Crítica: Priest: El Vengador (El Sicario de Dios) (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2011: Paul Bettany (sacerdote), Cam Gigandet (Sheriff Hicks), Karl Urban (sombrero negro), Maggie Q (sacerdotisa), Lily Collins (Lucy Pace), Brad Dourif (vendedor), Christopher Plummer (monseñor Orelas), Alan Dale (monseñor Chamberlain), Stephen Moyer (Owen Pace), Mädchen Amick (Shannon Pace)

Director: Scott Stewart, Guión: Cory Goodman, basado en la novela gráfica homónima de Min-Woo Hyung

Trama: En un futuro alternativo la Tierra habrá quedado semi arrasada debido a una ancestral pelea entre los humanos y los vampiros. La guerra ha sido ganada por un cuerpo de élite entrenado por la Iglesia y conocido como los sacerdotes. Pero en una de las últimas refriegas del conflicto los vampiros atrapan a uno de los sacerdotes y lo convierten, volviéndose en su líder con el paso del tiempo. Ahora el renegado planea vengarse de aquellos que lo abandonaron a su suerte, construyendo un masivo ejército de criaturas y convirtiéndolo en una imparable máquina de destrucción. Pero las acciones de los vampiros son silenciadas por la Iglesia, que mantiene a la población ignorante y encerrada tras los gigantescos muros de las pocas ciudades que quedan. Ahora un sacerdote – y antiguo amigo del renegado – ha escapado de la ciudad, decidido a descubrir la verdad y enfrentar la amenaza; pero lo que desconoce es que el renegado ha capturado a su sobrina, a la cual planea utilizar como moneda de cambio cuando llegue el momento de verse frente a frente.

Priest: El Vengador (2011) Entre 1998 y 2007 se publicaron 16 volúmenes del manhwa (el equivalente coreano del manga) Sacerdote (Priest), el cual tuvo una repercusión notable en el sur de Asia. Era una historia épica que abarcaba desde la antigüedad hasta las cruzadas y la época del lejano oeste, narrando la batalla entre una horda de ángeles caídos (celosos del amor de los hombres por Dios) y el resto de la humanidad. Al final se formaba un cuerpo de guerreros – denominado sacerdotes – que combatían a los ángeles renegados. La historia llamó la atención de Hollywood, y en el 2005 se adquirieron los derechos para generar una adaptación para la pantalla grande. Pero el proyecto cayó en el típico development hell durante un lustro, pasando por diversos directores y actores hasta que fue a parar a manos de Scott Stewart, el mismo de Legion. Y, viendo el producto terminado, uno puede concluir un par de cosas: primero, que alguien le dijo a Paul Bettany (cuando era niño) que parecía un angelito, el tipo se lo tomó en serio y pasó la mitad de su carrera interpretando a sacerdotes y emisarios celestiales; lo segundo es que Priest, El Vengador es superior a Legion por amplio margen aunque tiene su cuota importante de fallas, muchas de las cuales terminan por arruinar una premisa con mucho potencial.

Uno debe partir de la base que el filme tiene poco y nada que ver con el comic coreano. En vez de los ángeles caídos de la historieta original tenemos vampiros, y todo lo que sigue es un Weird Western en donde los chupasangres vienen a jugar el típico papel de indios. Imaginen a Paul Bettany como un antiguo miembro de una legión de pistoleros que limpió el oeste de indigenas y que ahora un antiguo compañero – que fue raptado y reconvertido por los indios – regresa para vengarse de él y del resto del mundo que lo abandonó. Otra que Danza con Lobos.

Los problemas con Priest, El Vengador pasan por una cuestión de credibilidad básica. A los cinco minutos de comenzado el filme, o usted abraza la historia o le prende fuego al cine. El tema no pasa porque sea un Western excéntrico en un ambiente futurista y plagado de vampiros – ojalá solo se restringiera a eso -, sino porque la historia empieza a disparar muchos más conceptos de los que uno puede digerir. Por ejemplo, que la humanidad vive en ciudades estado, regidas por una dictadura conformada por la Iglesia Católica. Que las metrópolis se ven como una mezcla de Blade Runner, 1984 y El Vaticano. Que la Iglesia formó a un grupo de élite – llamado los sacerdotes -, quienes son extraordinarios en combate y vencen a mano limpia a decenas de vampiros (alguien dijo Equilibrium?). Que alrededor de las ciudades hay estatuas gigantes (alguien dijo El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo?), construidas en medio de desiertos inmensos, y donde aún vive gente que pretende cultivar algo en las planicies estériles. Y que los vampiros han sido restringidos a reservaciones (en donde mantienen gente infectada como sus esclavos), a pesar de que se trata de una amenaza que la humanidad ha intentado exterminar durante siglos y siglos.

Sí, hay momentos en que la historia se siente como un collage de películas anteriores y superiores a esta. Cuando Priest, El Vengador logra salir de la mezcolanza de influencias y se mete de lleno en el terreno del Weird Western, es cuando mejor funciona. Eso no quita que, por cada escena buena, haya una mediocre. Como en el primer ataque de los vampiros, en donde los granjeros se ven demasiado limpios, maquillados y cargados de botox como para verse como gente curtida que vive en medio del desierto. O como en la mayoría de los combates, en donde los sacerdotes no parecen humanos entrenados sino supermanes capaces de hacer cosas imposibles. En un momento Paul Bettany pelea con una bestia que se ha ido a un lugar muy alto… y Maggie Q lanza adoquines al aire, los que terminan siendo usados por Bettany como si fuera escalones para pisar en ellos, alcanzar la cima y voltear a la criatura (tsunami de wtf!!).

Pero si uno le perdona los problemas de credibilidad y/o ridiculez de algunas escenas, verá que Priest, El Vengador tiene ideas muy ricas y su cuota de aciertos. Las performances son muy buenas, en especial la de Karl Urban que es un villano efectivo. Aquí todo pinta para una franquicia interesante – el filme se encarga de dejar una buena cantidad de cabos sueltos como para disparar una posible secuela -, la que podría tener potencial si va a parar a manos de otro director más equilibrado. Lamentablemente la recaudación fue muy tibia y la crítica se encargó de despedazarla, con lo cual jamás veremos como sigue la historia.