Crítica: El Medallón Perdido: las Aventuras de Billy Stone (2013)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

2 atómicos: regularTailandia, 2013: William Brent (Billy Stone), Sammi Hanratty (Allie), James Hong (Faleaka), Jansen Panettiere (Huko), Mark Dacascos (Cobra / Mr. Cobb)

Director: Bill Muir – Guión: Bill Muir

Trama: Daniel es un buen samaritano que siempre colabora con el orfanato de la señora Sally ya que él mismo fue criado por ella dentro de esas mismas cuatro paredes. Ahora acaba de ver a tres chicos recién llegados y deprimidos por su situación. Para levantarles el ánimo Daniel les pide sus nombres y decide utilizar los mismos para armar su relato, una historia de aventuras donde dos chicos del presente viajan 400 años al pasado para ayudar a un joven príncipe a defender a su tribu de la invasión inminente de un ejército de asesinos. Para lidiar con la amenaza los chicos disponen de un medallón mágico, el cual concede deseos a aquellos que son puros de corazón. Pero el medallón ha sido robado por Cobra, el líder de los asesinos y es incapaz de utilizarlo debido a la oscuridad de su alma. Ahora Billy, Allie y el príncipe Huko deberán ver la manera de recobrarlo antes de que Cobra triunfe y someta a los suyos a un gobierno de tiranía y violencia que puede llevarlos a la extinción.

Crítica: El Medallón Perdido: las Aventuras de Billy Stone (2013)

Un sabio de tribu cuyo nombre suena como fálica. El payaso de Screen Junkies haciendo de letal secuaz del villano. Huérfanos que viven en una ficticia isla del sur de Asia (¿Panau?), que son increíblemente bellos y están arreglados con claritos cuando el resto son morochos bigotudos. Además la huérfana de turno sale del orfanato cuando quiere (no hay adulto que cuide la puerta!) y siempre parece arreglada con ropa de Hello Kitty, a pesar de vivir en la extrema pobreza. Un pibe de 12 años que se saca la camisa y tiene mas músculos que yo. Un principe local caprichoso que tiene pinta de modelo infantil  (con razón es bonito: es el hermano mas chico de Hayden Panettiere!). Villanos y secuaces inmortales (o reencarnados) que usan pésimas pelucas. Musiquita apestosa sonando de fondo todo el tiempo a lo Hallmark,  Todo eso es El Medallón Perdido: Las Aventuras de Billy Stone, una especie de aventura infantil tipo Indiana Jones pero de cuarta, con cosas ilógicas, malas actuaciones, clichés constantes y subtexto cristiano. No sé si es una película para evitar, pero seguro que es una película ideal para sacarle el cuero entre amigos mientras uno se baja unas cuantas cervezas para hacer a la experiencia digerible.

Lo gracioso de todo esto es que la peli no nació como filme cristiano. Bill Muir rodó el núcleo de la historia en el 2009 y después se quedó sin fondos al tratar de distribuirla. Convencido de que se trataba de la “gran” película, armó un corte del director y lo presentó en varios festivales (!) sin despertar demasiado entusiasmo entre potenciales inversores. A lo sumo logró tentar a un grupo de pastores cristianos que pasaban por allí y que decidieron invertir en el filme a cambio de que Muir le metiera cambios a la historia. Así es como Muir mete con calzador el prólogo y el epílogo del filme donde un veterano – que vino a ayudar al orfanato donde fue criado – le cuenta una historia de aventuras a un grupo de pibes deprimidos y termina con una moraleja religiosa. Para prenderlos, les pone sus nombres a los personajes principales de la historia… con el problema de que el filme ya estaba rodado desde hacía 4 años y que los pibes protagonistas ya tenían bigote y/o usaban corpiño, razón por la cual era imposible volver a contratarlos como si el tiempo no hubiera pasado. Por esa razón vos ves que el tipo que relata elige a un puñado de pibes con pinta de desgraciados y, cuando el cuento se materializa en el siguiente fotograma, el Billy del titulo se transforma en un flaco salido de una publicidad de Armani Kids. Idem con la desvalida huérfana y con el mentado príncipe asiático.

En sí El Medallón Perdido: Las Aventuras de Billy Stone no es un filme estrictamente terrible, pero es el caso típico de una historia exótica escrita por un tipo que nunca fue mas lejos que a la esquina de su casa. Como si fuera un compilado de clichés setentosos esta sub sub desarrollada isla surasiática posee ciudades… compuestas por un puñado de chozas (¿se acuerdan de las repúblicas bananeras que invadía Brigada A y que era 5 carpas y 30 latinos en uniforme militar con boinitas de coté y barbas a lo Fidel?). Todos los locales lucen feos y sucios excepto los impecables héroes caucásicos en otro típico cliché de El Gran Salvador Blanco. El pibe protagonista es un caprichoso que no hizo el duelo de la muerte de su madre y es amigo de la única huerfanita rubia caucásica del orfanato local. Su padre es arqueólogo y busca un medallón mágico perdido (ahora entiendo el título!) que era la obsesión en vida de su madre. La chica obtiene pistas en la biblioteca local – saca un diario escrito hace 400 años por el príncipe que era dueño original del medallón – y lo lee en perfecto inglés. Hay versiones reencarnadas de los malos que quieren el medallón. Y cuando las papas queman en el presente, el pibe pide un deseo y es trasladado mágicamente al pasado junto con sus amigos. Ahora deben evitar que la leyenda se cumpla – que la tribu del príncipe sea arrasada por las huestes del villano – y, para ello, elaboran complejos planes inútiles con el mismo príncipe… siempre hablando el mas perfecto y moderno inglés. Traductor universal… ¿para qué se precisa si tenemos al ignorante del libretista que no quiere matarse en resolver estos detalles insalvables de la trama y elige la solución mas fácil y menos creíble?.

Hay momentos en que El Medallón Perdido: Las Aventuras de Billy Stone pretende escapar a su mediocridad. Cuando un infiltrado escucha el plan de ataque del príncipe y los viajeros del tiempo, éste decide mandar un mensaje secreto al villano tocando tambores en el filo de un acantilado. La cámara sigue el sonido en un inspirado paneo aéreo a través del mar hasta llegar a los oídos de Mark Dacascos, quien está en su sentado en su trono en la isla vecina. Cuando Dacascos arenga a su ejército de asesinos, tenemos un travelling épico a través de las filas de sus milicianos en medio de un palacio inmenso plagado de fogatas. Y a eso se suma los paisajes de Tailandia, con esas rocas gigantescas salidas del mar y que parecen rascacielos naturales creados por la naturaleza (y que pudimos ver en el final de El Hombre del Revólver de Oro).

Si la acción es poco creíble (comenzando porque los pibes y los ignorantes campesinos de la tribu que logran derrotar a un ejército de asesinos; spoiler!), el final metido con calzador termina por darle el zarpazo final al filme. No solo es una moraleja barata y totalmente descolgada de lo que ocurrió antes con el medallón, sino que es una afrenta para lo que sienten los huérfanos del filme (bancáte lo que te pasa, porque es un mensaje de amor de Dios).

El Medallón Perdido: Las Aventuras de Billy Stone está perdida en las aguas de Amazon Prime. Si fuera por mí, nunca la hubiera rescatado; queda en usted decidir si lo hace, ya sea porque disfruta destripando películas mediocres o, bien, porque tiene un irremediable espíritu masoquista.