Crítica: Patton (1970)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1970: George C. Scott (general George S. Patton Jr.), Karl Malden (general Omar N. Bradley), Stephen Young (capitán Chester B. Hansen), Michael Bates (mariscal de campo Sir Bernard Law Montgomery), Paul Stevens (teniente coronel Charles R. Codman)

Director: Franklin J. Schaffner, Guión: Francis Ford Coppola & Edmund H. North, basados en los libros Patton: Orden y Triunfo de Ladislas Farago, y Historia de un Soldado de Omar N. Bradley

Trama: Segunda Guerra Mundial. Los aliados desembarcan en el norte de Africa para combatir a las fuerzas nazis comandadas por Erwin Rommel, quien viene jaqueando a los británicos en el desierto. Al mando llega el excéntrico general Patton, quien rápidamente se impone con una serie de brillantes victorias y parece impulsar la invasión acelerada de Sicilia para atacar al Tercer Reich desde el sur. Pero Patton es un militar impulsivo y bocón, cuyos actos y declaraciones lo ponen continuamente en problemas con sus superiores. Y ahora, después de golpear y acusar a un soldado de cobardía, ha sido emplazado por el alto mando. Patton moverá todas sus influencias para regresar al campo de batalla, ya que la guerra es su vida. Pero deberá someterse a un largo de proceso de disciplina para demostrar que ha entrado en sus cabales.

Patton Soldados… todo lo que han escuchado acerca de que América no quiere pelear, quiere permanecer fuera de la guerra, es pura mierda. A los americanos les encanta pelear. Todos los americanos auténticos disfrutan el fragor de la batalla. Cuando éramos niños admirábamos al campeón de las canicas, al corredor más rápido, a los jugadores de baseball de las grandes ligas, a los boxeadores más duros. Los americanos aman a los ganadores y no toleran a los perdedores. No apostaría un demonio por un hombre que ha perdido y se ríe de ello. Por eso es que los americanos nunca han perdido ni perderán una guerra… simplemente porque la idea de perder es odiada por los americanos.

George S. Patton. Brillante, excéntrico, mesiánico y algo pirado. Así se podría resumir a uno de los generales más destacados que tuvo el ejército americano durante la Segunda Guerra Mundial. Un tipo que comenzó a obtener prensa a partir de sus victorias en Africa y del escándalo que le cayó encima cuando golpeó a un soldado presa de un ataque de nervios, acusándolo de cobarde. Loco, inteligente y genial.

Esta es una parcial descripción biográfica del auge y caída de Patton durante el momento más esplendoroso de su carrera – en el fragor de la Segunda Guerra Mundial -. Es un esfuerzo realmente vasto, que intenta pintar al personaje de cuerpo entero y que no repara en gastos a la hora de reconstruir los detalles de época. Pero también es la historia de un individuo que sólo tiene su excentricidad como algo rescatable. Uno puede pensar en que hay un aspecto sensible en Patton cuando se lo ve rezando por sus soldados abatidos en combate, pero hasta ahí llega su humanidad. Por lo demás, examinando sus aristas más destacadas, no deja de ser la crónica de un fanático. Como decían en El Mundo no Basta: la diferencia entre la locura y la genialidad depende del grado de éxito.

Como biografía, Patton cubre casi todos los aspectos relevantes de la vida del general durante su época de gloria. Pero a la vez uno se pregunta cuál es el propósito de la misma. El hombre es carismático e inteligente, pero en el fondo lo que pretende el libreto es pintar algunos de los temas tradicionales del cine de guerra norteamericano. Las burocracias matan, los rebeldes al sistema son los que triunfan, y los que rompen las reglas son los héroes. No deja de ser, en definitiva, una sofisticación del cliché de que los americanos individualistas triunfan porque se salen de la norma – aunque el discurso inicial diga exactamente lo contrario -.

Como filme de guerra, es muy tibio. Oh si, hay enormes batallas campales y filmadas con gran despliegue, pero uno no puede percibir muy bien quién es el que gana o lo que pasa. Tampoco hay una descripción instructiva de las campañas militares, algo que demuestre por qué Patton era un genio militar – con la excepción de robar ideas a Rommel, leyendo sus libros -. Como biografía, intenta abarcar todas sus excentricidades. Desde la creencia de que es un guerrero reencarnado que viene batallando desde hace 2000 años hasta ahora, hasta sus visiones más extremas sobre el fragor de la guerra. Un ambicioso prepotente. Ni siquiera el filme intenta idealizarlo como héroe – o si lo intenta, tampoco le sale -. La idea de que Patton es un guerrero puro – como lo pintan los mismos alemanes – fracasa por las pifias de la prepotencia del personaje. Como dice un soldado: “El viejo puras agallas y sangre. Sus agallas, nuestra sangre“. La invasión a Messina es un cabal ejemplo de las ambiciones desmedidas de gloria del personaje.

Pero el mayor problema que tengo con Patton es que podría haberse transformado en un análisis de la mentalidad norteamericana que se acuñó a partir de la victoria de la Segunda Guerra Mundial. En su momento George C. Scott le pidió encarecidamente a Franklin J. Schaffner que el memorable monólogo fuera puesto al final del filme, y el director terminó por ubicarlo al principio… y el resto de la película no alcanza a arañar la genialidad y la densidad de esa escena inicial (Scott tenía razón). Ese brillante speech – formado con frases de distintos discursos del general (y yo apostaría que hay líneas no acreditadas de John Milius, el script doctor que dió a luz algunas de las frases más memorables del cine como las de Clint Eastwood en Harry el Sucio (¿Hice cinco tiros o seis?) y Robert Duvall en Apocalypsis Now (Adoro el olor del Napalm en las mañanas)) – es simplemente memorable, y es una versión resumida de la filosofía del modo de vida americano. Todo lo que sigue son excentricidades y prepotencia con tufillo heroico, pero Patton podría haberse transformado durante el resto de la película en un vocero de la mentalidad americana de la post guerra – un redneck racista y fundamentalista, profundamente convencido de que sus postulados y su nación son los mejores y vive de acuerdo a ellos -. Hay algunos ramalazos de esa visión a lo largo del relato – en especial, en su punto de vista con la situación sovietica tras la caída de Berlín -, pero nunca tan extensos y geniales como en el discurso inicial. Ver a Patton como el prototipo del americano de la post guerra. En cambio la película sólo muestra a un loco brillante con poder, un militar prima donna lleno de excentricidades. Hubiera disfrutado mucho más de Patton si tuviese una agenda política mucho más recargada; no deja de ser una película brillante e inteligente, pero deja el gusto en la boca de oportunidad desperdiciada de poder analizar cómo los americanos se han convertido en lo que son ahora.