubrir. Pero para compensar esto hay dos factores brillantes: el primero es que el texto está basado en la obra de un escritor – Cornelius Ryan -, el cual ha tamizado y rearmado escenas de manera que cada una de ellas resulte interesante sin sonar a manipulación artificial. El otro factor es la impecable dirección de Richard Attenborough – que precisaba que el filme fuera un éxito para poder despegar su proyecto personal de Gandhi (1982) -. Attenborough es sumamente didáctico a la hora de explicar el desarrollo paso a paso de la operación y todas sus eventuales fallas; tiene un timing excelente para darle aire a cada uno de los actores y hacerlos que brillen en las porciones del film que le corresponden; y sobre todo, genera una enorme cantidad de escenas con tensión y sorpresa. Entre Attenborough y el libro de Ryan, Un Puente Demasiado Lejos es una visión épica y multitudinaria pero sumamente interesante en cada una de sus partes. Los díalogos y las situaciones están reimaginados con brillantez, y son interesantes sin caer en el discurso panfletario fácil.

El elenco es uniformemente muy bueno. Es difícil decidir cuál es el más destacado, si el ladino Dirk Bogarde, el desesperado Sean Connery, el calmo Michael Caine, el ácido Anthony Hopkins, el mal hablado Elliot Gould, o el enfurecido Gene Hackman. Creo que en todo ese cast, el que sobresale – por un poco – es Robert Redford. Su mayor Cook es un hombre que entiende a sus soldados y tiene una relación de perfecta camaradería; y es un individuo realmente sensato, que se da cuenta que le están obligando a emprender una acción desesperada y demencial – cruzar en bote el río frente a toda la línea de ametralladoras alemanas – simplemente porque no hay otra manera de avanzar. Esa escena es el más claro antecedente del infernal desembarco orquestado por Steven Spielberg en Rescatando al Soldado Ryan. Es sencillamente shockeante.

Quizás Un Puente Demasiado Lejos no sea la mejor película de guerra, pero está implementada de manera brillante. Entretiene, asombra, instruye, es espectacular y está sólidamente actuada. También es cierto de que marca el fin de una época – después de esta película, el cine bélico de la Segunda Guerra Mundial entraría en cuarteles de invierno y ya no se generarían más superproducciones de este estilo -, pero creo que es un glorioso capítulo final para un género que hizo historia.