Crítica: El Ultimo Hombre Vivo (The Omega Man) (1971)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1971: Charlton Heston (Robert Neville), Rosalind Cash (Lisa), Anthony Zerbe (Matthias), Paul Koslo (Dutch), Lincoln Kilpatrick (Zachary), Eric Laneuville (Richie)

Director: Boris Sagal, Guión: John William Corrington & Joyce H. Corrington, basados en la novela I am Legend de Richard Matheson, Musica – Ron Grainer

Trama: En marzo de un 1975 alternativo, el conflicto militar entre Rusia y China se ha llgado al nivel de una guerra bacteriológica sin precedentes, y los virus se han extendido por todo el planeta. El científico militar Neville se encuentra desarrollando una vacuna cuando la plaga azota a la ciudad de Los Angeles, y procede a inocularse a sí mismo. Ahora han pasado varios años desde la hecatombe, y la mayoría de la población ha perecido; los escasos supervivientes de la plaga se han zombificado y organizado en una especie de secta que mantiene una guerra personal con Neville, el último hombre sano de la ciudad. Mientras Neville dedica sus días a buscar la morada de “la familia” – como se autodenominan – para destruirlos, descubre a un puñado de supervivientes que han no ha sido afectados por la epidemia. Y comenzará a desarrollar un suero para curar al hermano de uno de ellos, mientras los infectados acosan su morada fortificada por las noches, acusándolo de ser el responsable de la plaga.

El Hombre Omega Pocos escritores pueden merecen ser llamados luminarias en su género. Autores que han revolucionado con sus ideas, que han desarrollado conceptos geniales, que han dado clases de literatura en sus obras. Y en cuanto al terror y lo fantástico, Richard Matheson es uno de los pocos talentos que merecen figurar en ese olimpo. Junto con Robert Bloch, Ray Bradbury, Isaac Asimov, llevaron el género de lo fantástico a niveles de excelencia. Cada cual se especializó en lo suyo, pero Matheson ha sido un todo terreno: ha escrito buen terror y buena ciencia ficción. Colaborando con Rod Serling en The Twilight Zone; escribiendo novelas como El Increíble Hombre Menguante; realizando guiones de filmes como Trilogy of Terror, Kolchak: The Night Stalker, o Duel… la lista es enorme entre todos sus libros, guiones y cuentos.

Y entre sus novelas más aclamadas se encuentra Yo Soy Leyenda (1954). La idea es de pesadilla: un hombre se despierta un día y descubre que toda la población de la Tierra se ha transformado en vampiros. Y si bien el concepto es genial, hubo varias traslaciones al celuloide que terminaron en sendos fracasos: comenzando con un intento de la Hammer en 1957 que tuvo fuertes problemas de censura con el guión y nunca terminó por filmarse; siguiendo con la producción italiana The Last Man on Earth (1964) con Vincent Price, que a pesar de cierta fidelidad a la novela, contaba con una dirección horrenda. Después hubo un corto español de 1967 dirigido por Mario Gomez Martin, del cual nadie tiene noticias y sólo figura en la IMDB. Luego llegó esta adaptación dirigida por Boris Sagal, que tampoco gustó a nadie; y en los 90 hubo varios intentos de remake, con proyectos encabezados por Arnold Schwarzenegger (que sería un digno sucesor del estoico Charlton Heston) que no llegaron a ningún puerto. Recién ahora, en el 2007, se está filmando una nueva versión que estaría basada en The Omega Man (las primeras fotos del set muestran a un moderno convertible rojo tal como Heston conducía en el film), protagonizada por Will Smith, con Francis Lawrence – el director de Constantine – tras las cámaras, y con guión de Akiva Goldsman (Batman & Robin). Según mi punto de vista, salvo Smith, todas son malas señales para el nuevo filme.

La base de Yo Soy Leyenda consiste en explicar el vampirismo en términos racionales. Los infectados por la plaga tienen síntomas parecidos al de la Porfiria, por lo que deben alimentarse de sangre para reponer nutrientes y evitar la necrosis de la carne; la ausencia de reflejo en los espejos no es más que un rasgo sicótico de la enfermedad – su mente niega la existencia de la imagen reflejada -; el temor a las cruces se debe a miedos ancestrales religiosos exaltados por la locura que padecen los infectados… y así continúa la lista. Si bien la idea original consistía en un mundo dominado por vampiros, la mejor adaptación de la novela (en términos no oficiales) es La Noche de los Muertos Vivos de George Romero (donde toda la población se ha convertido en zombie); y posteriormente 28 Days Later… de Danny Boyle. Pero invocando al nombre de Matheson, The Omega Man es la última adaptación oficial hasta hoy.

Y si Matheson renegó con la versión italiana de 1964, sin duda habrá querido morirse al ver el filme de Boris Sagal. Sagal es un director todo terreno de la TV, dirigiendo capítulos de Columbo, El Hombre de CIPOL, La Dimensión Desconocida, Dr. Kildare… y una lista interminable de series. Pero resulta ser un creativo terrible para la pantalla grande. Desde el comienzo, con Heston realizando piruetas con su cupé por un Los Angeles desolado, haciendo chistes malos a cada rato, y disfrutando de modo infantil el escenario que se plantea – tomar todo lo que precise al alcance de su mano, gozar todos los placeres materiales que cualquier hombre siempre ha deseado – no es el modo más lógico en que el único superviviente de una hecatombe a nivel mundial debería comportarse. La ciudad está inundada de muertos, y lo razonable sería que Neville viviera constantemente deprimido, o con rasgos de locura ante semejante soledad y el panorama infernal que se le presenta por las noches con el acoso de los infectados a su mansión fortificada.

