Crítica: Meteoro (1979)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1979: Sean Connery (Dr. Paul Bradley), Natalie Wood (Tatiana Nikolaevna Donskaya), Karl Malden (Harry Sherwood), Brian Keith (Dr. Alexei Dubov), Martin Landau (General Adlon), Trevor Howard (Sir Michael Hughes)

Director: Ronald Neame, Guión: Stanley Mann & Edmund H. North

Trama: El impacto de un cometa contra el cinturón de asteroides cercano a Jupiter ha provocado una gigantesca explosión y miles de pedazos se dirigen hacia la Tierra. Uno de ellos, de enorme tamaño, corre el riesgo de extinguir toda la vida sobre el planeta debido a las consecuencias de su impacto. El Dr. Paul Bradley es llamado de urgencia por la NASA para que corrija y reactive el programa Hercules – que consiste en un satélite en órbita cargado de misiles nucleares -; pero el mismo ha sido desvirtuado del propósito original que le diera Bradley – eliminar amenazas del espacio exterior -, ya que las cabezas nucleares han sido redirigidas hacia blancos estratégicos en toda la Unión Soviética. Y aún con la venia de la Casa Blanca, el poderío de Hercules no alcanza para destruir el meteoro que viene camino a la Tierra. La única esperanza es que la URSS – que cuenta con un proyecto secreto similar al Hercules – logre entrar en razón y acople su satélite armado de cohetes atómicos al Hercules norteamericano para realizar un lanzamiento conjunto. Pero los días pasan, los plazos se acortan, y el entendimiento entre Norteamericanos y Soviéticos parece estar cada vez más lejos…

Meteoro (1979) Cuando a un bodrio de ciencia ficción se lo filmaba en blanco y negro durante la década del 50, se lo consideraba un clásico. De algún modo la bitonalidad predisponía al público, y los espectadores digerían sin chistar tanto los malos diálogos como los pésimos efectos especiales.

Pero dos décadas más tarde el celuloide Technicolor se abarató, y los bodrios pasaron a ser a colores. Y ya no había más tu tía: los filmes malos eran malos y no había cómo disfrazarlos. Meteoro es una conjunción de elementos berretas, cocinados sin mucho talento y de la manera más económica posible. Ciertamente si uno escucha los diálogos con los ojos cerrados podría llegar a afirmar que no hay nada demasiado terrible con el filme… salvo por el detalle que no estamos hablando de radio.

El gran problema del filme es la puesta en escena. Hay una horda de baratos actores televisivos mezclados con un puñado de estrellas clase A que no estaban pasando su mejor momento y que tenían que laburar para comprar el pancho y la coca de todos los días. Conclusión: reclutaron a Henry Fonda, Natalie Wood y Sean Connery por dos mangos, y los pusieron bien resaltados en la marquesina como para que la vergüenza sea pública. ¿Qué hace Sean Connery compartiendo escena con alguien tan espantoso como Martin Landau?. ¿Alguien me lo puede decir?.

El responsable de todo esto es el mítico productor de la AIP, Samuel Z. Arkoff, un tipo que siempre hizo películas por dos mangos y que ahora quería jugar en primera A. El tema es que la plata que puso para esto no le alcanzaba para costear al nivel de superproducción que se precisaba para ser creíble. A juzgar por los resultados, el adefesio de utilería más caro de todo el filme debe haber sido el peluquín de Sean Connery, ya que el resto de las maquetas es de un nivel paupérrimo. Una de las cosas más chocantes de Meteoro es que todos estos tipos hablan con una convicción tremenda sobre la gran amenaza del espacio… y después se dedican a ver en un monitor a un patético pedazo de piedra pomez sostenido con hilitos. O unos boligrafos pintados a mano y disfrazados de misiles nucleares. O cacharros de plástico haciendo de naves espaciales…

Ciertamente los terribles efectos especiales son los que terminan por hundir al filme. Por el resto, es una película serie B típica de los años 50: el nivel científico de la historia está a la altura de El Libro Gordo de Petete, los personajes son clichés y pierden el 90% del tiempo hablando pavadas (viendo si los soviéticos aceptan o no la propuesta norteamericana), la sobreactuación está a la orden del día (en el caso de Martin Landau, el tipo merece el paredón), los FX son obscenamente baratos, y toda la historia tiene el peso dramático de una obra escolar de fin de curso. La mayoría del cast dice sus líneas sin mucha convicción, y el único que parece a tono es Brian Keith, que dice un par de disparates graciosos y no se toma en serio nada de lo que pasa en la pantalla.

Meteoro es una película demasiado barata. El problema es que a Samuel Z. Arkoff – productor y responsable de este circo – nadie le dijo que el cine catástrofe estaba muerto para finales de los años 70. Acá Arkoff quiso dar el gran golpe y despacharse con una superproducción de aquellas… pero las monedas que tenía en la alcancía no le alcanzaron, y eso se nota. Se nota demasiado.