Crítica: Ojos Sin Rostro (1960)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Francia, 1960: Pierre Brasseur (Profesor Genessier), Edith Scob (Christiane Genessier), Alida Valli (Louise), Francois Guerin (Dr Jacques Vernon), Alexandre Rignault (Inspector Parot),

Director: Georges Franju, Guión: Pierre Boileau, Thomas Narcejac, Jean Redon & Claude Sautet

Recomendación del Editor

Trama: El profesor Genessier – experto cirujano y pionero en la técnica de los transplantes – acabo de regresar de la morgue judicial en donde ha reconocido el cuerpo desfigurado de su hija. Sin embargo se trata de un engaño para que la policia deje de investigarlo y, de ese modo, continuar con sus operaciones clandestinas. Es que Christiane, su hija, sigue viva y está encerrada en la mansión del doctor. La chica ha sufrido un terrible accidente de auto que le ha destrozado el rostro y su padre está decidido a restaurar su belleza. Es por ello que todas las noches, en compañía de su asistente Louise, rapta muchachas de aspecto físico parecido a Christiane, a las cuales sedan y les extraen la piel de su rostro para transplantárselo a la deforme chica. Pero los transplantes no tardan en ser rechazados, y esta situación está llevando a Christiane al borde de la locura. Y la chica está decidida a poner un fin a todo, aún cuando ello involucre una matanza. ¿Podrá el profesor recomponer a Christiane antes que ésta realice una locura?.

La joven desfigurada espera que su padre realice un milagro médico - y le devuelva la belleza (pero a qué costo!) - en el clásico Ojos Sin Rostro (1960) La joven desfigurada espera que su padre realice un milagro médico – y le devuelva la belleza (pero a qué costo!) – en el clásico Ojos Sin Rostro (1960)

Ojos Sin Rostro (1960) Ojos sin Rostro es un clásico de culto del cine fantástico francés. En su momento fue rechazada por el público y la crítica, un detalle que torpedearía la carrera de Georges Franju durante el resto de su vida. El punto es la explícita escena en donde a una chica la cercenan la piel del rostro, la cual está filmada con los básicos efectos de maquillaje de la época pero – al estar en blanco y negro y estar rodada prácticamente en una sola toma – se ve espeluznantemente realista. Considerando que en esa época lo mas fuerte que se veía en la pantalla grande eran un par de hilitos de baba roja saliendo de los colmillos de Christopher Lee en el Dracula de la Hammer, la escena de la operación le debe haber dado vuelta el estómago al 90% de la gente que estaba en la platea al momento de proyectar la cinta.

Aún con la novedad del tema – en vez de un científico loco haciendo maldades para probar su intelecto, tenemos a un genio médico que busca desesperadamente (y a toda costa) restaurar la belleza de su hija – y la efectividad de la escena gore, Ojos sin Rostro es una obra dispar. Es insufriblemente lenta, en gran parte porque el nudo de la historia es breve y hubiera dado para una cinta de menos de una hora de duración. Para meter relleno Franju filma varias veces una misma acción – el cirujano viaja en su auto, en su auto, en su auto; llega a la mansión y sigue en su auto, su auto, su auto; baja del mismo, abre el garage, lo estaciona, cierra el garage, abre la puerta hacia el interior de la casa; sube una escalera, luego otra, luego otra… – lo cual se vuelve insufrible. Hitchcock hacía lo mismo pero en escenas claves de sus filmes – lo cual era un instrumento clave para crear tensión; vean sino cómo está armada la secuencia de la ducha en Psicosis -, pero acá es un chicle estirado centrado en las acciones mas rutinarias y triviales de los protagonistas. Otro punto que afecta la efectividad del filme es la teatralidad de las interpretaciones. Son todos tan estoicos que son incapaces de transmitir algún tipo de emoción – odio, aceptación, piedad – al público. La escalada dramática tampoco es el fuerte del filme. Digo: la torturada hija del cirujano jamás se tortura por la suerte de las víctimas de su padre, sino porque no puede soportar su fealdad. Son todos tan amorales y, si fuera por mi, la chica también debería haber muerto en la carnicería del final.

Aún con ello, con su ritmo estático y estirado, cuando la trama avanza resulta efectiva. El profesor Genessier es un seudo Frankenstein que experimenta técnicas de transplante de piel con sus perros y, por el sufrimiento causado, merece el castigo que recibe. La sensual Alida Valli es su asistente, tan implacable como fiel al desquiciado cirujano ya que éste le reconstruyó el rostro en su momento, y la cual destruye vidas sin que le melle la conciencia. Por último la chica, una frágil pequeña escondida tras una máscara, y cuyo encierro la está llevando al borde la locura. El filme salpica su accionar con momentos de impacto, con la fugaz visión de su deformidad, o la necrosis que se produce en su rostro después de un fallido transplante de piel.

Ojos sin Rostro tiene sus momentos, pero tiene cosas discutibles. Se precisaba menos estiramiento y mayor debate moral, y una escalada del desquiciamiento mental de la protagonista que resultara creíble ya que el acto III parece un Deus Ex Machina impuesto por la necesidad de clausurar la historia. Sin dudas fue un filme tremendamente influencial – hay como una decena de películas que han copiado su temática (la del científico cometiendo crímenes para salvar la belleza o juventud de su amada) -, pero creo que le faltaba una cocinada mas. Aún así, considerando que se trata de una cinta de 1960 (y que se atreve a cruzar una gran cantidad de limites en cuanto a lo explícito de sus imágenes) me parece formidable, una joya con imperfecciones pero cuyo valor está fuera de cualquier tipo de discusión.