Crítica: Pompeii: La Furia del Volcán (2014)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Canadá / Alemania / GB, 2014: Kit Harington (Milo), Kiefer Sutherland (Corvus), Emily Browning (Cassia), Adewale Akinnuoye-Agbaje (Atticus), Carrie-Anne Moss (Aurelia), Jared Harris (Severus)

Director: Paul W.S. Anderson – Guión: Janet Scott Batchler, Lee Batchler & Michael Robert Johnson

Trama:  Pompeya, año 79 Antes de Cristo. Debido a su fama de salvaje e invencible el gladiador Milo – procedente de Londinium y prisionero de los romanos desde que era niño – ha sido importado para deleitar a las élites del Imperio que residen en la ciudad. Allí también ha llegado Cassia, la cual viene escapando del acoso de un senador romano ocurrido durante su estadía en la capital; pero enorme será su sorpresa al descubrir que Corvus también ha llegado a Pompeya y se deleita con la posibilidad de tenerla en su poder. Mientras el destino de los tres confluye en la ciudad mediterránea el monte Vesubio ha comenzado a rugir lentamente para la inquietud de los pobladores de Pompeya. Si, es cierto, el volcán ya ha bramado antes pero nunca pasó de ser un susto… por lo menos hasta ahora, en donde las señales de alerta se acumulan y la catástrofe que se avecina parece ser tan inminente como devastadora.

Crítica: Pompeii: La Furia del Volcán (2014)

Wow, una de romanos dirigida por Uwe Boll. Bah, en realidad detrás de cámaras está Paul W.S. Anderson – el de la saga Resident Evil y marido de la diosa Milla Jovovich – pero lo suyo es prácticamente indistinguible del estilo del director germano. Un elenco bizarro – enano inglés, protagonista cadavérica y Jack Bauer como senador romano… por favor, sáquenle la birra al director de casting -, una trama afanada completamente a Gladiador y un montón de escenas que te hacen crujir los dientes. Lo que la salva – relativamente – de la quema es la segunda mitad del filme en donde Anderson se engolosina con los efectos especiales y arma un buen espectáculo. Porque, lo que es la historia…

Yo no entiendo cúal el romance de la gente con Kit Harrington. Es probable que haya sido muy bueno en Game of Thronesno la vi – pero siempre tiene esa cara de perro apaleado y llorón que te mata. Y acá lo meten en un papel que debe rebosar dureza… cosa que el rostro de Harrington no da. Es mas un héroe blandengue, accesible emocionalmente, onda Edward de Twilight que un flaco que se mastica crudo a sus oponentes en la arena – el tipo es gladiador desde los 10 años! -. Harrington se mató en el gimnasio y eso se nota en el físico pero el rostro sigue siendo de buenazo. Le hace un favor a Emily Browning – por Dios, que alguien le alcance unos postres a esa piba! -, la cual viene escapando de un caso de acoso sexual… perpetrado por Sutherland, al cual nadie le informó que el rodaje de 24 había terminado hace rato. Es terrible ver como Jared Harris y Carri-Anne Moss – que se peinan los pelos para adelante y le ponen onda de época y tono isabelino a sus prosas – chocan con un yanqui que hace cinco minutos se bajó de su Jeep, se calzó así nomás la toga y se mandó al set de rodaje con cero de preparación actoral. El speech de Sutherland es monótono – no tiene la deliciosa ponzoña de su padre – así que es un villano vulgar y sin gracia.

Por suerte las cosas se condimentan con la explosión del Vesubio en la mitad del show. Por supuesto el realismo es cero – esto es menos La Palma y mas Dante’s Peak con bolas piroclásticas bombardeando la ciudad, la gente matándose por circular en la única avenida del pueblo, y los tipos caminando entre gases altamente venenosos como si nada – pero el espectáculo es entretenido. Ok, no llega a ser una película pasable pero al menos repunta y te saca bastante el mal sabor de la boca, con el plus de que Anderson tiene la valentía para rodar un final siniestro en vez del vomitivo (e inevitable) happy ending.

Pompeii: La Furia del Volcán es rutina serie B con algunos momentos. Es un filler para ver en cable mientras uno espera alquilar algo de un director reconocido o que haya sido aplaudido por la crítica. Olvidable por donde se la mire, solo entretiene a medias mientras dura.