Crítica: Matrix (1999)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA / Australia, 1999: Keanu Reeves (Thomas ‘Neo’ Anderson), Laurence Fishburne (Morpheus), Carrie-Anne Moss (Trinity), Hugo Weaving (Agente Smith), Joe Pantoliano (Cypher), Gloria Foster (Oráculo)

Director: Larry y Andrew Wachowski, Musica – Don Davies, Guión: Larry y Andrew Wachowski

Trama: Thomas Anderson es un modesto empleado de una firma de software, pero en sus ratos libres resulta ser un hacker conocido como Neo. Desde hace tiempo que Neo intenta contactar a otro hacker conocido como Morpheus, que es objetivo de una intensa búsqueda policial a nivel internacional. Inesperadamente Morpheus hace contacto con Anderson y le advierte de que agentes policiales irán en su búsqueda. Escapando de la persecución, Morpheus se encuentra con Neo, y le revela que el mundo conocido no es real sino que se trata de una simulación producida por las computadoras. Es que el mundo real ha padecido una guerra entre máquinas y seres humanos, que ha arruinado el planeta y ha terminado con la derrota de la humanidad. Ahora los hombres permanecen en estado vegetativo, produciendo bio electricidad para alimentar a las computadoras. Y para evitar que se rebelen en su estado de inconsciencia, ha producido una realidad virtual conocida como Matrix (la matriz). Morpheus ha llegado hasta Neo a través de una profecía que le indica que él es el elegido para reestablecer el orden y acabar con el dominio de las máquinas.

Matrix Star Wars de George Lucas es considerada como la madre de la ciencia ficción moderna. Tanto en el aspecto visual como narrativo, impuso nuevos códigos en el lenguaje cinematográfico, dotando a la ciencia ficción de respeto, reconocimiento popular y éxito en la taquilla, y rescatándola de la serie B o del nicho intelectual que había obtenido con títulos como La Naranja Mecanica o 2001.

Sin desmerecer los méritos de La Guerra de las Galaxias, no deja de ser un pastiche entre comic y aventura adolescente. Un pastiche muy bien hecho, por cierto. Pero le faltaba cierto trasfondo de mayor densidad. Comparada con otras sagas más centradas en explorar las posibilidades a nivel sci fi que le brindan la creación de nuevos mundos – como, por ejemplo, Star Trek -, Star Wars no deja de ser una aventura de fantasía – al estilo El Señor de los Anillos – con adornos de ciencia ficción. La ciencia ficción de calidad – en especial, la literaria – funciona a un nivel más cerebral y menos como vehículo de acción. Crean mundos, desarrollan utopías y funcionan como alegorías y experimentos sobre la realidad actual. Es obvio que sin el impulso de Star Wars, no se habrían concretado muchos filmes de sci fi – buenos y malos – que hemos conocido en los últimos 30 años (la ciencia ficción siempre resultó un género demasiado caro para llevar a la pantalla). Pero muy pocas de esas obras – Blade Runner, Star Trek I, Dark City, por ejemplo – desarrollaron ideas originales, brillantes, ingeniosas, que impacten al espectador. Espectáculos buenos han habido muchos; pero conceptos originales y bien desarrollados, muy pocos.

Precisamente en 1998 se estrenó Ciudad en Tinieblas (Dark City) de Alex Proyas, la cual es una verdadera obra maestra que pasó totalmente desapercibida. Dark City planteaba la idea de un mundo artificial, construido por extraterestres para experimentar con las emociones humanas y descubrir la naturaleza del alma – que entendían, podría remediar el problema de su propia mortalidad -. Es posible que este argumento, dicho en frio, resulte algo cursi o demasiado intelectual, pero era un film realizado de manera impecable. Y si bien uno no tiene la certeza del tiempo de incubación que debe haber llevado el guión de los hermanos Wachowski, es innegable que Matrix le debe un montón de ideas a Dark City.

Pero Matrix – al igual que Star Wars y muchos grandes films del cine – es un pastiche de influencias. Se puede mencionar a Philip K. Dick (el autor de Blade Runner) y su visión de las realidades alteradas, del engaño a la percepción del cerebro, de las memorias borradas. El cine de Hong Kong, la misma Star Wars, el cyberpunk … y la lista sigue. Pero este conglomerado de ideas termina por cohesionarse y formar un nuevo concepto totalmente original, que se mantiene dignamente frente a sus fuentes intelectuales. Como Lucas, los hnos. Wachowski crean algo nuevo y popular, con la diferencia que Matrix es mucho más inteligente en cuanto a la densidad y reto de las ideas que presenta.

