Crítica: Metrópolis (2001) de Osamu Tezuka

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japon, 2001: con las voces de Yuka Imoto (Tima), Kei Kobayashi (Kenichi), Kouki Okada (Rock), Tarô Ishida (Barón Rojo)

Director: Rintaro, Guión: Katsuhiro Otomo, basado en el manga de Osamu Tezuka, Musica – Toshiyuki Honda

Trama: El detective Shunsaku Ban y su sobrino Kenichi llegan a la ciudad estado de Metropolis siguiendo la pista del Dr. Laughton, un traficante de órganos. Si bien Metropolis posee un gobierno formal, el verdadero poder es ejercido por el potentado conocido como el Barón Rojo, creador del edificio más imponente de la ciudad: el Ziggurat. El Baron Rojo posee secretos planes para obtener el control total de la ciudad y del resto del mundo, ya que ha desarrollado una poderosa arma que se encuentra oculta en el Ziggurat. Contando con su milicia privada (conocida como los Marduk, y lideradas por su hijo adoptivo Rock), se prepara a dar un golpe de estado, y para ello le ha encargado al Dr. Laughton la creación de un ser artificial capaz de manejar la super arma. Pero los celos de poder de Rock terminan por atentar contra los planes de su padre, y muy pronto Shunsaku y Kenichi se verán involucrados en el asunto, intentando desmantelar la conspiración del Baron Rojo.

Metropolis (2001) Metropolis es un manga escrito en 1949 por Osamu Tezuka, el creador del célebre Astro Boy y considerado formalmente como el padre del anime y del manga japones. Su estilo revolucionario y el tenor de sus historias marcarían el camino a seguir por la historieta y animación niponas – escribiría los primeros comics de ciencia ficción; desarrollaría el estilo tradicional de ojos enormes de la historieta japonesa; incluso incursionaría en el terreno del manga erótico -..

Originalmente el manga estaba desarrollado sobre una inspiración que Tezuka había recibido, a partir de contemplar el poster del clásico de Fritz Lang Metropolis (si bien el dibujante nunca llegó a ver dicho film). La idea de una ciudad descomunal y futurista, una heroina robot y un héroe de clase baja coincidían con las premisas de la obra de Lang, pero Tezuka llevaría el concepto más allá y la transformaría en una cosmópolis viviente. Al fallecer Tezuka en 1989, la idea de adaptar el manga estuvo rodando por los estudios varios años hasta que finalmente se concretaría esta adaptación con auténtico pedigree real: el director sería Rintaro (que tenía experiencia en la serie de Astroboy y también contaba con varios animes bajo el cinturón); y el libreto estaría a cargo del creador de Akira Katsuhiro Otomo.

Pero a pesar de toda la realeza del anime involucrada en la realización del film, Metropolis termina por ser altamente decepcionante. De ningún modo la culpa recae sobre el guionista Otomo, que elabora una historia interesante, sino que pasa por Rintaro y el diseño original de Tezuka, que terminan por arruinar toda la experiencia. Por un lado los diseños son fieles al estilo de Tezuka, pero totalmente inadecuados para la seriedad de la historia que se pretende relatar: la caracterización de los personajes es realmente bizarra y distrae al espectador. Imaginen intentar apreciar una compleja historia de tramas políticas y asesinatos con caracteres que son una mezcla entre Tintin, Popeye y el mismo Astroboy. Hacen carotas, tienen un dibujo muy infantil y tienen rasgos grotescos (el Baron Rojo parece el Dr. Elefante de Astroboy, sólo que pasado de cama solar). Es realmente muy extraño ver a estos personajes propios de una caricatura para niños despedazar a balazos a personas y robots.

El otro problema, mucho peor, es la dirección de Rintaro. Si bien estéticamente es descomunal – todo el film muestra unos escenarios gigantescos y coloridos, llenos de millones de detalles -, termina por desbordar la escena y, lo que es peor, sepultar a la historia. Es tanta la prepotencia de los decorados, que los personajes quedan de adorno, totalmente empequeñecidos e incapaces de pelear contra ello. Es como si Rintaro se hubiera engolosinado con lo monumental y hubiera descuidado la historia – se hubiera olvidado que hay un relato que contar, y que se precisa crear atmósfera -. Algunos minutos de paisajes ayudan a crear la sensación de vivir en el gigantesco mundo de Metropolis, pero cuando todo el film es así, termina por saturar. Sumado al bizarro diseño de los personajes termina siendo una experiencia tan chocante como ver – según opina adecuadamente Richard Scheib – a personajes de Sailor Moon envueltos en una violenta historia adulta con escenarios de Blade Runner.

Es tanto el vicio de Rintaro por los escenarios grandiosos, que la historia termina completamente descuidada. El guión de Otomo tiene un montón de cosas interesantes, incluyendo varias influencias extras del Metropolis de Fritz Lang que el manga original no tenía. Hay una fuerza fascista – al estilo de las camisas pardas – comandada por el hijo adoptivo del Barón y que controla la ciudad; existe un completo prejuicio contra los robots, a los que se les atribuye atentados terroristas (una subtrama que es abandonada en el film sin ningún tipo de explicación); hay fuerzas rebeldes que complotan con los políticos de turno para acabar con el Barón; está el demente hijo adoptivo (el personaje más interesante de toda la película) que busca a nuestros protagonistas para asesinarlos… El tema es que los héroes no son ni por asomo heroicos ni carismáticos (un niño; un viejo haciendo tonterías); la historia de la super arma aparece de la nada, sin muchas explicaciones; y el tema de la chica robot (a lo María de Metropolis de Lang) termina siendo un clisé para generar un climax de explosiones, pero en absoluto resulta interesante (al menos tal como lo expone la película, que le falta mucho de sentimiento trágico). Es un film al que le falta muchísima atmosfera y le sobran escenarios gigantes.

Posiblemente Metropolis sea mucho mejor apreciada por otros fans del anime, como una obra fiel al original de Osamu Tezuka. Pero en nuestro caso es una experiencia terriblemente frustrante por todas las ricas posibilidades que planteaba el tema y que terminan siendo arruinadas por un director indulgente. Simplemente es una película que plantea muchas expectativas y no termina de cumplirlas.