Es un filme terriblemente banal, empeñado en erigir a Heston como héroe de acción, cuando en realidad es un actor más apto para interpretar papeles de individuos que batallan contra las circunstancias, estoicos e incorruptibles. Lo que ocurre es que de algún modo existía un “síndrome Heston” para la época, y cualquier tipo de filme épico debía tenerlo como protagonista; desde su antólogica participación en Los Diez Mandamientos, siguiendo por Ben Hur, El Cid, El Planeta de los Simios…y posteriormente con Cuando el Destino nos Alcance, Terremoto… En cierto sentido lo que ocurre con Charlton Heston es como comentara alguna vez Roger Ebert sobre otros actores: “son intérpretes que se creen su propia prensa”; y terminó asumiendo que es el protagonista natural de cualquier película épica, por lo que aceptó papeles cada vez mas desastrosos.

Si el rol de Charlton Heston en el cine es el del hombre agrio, incorruptible, comandante, decidido a luchar contra enormes injusticias en solitario, no es su función congraciarse con el público – lo hace a través de su héroe conflictuado -. Heston no es simpático; su química con el público pasa por una identificación con su causa. Pero acá, haciendo poses machistas, malos chistes, y un montón de banalidades adolescentes, lo primero que provoca es el rechazo. Y si la interpretación no ayuda, el atroz guión termina por hundirlo. Los comentarios de Neville son terribles, superficiales, cuando debería vivir en una paranoia constante, con el temor del ataque y la obsesión por destruir a los infectados. En cambio, vive en un eterno mundo de shopping.

Pero sería injusto cargar todas las tintas a Neville / Heston; el libreto se encarga de repartir culpas por igual a todo el elenco. Por el lado de los infectados, estos ya no son vampiros sino una suerte de zombies que son sensibles a la luz y duermen de día. No son, como La Noche de los Muertos Vivientes, una masa furiosa que aulla y ruge por sangre; fijense en otra seudo adaptación no oficial que es 28 Days Later … (Exterminio) que plantea un mundo de paranoia, un Londres desvastado, y la horda de zombies acosando a los escasos supervivientes (el filme de Danny Boyle hace muchísimas cosas bien, e incluso presenta la fantasía del mundo de shopping ilimitado de otro modo más creíble y menos chocante que ésta película). Aquí es un montón de ridículos disfrazados con largas túnicas negras satinadas, usando lentes de sol, y con una absurda capacidad de raciocinio. Neville podría sobrevivir penosamente si los infectados fuera una horda salvaje e irracional; pero con un montón de lunáticos contagiados de una locura seudo religiosa y conservadora, debería poder exterminarlos sin esfuerzo. Uno piensa en por qué Neville no los rocía con una ametralladora todas las noches si siempre van a acosarlo a su puerta; o por qué Matthias – renegado de la tecnología – no comete un último sacrilegio y busca bombas o tanques para arrasar la mansión fortificada. Es tan ilógico todo esto que la escena en que un infectado irrumpe en la morada de Neville con un revólver (cuando falla el generador de las luces) es completamente risible, del mismo modo que la secta – que es sensible a la luz – realiza enorme fogatas nocturnas frente a la mansión.

Y si esto es ridículo, la soledad que reza el título es de mentira, con la súbita aparición de un puñado de sobrevivientes. Lo único que sirve es como excusa para presentar la pareja interracial de Neville y Lisa – escandalosa para su época -, presentar al enfermo hermano de Lisa que servirá como desencadenante del clímax, y una abundancia de desnudos femeninos de Rosalind Cash. El personaje de Lisa es tan banal como el de Neville; su explicación de que convivió “un tiempo” con Matthias y la familia carece de sentido; la secuencia en la azotea entre Neville y Richie – el hermano de Lisa – tiene unos diálogos atroces (“si no los curas ni los matas… eres una persona hostil; tu no perteneces aquí”); y la total idiotez de Richie de ir a buscar a Matthias para explicarle que han obtenido una cura es un insulto mayor a la inteligencia del espectador. La muerte de Richie no es suficiente castigo para el personaje (y debería haber algo similar para los guionistas).

Es una película totalmente idiota; en el segundo tercio del film se toma por momentos con seriedad a sí mismo y mejora un poco; y dentro del absurdo total, al menos Anthony Zerbe pone un poco de profesionalismo al asunto. Pero es incoherente y termina por ser un producto completamente desastroso. Con el guión horrible, las malas actuaciones, la música espantosa, y la dirección incompetente se termina por arruinar lo que podría haber sido una gran película.

SOY LEYENDA

Las adaptaciones del libro de Richard Matheson I Am Legend son: El Ultimo Hombre Sobre la Tierra (The Last Man On Earth) (1964), El Ultimo Hombre Vivo (The Omega Man) (1971) y Soy Leyenda (I Am Legend) (2007)