Crítica: Primer (2004)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2004: Shane Carruth (Aaron), David Sullivan (Abram Terger), Carrie Crawford (Kara), Casey Gooden (Robert), Anand Upadhyaya (Phillip)

Director: Shane Carruth, Guión: Shane Carruth

Trama: Aaron y Abram son dos de los integrantes de un equipo independiente de científicos y técnicos que se encuentran experimentando en un garage con el fin de crear una máquina prototipo que permita aligerar el peso de los objetos mediante el uso de campos de fuerza. El dúo decide radiar a los otros socios y comenzar a probar sus propias teorías para avanzar mas rápido con el experimento. Pero Abram termina descubriendo accidentalmente que el dispositivo acelera tanto el crecimiento de semillas como la medición de los relojes, y ambos llegan a la conclusión que han desarrollado una máquina del tiempo. Construyendo dos modelos mayores a escala humana, Abram y Aaron decide experimentar con sí mismos. Setean las máquinas a una determinada hora, se van a un hotel aislado, chequean los resultados de la bolsa, regresan a las máquinas y retroceden al punto inicial, lo que les permite hacer jugosas diferencias en el mercado de valores. Pero en uno de los viajes Aaron lleva consigo el celular, y las líneas temporales comienzan a distorsionarse ya que ha provocado una paradoja. Y ahora ambos científicos empiezan a caer en una espiral de acontecimientos impredecibles, en donde los intentos de repararlos sólo consiguen empeorar las cosas.

Primer (2004) Primer es el filme de culto del novel director independiente Shane Carruth. Financiado con sólo 7.000 dólares, Carruth presentó la película en el festival de Sundance en el 2004 e inmediatamente comenzó a cosechar premios a mansalva y a generar un fuerte boca a boca. La razón fundamental del éxito de Primer estriba en que se trata de ciencia ficción pensante, pura y dura. Con cero efectos especiales, el filme de Carruth triunfa en base a ideas. El problema es que la densidad narrativa convierte a la película en excesivamente críptica y casi inentendible.

Hay dos aspectos que caben diferenciar para valorar a Primer como corresponde. El primero es el intelectual, en donde Carruth parece haber puesto toda la carne en el asador. Es obvio de que aquí estamos tratando con metodología y términos científicos reales, con lo cual una enorme parte de la jerga y de las teorías son incomprensibles. Esto no representaría un problema en sí – ya hemos hablado acerca del funcionamiento del melodrama científico del estilo de CSI o Dr. House, en donde hay un maremagnum de palabrería técnica y, de vez en cuando, algún línea símple es bajada para que el público entienda de qué va el asunto -, si no fuera que Carruth decide ignorar olímpicamente al espectador en ese sentido. Con lo cual se pasa al segundo tema que es el narrativo. Mientras que intelectualmente es brillante, Primer es un desastre en cuanto al diálogo de ideas con la platea. Pareciera que el director / guionista se hubiera extasiado con sus propias teorías pero se olvidó de cómo explicarlas al público. Eso no significa que la platea sea idiota o deban explicarle todo al nivel de un niño de cinco años; hay filmes densos en ideas pero que se pueden seguir con cierta facilidad como Pi de Darren Aronofsky – que es una película que comparte muchas similitudes con Primer en cuanto al enfoque, pero está mucho mejor dirigida que la historia de Carruth – .

La idea es esta: dos científicos crean accidentalmente una máquina del tiempo. La máquina lo que hace es llevar su contenido al futuro y traerlo. Al dúo de científicos se le ocurre que construyendo una máquina a escala humana le permitiría salir a la persona en el futuro (o si está en el futuro, regresar al pasado). Precisamente tomando esta última premisa, deciden hacer trampa. Activan la máquina, se van por ahí y se esconden en un hotel, se aíslan para no generar paradojas, pasan unas horas y se enteran de los resultados de la bolsa de valores. Regresan a la máquina, la cual los trae de vuelta al tiempo presente. Los Aaron y Abram originales ahora se van a invertir en la bolsa mientras que la versión 2 de ellos sigue yendo a un hotel para esconderse y regresar en el tiempo infinitamente.

