Crítica: Plan 9 del Espacio Exterior (Plan 9 From Outer Space) (1959)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1959: Gregory Walcott (Jeff Trent), Mona McKinnon (Paula Trent), Duke Moore (Inspector Harper), Tom Keene (Coronel Edwards), Dudley Manlove (Eros), Joanna Lee (Tanna), Tor Johnson (Inspector Clay), Vampira (Mujer Fantasma), Bela Lugosi (Hombre Fantasma), Lyle Talbot (General Roberts), Criswell (Narrador)

Director / Productor / Guionista – Ed Wood Jr – Robert Stevenson, Musica – Gordon Zahler

Recomendación del Editor

Trama: El profeta televisivo Criswell nos habla desde una cripta, y nos va a revelar una historia shockeante que la humanidad desconoce. Nos cuenta que los alienígenas han observado al planeta y han concluído que los terrícolas representan una amenaza para el universo, por lo que lanzan el Plan 9 para la destrucción total de la Tierra, reviviendo a los muertos y lanzándolos a luchar contra los humanos.

Plan 9 del Espacio Exterior Los años 50 representan el auge de la cinematografía norteamericana; es en esa época donde comienza a definirse las raíces de la gigantesca industria que es hoy. Mientras que hasta ese entonces, la filmografía americana era comparable en presupuesto y calidad a la de otros países (Mexico, Argentina, etc.), con la única diferencia de tener actores más conocidos, es en la post guerra cuando el cine estadounidense se transforma en un boom. El motivo es bastante simple: es el inicio de la moda de los autocines, lo que expande en enormes proporciones la cantidad de salas instaladas, y se genera un mercado gigante de consumo masivo de filmes.

No sólo se debía satisfacer semejante demanda, sino también empieza a surgir el público adolescente como gran consumidor de cine. Ciertamente salas secundarias y autocines eran utilizados por la juventud, ejem … con otros propósitos más explícitos que ver una película, pero la realidad es que la venta de tickets crecía a pasos agigantados. La denominada serie B, la cinematografía sin estrellas ni presupuesto, acudiría en masa a cubrir las vacantes cinematográficas del programa. Y, en vista de la masividad y la urgencia además de los gustos del público juvenil, devendría todo un boom de cintas musicales, de terror, ciencia ficción y otros géneros considerados menores que no tenían cabida en los grandes estudios.

En vista de ese panorama, era bastante fácil (relativamente) entablar un proyecto cinematográfico, obtener inversores y conseguir ganancias con casi cualquier tipo de film. Hablando específicamente de la ciencia ficción, la década vería obras clásicas como La Guerra de Los Mundos hasta bazofias como Robot Monster. A lo que apuntamos es que cualquier emprendimiento podía obtener dividendos, e incluso gente totalmente incapaz podía hacer carrera y continuar filmando aunque sus películas fueran espantosas.

Es en este contexto donde aparece Edward D. Wood Junior, más conocido como Ed Wood. La historia de Wood es tan bizarra como sus películas, y todos la hemos conocido en parte gracias al film homenaje de Tim Burton de 1994, pero ciertamente Wood era un personaje de culto desde mucho antes. Drogadicto, alcohólico, de sexualidad no muy definida, fetichista, delirante y rodeado de un troupe de personajes bizarros en la vida real, cuya vida bien podría definirse como una obra de John Waters en vivo y directo. La fama de Wood comienza en 1980, cuando en los premios Golden Turkey se elige por votación unánime a Plan 9 del Espacio Exterior como el peor film de todos los tiempos. Pronto la gente comenzaría a desenterrar esta rareza de un director desconocido como Wood, y se llevaría una (grata) sorpresa, por lo que se iniciaría todo un movimiento espontáneo y un boca a boca increíble que llevaría a la demanda de más filmes de la carrera de Wood, promoviendo que incluso obras nunca estrenadas vieran la luz y obtuvieran salida a video. Esto es lo que se dice, un verdadero movimiento de culto.