Una de las cosas más sorprendentes del film es el equilibrio con que dosifica la entrega de tantas ideas (y, a veces, tan densas). La labor de Fishburne en introducir a Neo (y al espectador) a toda la teoría de la Matriz es brillante, ya que es pausado, coherente y didáctico. Ciertamente no todos los conceptos son captados de entrada – una segunda visión del film amplifica mucho de lo que quiere explicar -; en casos como el mío, que poseo algunos conocimientos de informática, las teorías me resultan muy plausibles y digeribles en cómo están presentadas, excelentes paralelismos de cómo funciona una computadora o un software. Para espectadores ajenos a la computación, esto ya no es tan claro, y posiblemente le queden bastantes baches. Para esos casos, el film funciona a un segundo nivel parecido a Star Wars, donde la platea entiende que hay un héroe que es un elegido, que hay un proceso de descubrimiento y que hay una fuerza malévola y dominante a destruir. Lo que el film no se preocupa en explicar es por qué, en un mundo tan racionalmente concebido, existen profecías, adivinadores y seres sobrenaturales. Ese es un agujero narrativo que el guión compensa con la inercia de hechos e ideas.

Básicamente en la realidad virtual que supone Matrix, los humanos desarrollan sus personalidades a nivel inconsciente. Matrix es un mundo regulado por computadoras. Hay programas que funcionan como monitores de las personalidades que pululan en la Matriz (los agentes). El forzar los hechos en la Matriz implica que los humanos de la resistencia pueden alterar el código de la realidad virtual, así como los agentes. Lo que no se entiende, en términos informáticos, es si el Oráculo es una persona real, o un bug (defecto en el código del programa), un software que puede anticipar las rutinas de la realidad virtual y que colabora con los humanos. Tampoco resulta claro por qué los humanos pueden aparecer en la Matrix de la nada, pero precisan un teléfono para regresar al mundo real. Ni por qué los agentes, que pueden distorsionar a la Matriz, no se reproducen en masa cuando se encuentran con la resistencia. Hay bastantes agujeros de lógica interna – por ejemplo, el agente Smith que se queda sin balas en medio de una pelea -, que se notan a la distancia, cuando uno ha visto varias veces el film y después de horas de pensar en aspectos de la película. Pero en el momento, gracias a la buena dirección, permanecen camuflados en medio de todo el movimiento general.

El comienzo es sorprendente, con Trinity desarrollando toda una serie de piruetas absolutamente increíbles frente al ataque de los policías. Es algo nunca visto (que ahora conocemos como Bullet Time – una cámara lenta tridimensional que permite el seguimiento pormenorizado del movimiento de todos los objetos -, y que se logra sincronizando cámaras a altísimas velocidades de filmación), fascinante, intrigante, que se encuentra muy bien dosificado – el film no satura hasta el cansancio con el efecto, ni liquida la curiosidad del espectador; por el contrario, la va incrementando -. Es un in crescendo de extravaganzas muy bien nivelado. Todo es muy racional, a la vez que se encuentra plagado de acción. Es un raro caso de un film de culto que reta al espectador a un nivel intelectual al estilo del cine arte, y que a su vez resulta popular en la platea.

Un gran comienzo para lo que terminará por desarrollarse como una trilogía. Lamentablemente las entregas siguientes no resultarían tan efectivas como ésta, por una serie de problemas a nivel conceptual. Comenzando por una demora de 4 años en concretar las secuelas, la falta (o imposibilidad) de desarrollo de algún prólogo medianamente explicativo como para que el espectador pudiera retomar el hilo de las ideas después de semejante intervalo – ¿pero cómo resumir tantas en tan poco tiempo? -, y por una sobreabundancia de conceptos que terminan mareando tanto al espectador como a los guionistas / directores. Mientras que Matrix Recargado es una secuela digna – aunque lastrada por la mencionada falta de prólogo, imprescindible para una trama tan densa -, Matrix Revoluciones resulta ser un fiasco, donde lo que venía bien desarrollado culmina por desmoronarse en los minutos finales y los guionistas se terminan enredando en sus propios cables. Esto no quita merito a la trilogía, que se erige como uno de los mejores intentos de realizar ciencia ficción seria en los tiempos que corren. Lo que no es poco.

MATRIX

La saga de Matrix se compone de: Matrix, Matrix Recargado, y Matrix Revoluciones. Matrix Resurrecciones (2021) es una última entrega que pretende reiniciar la saga.