El problema es que, aún habiendo visto la película, tuve que ver una infografía de la Wikipedia sobre la trama para entender cómo funcionaba el viaje en el tiempo que plantea el filme. Y esto es porque a Carruth no le calienta en absoluto dar dos minutos de exposición relativamente simple para detallar el dispositivo fundamental de toda la historia. Si lo hace, es sobre la marcha y sin el más mínimo interés didactico. Por el contrario, Carruth empieza a apretar el acelerador provocando situaciones – paradojas – y metiéndose en terrenos cada vez más complejos. Cuando Aaron lleva consigo el celular (mientras está escondido en el hotel), éste suena y hay un momento de duplicidad – el original está en el hotel con el celular; pero su doble del futuro coexiste con él, está trabajando y también tiene el mismo celular -. A partir de allí, la historia se complica cada vez más y por motivos no muy claros. Hay una subtrama no muy bien explicada sobre el sponsor del proyecto, que se vuelve loco en una reunión y empieza a matar a la gente a escopetazos. Aaron y Abram vuelven una y otra vez al pasado para desarticular la matanza, pero a su vez el asesino también ha encontrado las máquinas del tiempo (¿wtf?) y regresa. Y, para impedir la matanza, Aaron regresa continuamente, coexistiendo con sus dobles (de otros intentos fallidos), a los cuales debe dopar para que estén fuera de escena mientras él repite diálogos y acciones hasta llegar a la hora de la reunión de la masacre. Es algo parecido a Volver al Futuro (cuando Marty volvía a la reunión de colegio donde se conocieron sus padres), pero con mucha menos onda.

Pero si la subtrama del sponsor asesino carece de lógica, peor aún es el origen de las dos máquinas del tiempo a escala humana. Simplemente aparecen, y sin motivo aparente. Abram se lleva a Aaron frente a un hangar de depósitos de alquiler con el pretexto de teorizar sobre lo ocurrido con las semillas y los relojes, y de pronto ven a un clon de Abram salir del hangar. Chequean el registro del lugar y encuentran el depósito que alguien había alquilado con su nombre (ellos mismos en alguno de sus viajes), y descubren las máquinas. ¿Cúando las construyeron?. Si son las personas y no las máquinas las que viajan en el tiempo, ¿cómo los aparatos aparecen en el pasado?. Quizás el problema pasa acá porque la aparición del clon de Abram es un golpe de efecto sin ninguna lógica. Era mucho más coherente seguir la historia de un modo líneal – ellos teorizando y terminando por crear las máquinas -. (Sí, sobre el final hay una seudo explicación de este momento, pero a esa altura uno ya se encuentra a miles de años luz de cualquier posibilidad de seguir la trama como corresponde). Pero, en general, a toda la historia le ocurren momentos similares, en que parece que escenas enteras (u hojas del guión) hubieran sido podadas u omitidas.

La gente y la crítica podrá alabar a Primer por su densidad intelectual. No soy Einstein pero tampoco un hombre de Cromagnon, y la película definitivamente se escapa a mi comprensión. Lo que concluyo es que aquí hay una historia brillante malograda por un pésimo director. Hay ideas geniales pero un interés cero del autor por explicarlas en un nivel mínimamente entendible. Y aún diseccionando toda la trama, uno encuentra agujeros de coherencia – el asesino, la existencia de las máquinas -, que sólo sirven para añadir confusión, especialmente tal como están presentadas. Carruth debería haber tomado lecciones de Darren Aronofsky sobre cómo crear un thriller intelectual denso, efectivo y entendible. Así como está, Primer solo resulta en una brillante pedantería intelectual cuya densidad impide disfrutarla como corresponde.