Ed Wood no es el peor director de la historia, ni Plan 9 del Espacio Exterior la peor película. Para ejemplos de cine malo está King Kong Vive, Krull, o buena parte de la cinematografía de Charles Band (por citar algunos casos). Son filmes aburridos, chocantes o ridículos que resultan imposibles terminar de ver. Por el contrario, Plan 9 del Espacio Exterior y otros filmes de Wood son un placer culpable, ya que son deliciosamente absurdos y totalmente entretenidos. El nivel de error e idiotez es tan grande, que es imposible no reírse a carcajadas.

Ciertamente calificar con 5 arlequines a una obra de Wood pareciera un sacrilegio, considerando que a 2001, Odisea del Espacio le dimos sólo 4. Pero nuestra calificación se basa en el grado de entretenimiento, y en la ejecución de ideas. Precisamente Plan 9 del Espacio Exterior carece totalmente de ideas: es un inmenso collage hecho por falta de presupuesto, falta de actores, directores y efectos decentes, de sucesos fortuitos (como la muerte de Lugosi en pleno rodaje, y sustituirlo con un doble que no se le parece en nada) y de un guión descerebrado que era modificado en cada escena.

Si bien la obra de Tim Burton tendía a idealizar a Ed Wood, la realidad es que era una persona con graves problemas. Después de su apogeo en los 50 con la ciencia ficción (apogeo es un decir, ya que todas sus obras en vida fueron un fracaso), Wood sobreviviría escribiendo libretos bajo seudónimo para filmes eróticos y dirigiendo softcore y cintas de terror clase Z, casi siempre alcoholizado o bajo el efectos de estimulantes. Su troupe también se desintegraría, algunos muriendo violentamente como John Breckinridge, otros terminando en la miseria como Vampira o Tor Johnson, y otros desapareciendo totalmente del mapa como el falaz Criswell.

Pero dejando de lado mito y realidad, objetivamente Wood era ciertamente un idealista. Un tipo que ponía extremo empeño en concretar su visión artística, superando obstáculos imposibles y plasmándolos en celuloide. En todo caso, sus obras no dejan de ser visiones infantiles de la ciencia ficción o del terror. Un chico de 12 años bien podría haber escrito Plan 9 del Espacio Exterior, y todo da la impresión de ser obras montadas caseramente con unos amigos, con la fundamental excepción que para Wood resultaban ser tratamientos artísticos serios. Lo cual lo termina por hacer más ridículo y gracioso. Uno no ve en estos filmes a los actores reírse de lo malo de sus diálogos o lo improvisado de los escenarios, sino que están interpretados de manera estoica. Existe un convencimiento general de que están haciendo una buena película, lo cual es un una diferencia primordial con otros largometrajes filmados como malos a propósito (como Me desperté temprano el día que me mataron de 1998, con Billy Zane, basada en un argumento perdido de Wood), que fallan miserablemente en capturar el espíritu Woodiano.

Los gafes del film son memorables; no sólo están los errores de continuidad mencionados por el deceso de Bela Lugosi durante la filmación; hay escenas filmadas con personajes dialogando, uno filmado de noche y otro de día; los platos voladores son redondos pero externamente son rectangulares (en realidad, el acceso a los mismos parece el galpón del jardín del vecino); los decorados de la nave son unas cortinas, unas mesas y sillas y un viejo radio transmisor; la cabina del avion son dos sillas, un reloj y una cortinita; los actores cierran las puertas y los decorados se bambolean; los personajes voltean sin querer las lápidas de cartón del cementerio; los platos voladores se bambolean sobre sus evidentes hilos y resultan ser tazas de ruedas de autos; además del pétreo nivel actoral general, los terribles diálogos y la estupidez crónica de la historia, que termina transformando al film en una comedia involuntaria terriblemente graciosa.

Es triste que Ed Wood haya sido descubierto demasiado tarde. El equivalente moderno bien podría ser John Waters, aunque Waters últimamente se ha diluído en la maquinaria hollywoodense, y es mucho más sexista que el naif Wood. Es lamentable, no porque Wood generara un cine de calidad pero sí porque hacía involuntariamente un buen cine de entretenimiento, lo cual supera ampliamente a una inmensa legión de artesanos comerciales modernos que sólo filman bodrios. Y, por otro lado, porque hubiera resultado interesante ver qué hubiese pasado si a Wood le hubieran dado reconocimiento – no en el sentido serio que él buscaba – y mayor cabida en la industria del cine. Pero eso, es sólo algo que Criswell puede saber.