Crítica: El Rally de Montecarlo y Toda su Zarabanda de Antaño (Monte Carlo or Bust!) (1969)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB /Francia / Italia, 1969: Tony Curtis (Chester Schofield), Mireille Darc (Marie-Claude), Gert Fröbe (Willi Schickel / Horst Müller), Dudley Moore (teniente Barrington), Eric Sykes (Perkins), Terry-Thomas (Sir Cuthbert Ware-Armitage), Bourvil (Monsieur Dupont), Lando Buzzanca (Marcello), Walter Chiari (Angelo), Peter Cook (mayor Dawlish)

Director: Ken Annakin, Guión: Ken Annakin & Jack Davies

Trama: Años 20. El padre del retorcido aristócrata Sir Cuthbert Ware-Armitage acaba de fallecer y la ha dejado en herencia la fábrica de automóviles que lleva su nombre. El problema es que, al visitar las instalaciones, Armitage descubre que su padre tuvo que cederle el 50% de la fábrica al capitalista yanqui Chester Schofield, debido a las deudas contraídas con éste en millonarios juegos de poker. Decidido a sacar a Schofield del medio, termina por apostarle el control total de la compañía, de acuerdo a quien gane el prestigioso Rally de Montecarlo. Pero a su vez, Schofield y Armitage deberán batallar contra el resto de los participantes inscriptos en la carrera, entre los que se cuenta un disparatado inventor inglés con su ayudante, un estafador alemán que debe pasar de contrabando unas joyas robadas, un duo de italianos que se juegan a todo o nada con la carrera, y un trío de muchachas descarriadas que se llevan a todos los hombres por delante. Todos ellos confluyen desde distintas partes del globo en la gran carrera, dispuestos a lidiar con las malas rutas y las inclemencias del tiempo a bordo de sus precarios autos.

El Rally de Montecarlo y Toda su Zarabanda de Antaño En los sesentas los estudios se habían entusiasmado en desarrollar comedias épicas, costosas super producciones que terminaron siendo horrendos fracasos de taquilla. Todo empezó con El Mundo Está Loco, Loco, Loco (1963), siguió con La Carrera del Siglo (1965) – la cual hundió la carrera del director Blake Edwards durante los siguientes diez años -, y continuó con Esos Magníficos Hombres en sus Maquinas Voladoras (1965), la cual tuvo una taquilla más aceptable. El broche del género lo daría el equipo de Esos Magníficos Hombres … quien se reuniría una vez más para despacharse con esta seudo secuela que ahora nos ocupa. El problema es que el resultado final es tan blando, soso e ingenuo que todo el esfuerzo que se ve en pantalla termina siendo dinero tirado a la basura.

El Rally de Montecarlo es Esos Magníficos Hombres en sus Maquinas Voladoras con autos; o también puede verse como una secuela no oficial de La Carrera del Siglo, sólo que le falta un villano del peso que tenía Jack Lemmon en aquel filme. El reemplazo viene a ser Terry-Thomas, pero las líneas que le tocan en suerte son muy insulsas. Thomas lleva de secuaz a Eric Sykes, otro tipo que tiene mucha gracia pero que no puede hacer demasiado con el papel que le han escrito.

El Rally de Montecarlo es extremadamente episódico, y ninguno de los sketches es particularmente cómico. Hasta Tony Curtis está reducido a hacer comedia física, pero el slapstick no es lo suyo. Además Curtis se ve avejentado y sin gracia – y eso que sólo hacía 4 años que había hecho La Carrera del Siglo -, y ésta es una de sus últimas comedias: en 1970 ya estaría trabajando en la TV en Dos Tipos Audaces, y la siguiente década trabajaría… donde pudiera. La droga y el alcohol terminarían por arruinarle la carrera.

Lamentablemente lo único bueno del filme son los maravillosos escenarios naturales que usaron de fondo. Hay grandes paisajes, una cuidada reconstrucción de época, pero el humor brilla por su ausencia. En todo el elenco brilla un poco (pero sólo un poco) Gert Frobe (Goldfinger!), pero ni Peter Cook ni Dudley Moore ni Lando Buzzanca logran inyectarle comicidad a sus deslucidos parlamentos. El filme repunta algo en el último tercio – en el tramo final de la carrera, en donde confluyen todos los participantes – pero ello es un magro resultado para una mega comedia de 122 minutos de duración. Como siempre ocurre, el dinero abunda pero las ideas no.

Si usted era fan de La Carrera del Siglo o de Esos Magníficos Hombres en sus Maquinas Voladoras, se decepcionará con El Rally de Montecarlo. Es una comedia más light que las anteriores y no se condice con las expectativas.