Crítica: Mercenarios Sin Gloria / Jugando Sucio (Play Dirty) (1968)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1968: Michael Caine (capitán Douglas), Nigel Davenport (capitán Cyril Leech), Nigel Green (coronel Masters), Harry Andrews (brigadier Blore), Patrick Jordan (mayor Alan Watkins)

Director: André De Toth, Guión: Melvyn Bragg & Lotte Colin

Trama: Norte de Africa, durante la Segunda Guerra Mundial. El coronel Masters ha estado realizando expediciones en el desierto, y ha logrado dar con el paradero secreto de los depósitos de combustible de las fuerzas alemanas comandadas por el mariscal Rommel, las que tienen a muy mal traer al ejército británico. Para ello arma un grupo comando liderado por el cínico capitán Cyril Leech y el pragmático ingeniero Douglas, los que deberán dar un largo rodeo para evitar inhóspitos cañones y territorios atestados de minas hasta poder llegar a su destino. Pero a su vez el alto mando desconfía de las habilidades del grupo de Leech y Douglas, y prepara en secreto una segunda fuerza mucho más artillada y poderosa. Ahora los comandos de Leech y Douglas – sin que ellos lo sepan – irán como señuelo, atrayendo sobre sí mismos la mirada de todas las patrullas nazis que rastrean el desierto.

Mercenarios Sin Gloria (Play Dirty) Mercenarios Sin Gloria (que me suena a renombrado de último momento para que se parezca al hit de Tarantino, Bastardos Sin Gloria) es una pequeña película inglesa que ha quedado sepultada con el tiempo y de manera injusta. Es un filme con méritos de sobra, un entretenimiento sólido como se solía filmar en otra época, una anterior a que la gente del espectáculo empezara a drogarse con efectos especiales y remakes.

Es interesante notar que la mayoría de las grandes estrellas que hoy conocemos han desarrollado su carrera gracias a las bondades de un tutor de turno. A veces hay un director que toma a un intérprete y lo convierte en su actor fetiche – como hizo Scorsese con Robert de Niro y Leonardo Di Caprio -; y en otras ocasiones es un productor el que convierte a un secundario en estrella. Michael Caine no sería Michael Caine si Harry Saltzman – productor histórico de los primeros filmes de James Bond – no le hubiera dado el espaldarazo definitivo. Con Saltzman Caine rodaría la trilogía de Harry Palmer, La Batalla de Inglaterra y el filme que nos ocupa, y le daría el empujón indispensable para que Caine se convirtiera en una gran figura. Precisamente Play Dirty es el último filme de la dupla, y uno injustamente olvidado.

Hay un montón de gente (idiota) que aduce que Play Dirty es la versión inglesa de Doce del Patíbulo, cosa que no tiene nada que ver. Ciertamente el personaje de Nigel Davenport es un ex recluso al que un coronel lo sacó de la cárcel para usarlo en las misiones más sucias, pero ni hay mas caracteres similares y ni siquiera la historia hace demasiado hincapié en ese detalle. En todo caso lo que hace Play Dirty es hundir el cuchillo en los manejos sucios de la guerra, con oficiales sobornando a sus soldados para que peleen, brigadieres robándose todo el crédito de los operativos montados por sus subordinados, gente sin escrúpulos a la hora de delatar / mandar a la muerte a sus propios soldados, y toda una galería de gente pragmática y cínica que hace lo que tiene que hacer para estar viva en el trabajo que les tocó en suerte. Si bien Play Dirty no es un prodigio de realismo, al menos pinta una realidad más cruda y menos heroica que los tipicos filmes de guerra americanos. Michael Caine es un burócrata de la British Petroleum al que le dieron un cargo militar simplemente porque están en medio de una guerra; Nigel Davenport es un criminal que sacaron de prisión para ponerlo a cumplir misiones peligrosas; Nigel Green (años después de querer liquidar a Michael Caine en The Ipcress File) es el anónimo estratega basureado pro sus superiores; y Harry Andrews es el chupamedias ambicioso con poder, al que le importa un pito mandar a soldados británicos a morir con tal de ganarse un par de medallas. Hay muchos diálogos afilados entre todos ellos, y ninguno de los caracteres es precisamente un ejemplo de corrección.

Ademas de estos personajes interesantes (incluyendo – revolucionariamiente para la época del filme – a una parejita gay de árabes que hacen de guías) está el director André De Toth (un tipo con mucha experiencia en westerns y series de televisión), el que se despacha con algunas excelentes secuencias recargadas de suspenso. En especial, una que tiene lugar en un oasis completamente minado, que es de una tensión sorprendente. Por si fuera poco, al momento de la acción está filmada con mucho nervio. Como película de guerra Play Dirty es un show completo.

Desde ya recomendamos Play Dirty. Es un filme cínico, bien actuado y bien dirigido. Quizás su perfil antibélico no esté tan bien logrado – tendría que ser más amarga -, pero es un entretenimiento sólido. Hace décadas hubo una generación de libretistas a los que les interesaban los personajes, los diálogos y las situaciones. Este filme es un ejemplo cabal de ello, y de todo lo que hemos perdido gracias al enviciamiento con las computadoras y las ideas fáciles o de segunda mano.