Crítica: Postal (2007)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Alemania / Canada, 2007: Zack Ward (el tipo del camión de correo), Dave Foley (tío Dave), Chris Coppola (Richard), Jackie Tohn (Faith), Chris Spencer (oficial Greg), Larry Thomas (Osama bin Laden), Verne Troyer (como él mismo), Ralf Moeller (oficial John)

Director: Uwe Boll, Guión: Uwe Boll & Bryan C. Knight, basados en el juego homónimo de la firma Running With Scissors

Trama: Nuestro héroe es un desocupado que está casado con una mujer obesa y ninfómana, y al cual nadie parece respetar. El muchacho va a visitar a su tío Dave, quien regentea un culto new age que predice el inminente fin del mundo. Pero Dave está demasiado endeudado con el fisco y le pide ayuda a su sobrino para cometer una estafa que los salve económicamente a los dos: el robo y posterior venta en Internet de los rarísimos muñecos Krotchy, los que cotizan a 4.000 dolares cada uno. El dúo se dispone a ejecutar su plan, infiltrándose en el neo nazi parque de diversiones Pequeña Alemania, regenteado por el odiado director de cine Uwe Boll. El problema es que los terroristas de Osama bin Laden también quieren apoderarse de los muñecos, ya que los van a utilizar para dispersar la gripe aviar en todo el país. Entre los policías racistas y los terroristas que lo persiguen, el muchacho terminará por enloquecer y comenzará a matar a todo el que se interponga en su camino; y en pleno ataque de furia, empezará a vengarse de todos los que le han faltado el respeto hasta ahora.

Postal La historia de Postal es tan anárquica como la de su firma creadora, Running With Scissors. En un principio la empresa se dedicaba a desarrollar videogames infantiles basados en licencias de dibujos animados – tal como Tom & Jerry – hasta que un día decidieron hacer algo independiente y radical y pasaron a llamarse Running With Scissors (Corriendo con Tijeras). El primer y único videojuego que han desarrollado hasta ahora – que se ha prolongado con diversas versiones y secuelas – ha sido Postal, un ambiguo término yanqui que se refiere tanto a los empleados del servicio de correo como a un ataque de furia asesina. Precisamente el protagonista era un cartero que pasaba un mal día y le sobrevenía una ataque sicópata al mejor estilo de Michael Douglas en Un Dia de Furia (1993). El juego a todas luces políticamente incorrecto, y el protagonista juntaba puntos por matar vecinos, embarazadas, terroristas, etc. de la manera más sangrienta posible. La infame fama del juego llego a oídos de Uwe Boll a través de una sugerencia de sus fans (!) en su blog, y rápidamente obtuvo los derechos para la versión cinematográfica. Lo que más le interesaba a Boll era utilizar la naturaleza anárquica de la historia para despacharse con una sátira feroz que disparara también a los críticos de su filmografía. Increíblemente Postal termina siendo no sólo una de las mejores obras de Boll, sino también uno de los pocos filmes que han dado ganancias reales. Recordemos que Boll depreda sin piedad una ley alemana de estímulo a la cinematografia, la que cubre todos los costos y aún las pérdidas de manera excesivamente indulgente (el día que anulen esa ley, Boll desaparece de la industria).

Yo no odio a Boll. Hay directores peores que él, y mucho más caóticos al momento de armar historias. En todo caso Boll es un ladrón compulsivo de estilos narrativos de otros directores mucho mejores que él – depredando desde Peter Jackson a Steven Spielberg -, y que inserta dichos estilos en todas sus películas, aún cuando resulten chocantes con la fluidez que venía manteniendo el relato hasta ese momento; además está el hecho de que sus guiones son desprolijos, y elige a los actores más inadecuados para los papeles que decide asignarles (¿recuerdan el casting de Burt Reynolds como rey medieval en En el Nombre del Rey?). Pero todas esas tendencias han ido mejorando con el tiempo y Boll se está transformando en un director cuasi potable, lo que no quita que aún le queden desprolijidades. Acá el cast que reúne es muy bueno, con la excepción del detestable Chris Coppola que sobreactúa de manera salvaje. Incluso la historia tiene algunas escenas memorables por lo zarpado y políticamente incorrecto, que podría decirse que Boll tuvo instantes de inspiración de alto vuelo.

Yo no soy norteamericano, así que las bromas sobre el 11 de Setiembre del 2001 no me afectan. Oh si, uno está en contra del terrorismo y todo eso, bla, bla, pero también es cierto es que los norteamericanos se han puesto en un papel de primeras víctimas de la historia que ya termina por molestar (su dolor es más fuerte que, por ejemplo, las víctimas del holocausto judío). Por eso es que uno se ríe fuerte con el gag inicial – los terroristas que raptan el avión no quedan muy conformes con la cantidad de chicas vírgenes que le prometieron recibir en el paraíso, por lo que intentan desviar el rumbo hacia las islas Bahamas pero la tripulación justo irrumpe en la cabina de mando y terminar por estrellarse en las torres gemelas, justo cuando un limpiador de vidrios estaba terminando con un ventanal -, y en general termina de festejar el 90% de los chistes incorrectos de Uwe Boll. El tema es que el filme no logra mantener ese ritmo de humor ácido durante todo el tiempo, y en la segunda mitad entra en una laguna creativa que Boll rellena a fuerza de tiroteos no muy inspirados. Pero por lo demás es un compendio de atrocidades que van de los simpático a lo patético: la matanza en la cola de desempleo mientras Zack Ward busca tickets de turno de número bajo en los cadáveres para ser atendido primero; los terroristas entusiastas que van a abrazar los inspectores del fisco mientras se inmolan con un cinturón bomba; Osama bin Laden asistiendo a seminarios de ejecutivos sobre cómo dominar de manera cruel a sus subordinados; Uwe Boll dirigiendo un parque de diversiones neo nazi (financiado con oro del Reich!) y admitiendo que es pedófilo; la matanza de niños, embarazadas y bebés; el romance entre Osama y George Bush en medio de una lluvia de bombas atómicas (que es algo surrealista y haría las delicias de Stanley Kubrick); y así una decena de situaciones más.

El guión de Uwe Boll parodia la relación Osama – Bush Jr. (que tiene su parte de cierto, ya que ambos hicieron negocios juntos en el pasado), pero el resto es un compilado de humor ofensivo sin un objetivo muy claro. Es una sátira (política, social) que pierde enfoque durante el desarrollo, y que recién en los cinco minutos finales parece retomar la senda. Sin duda hay momentos deliciosos y otros bastante risqué, pero en conjunto termina siendo algo muchísimo más original e innovador que el resto de las adaptaciones de segunda mano que ha pergeñado Uwe Boll en los últimos años. Como homenaje al controvertido juego de origen, Postal es acertada. Como comedia negra, Postal es despareja pero tiene sus momentos. Y creo sinceramente que si Boll continuara por esta senda cómica podría transformarse en un director interesante, incluso hasta el grado de redimirse con los criticos. Por todo ello es que recomiendo Postal, ya que es un experimento “made in Uwe Boll” que vale la pena ver.