Crítica: La Momia (1932)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1932: Boris Karloff (Imhotep / Ardath Bey), Zita Johann (Helen Grosvenor), David Manners (Frank Whemple), Edward Van Sloan (Profesor Mueller), Arthur Byron (Sir Joseph Whemple)

Director: Karl Freund, Guión: John L. Balderston

Trama: Egipto, 1921. Arqueólogos han dado con el sarcófago de Imhotep, un sacerdote del antiguo Egipto; pero, al leer por error un papiro que acompañaba al cuerpo, terminan dándole vida a su momia la cual da a la fuga y se pierde en medio del desierto. Ahora han pasado 10 años y el hijo del arqueólogo original, Frank Whemple, continúa con la excavación de su padre. Lo acompaña en la tarea Ardaht Bey, el jefe de los trabajadores locales, el cual no es sino Imhotep disfrazado, el cual ha aprendido el idioma en estos 10 años de ausencia y ha recuperado gran parte de sus fuerzas. Pero un día la novia de Whemple aparece en el lugar y Bey no puede quitarle los ojos de encima. Es que la chica es la viva imagen de Anck-su-namun, la amante de Imhotep cuando vivían en el antiguo Egipto. Decidido a recuperar su antiguo amor Imhotep planea raptar a la chica y revivir en su cuerpo el espíritu de su amante fallecida hace milenios… pero, para poder ejecutar dicha ceremonia, precisa el papiro de la vida que lo resucitara hace tiempo y que hoy yace en la bóveda de Whemple.

Crítica: La Momia (1932)

Esta es la primera película sobre la Momia. Entre 1930 y 1940 los estudios Universal apuntaron todos sus dardos hacia el género del terror, dando a luz una serie de películas extremadamente taquilleras que sacaron al estudio del brete económico en el que se encontraban. Lo que debían ser una serie de productos exploitation terminaron obteniendo el reconocimiento del público y la crítica y la mayoría de ellos se transformaron en clásicos. Acá parte del equipo creativo del Drácula de 1931 con Bela Lugosi se recicla para esta aventura entre médanos truchos y filmaciones exóticas en sets de cartón montados en backlots. Importaron a Boris Karloff desde Frankenstein y terminaron sumando otra criatura al panteón de Famosos Monstruos de la Universal. Así es como nació – de un script directamente escrito para la pantalla grande, sin novela o antecedente literario de baseLa Momialuchador sordomudo mas fuerte que el acero y que quiere a los niños muy tiernamente.

Pero, a decir verdad, esta Momia tiene muy poco que ver con lo que conocemos del mito, creado realmente a partir de la secuela The Mummy’s Hand (1940) y capítulos posteriores. Acá no hay ladinos sacerdotes con fez quemando hojitas de Tana / Chala (o T´Challa?) y mandando al adefesio vendado de turno a que mate idiotas pasmados por el susto mientras un monstruo artítrico se les acerca a 2 Km por hora. Ok, hay una primera escena bien lograda con Karloff maquillado en un sarcófago y abriendo los ojitos en una secuencia que te hace pegar un repingo, pero después Imhotep anda vestido de paisano por allí hablando perfecto inglés aunque, claro, la exfoliación le salió mal ya que tiene el cutis que es un asco. Maten a ese esteticista por favor.

Salvo esos cinco minutos iniciales, Karloff no deambula mas envuelto en vendas sucias durante el resto del filme. Por el contrario, ajado y todo, luce una inteligencia abrumadora y locuaz y una personalidad siniestra. El tipo está solito y se hace todos los trámites y, en este caso, se trata de ir tras la reencarnación de su amada Anck-su-namun (Singuí Uc Tumi!): la hija del faraón que cometió el pecado de enamorarse de él hace 3.700 años y que ahora la novia del hijo del arqueólogo es un calco ambulante. Lo que siguen son intentos de raptarla, matarla, momificarla y revivirla (¿para qué, si ya estaba viva?) mientras el flaco y su anciano aliado intentan hacerse con el papiro mágico que contiene los secretos del rito y que mantienen vivo al cadavérico Karloff.

Si todo esto les suena, es porque el argumento suena a obvio reciclado de Drácula. Inmortal maldito tras amada reencarnada. Novio aventurero + geronte sabelotodo combatiendo a la criatura. Ojitos iluminados y posesiones de todo tipo. El problema con esto es que, mientras el filme se mantiene muy bien en sus pies durante la mayor parte del tiempo (es una cinta de hace 90 años!), es en el final donde todo se viene abajo. La ceremonia de sacrificio / embalsamamiento / resucitación sale de la nada. Una diosa es revivida a ultimo momento como flagrante Deus Ex Machina. Karloff pierde pero solo porque al libreto le apuraron los papeles, no porque los héroes de turno hayan sido eficientes. Todo esto en magros 73 minutos de metraje.

La Momia 1932 me gustó, es diferente. Boris Karloff tiene un gran dominio de la escena y, en los primeros planos donde se le encienden los ojos, mete miedo. Sigue siendo un filme muy teatral como los de la época, con gente gesticulando como actores shakespearanos y no como personas normales, pero es corta y movida y, aún con nueve décadas encima, se mantiene con dignidad, cosa que otros clásicos del estudio – léase, Drácula de 1931 – no han podido hacer.

LA MOMIA

Las versiones de la Momia comentadas en este portal son: La Momia (1932) – la versión de la Hammer La Momia (1959) – el intento de un universo cinematográfico compartido La Momia (2017). Además estás las versiones en clave de aventura de La Momia (1999) – La Momia Regresa (2001) y La Momia 3: la Tumba del Emperador Dragón (2008)