Crítica: MASH (1970)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1970: Donald Sutherland (Halcón Pierce), Elliott Gould (Trampero John McIntyre), Tom Skerritt (Duke Forrest), Sally Kellerman (Labios de Fuego O’Houlihan), Robert Duvall (mayor Frank Burns), Roger Bowen (coronel Henry Blake)

Director: Robert Altman, Guión: Ring Lardner Jr., basado en la novela de Richard Hooker

Trama: 1951, Guerra de Corea. El capitán Benjamin “Halcón” Pierce llega a la zona del conflicto en calidad de cirujano especializado. Asignado a la unidad médica movil 4077 – conocida como MASH – pronto hace buenas migas con los doctores “Trampero” McIntyre y Duke Forrest, especialmente cuando se dedican a molestar al santurrón de la base, un medico llamado Frank Burns y que se pasa leyendo la Biblia a toda hora. Pronto los tres médicos comienzan a darse maña para sobrevivir los horrores de la guerra planeando todo tipo de maldades y travesuras, sea emitir por los altavoces de la base los encuentros amorosos de Burns con una de las enfermeras del plantel, planear un falso funeral para un dentista con problemas de identidad sexual, o montando un reñido match de futbol americano con el hospital militar contiguo. Pero el drama humano de la guerra es mucho mas fuerte y todas las bromas del mundo son incapaces de camuflar el horror que se vive todos los días en el hospital militar en donde residen.

MASH (1970) MASH es la comedia de culto que dirigió Robert Altman en 1970. Llevó al estrellato a Donald Sutherland y Elliot Gould, cimentó la carrera de Altman y se alzó con montones de premios y nominaciones, siendo considerada una de las películas clave del cine norteamericano de las últimas décadas. Sin dudas es un filme importante – de esos que aparecen en todo tipo de reseñas y libros de historia del cine -, pero es también un producto de su tiempo y es una cinta demasiado inflada en cuanto a los valores artisticos reales que contiene.

MASH se basa en un libro mediocre escrito por un antiguo médico militar – Richard Hooker, quien escribiría mas tarde dos secuelas intentando depredar el enorme éxito de la película y la longeva serie televisiva posterior -, el cual se basaba en sus experiencias de campo durante la guerra de Corea. El libro termino siendo el patrón de base para el libreto final, tomándose de él algunas ideas y los nombres de los personajes, y armando una serie de historias diferentes y mucho mas entretenidas. Sin lugar a dudas MASH se sentía fresca e innovadora para su época – gente haciendo bromas en los quirófanos mientras estaba removiendo metralla y amputando piernas; personajes hablando al unísono (lo que le daba un toque de realismo y lo cual terminaría por transformarse en la marca registrada de Altman); y un montón de humor zarpado en un ambiente militar, el cual se consideraba sagrado y pristino hasta ese entonces -, pero es más una buena comedia de episodios dirigida con un estilo innovador, que una película seria sobre la guerra. Una de las cosas que más me da bronca sobre los defensores de MASH es que la tratan como una comedia antibélica cuando en realidad no hay discursos ni imágenes metafóricas, ni siquiera hace una pausa para contrastar todo el humor con un momento de serio dramatismo (o alguna reflexión) que ilustre los horrores de la guerra. Incluso en el libreto original había una idea al respecto – el ayudante coreano que le prepara los tragos a Halcón y Trampero, el cual regresaría mutilado a la base y sería el cuerpo que aparece en el último cuadro del film, el cadáver que se llevan embolsado en un Jeep -, la cual terminaría siendo arrancada de cuajo en el cuarto de edición, así que… ¿de qué filme antibélico hablan, eh?.

En el fondo MASH no deja de ser la crónica de las travesuras de dos tipos enfundados en uniformes militares. Ok, esta gente bromea mientras realizan operaciones brutales a individuos seriamente heridos en el campo de batalla, pero hasta allí llega su compromiso. El resto son gags bien montados – y muy graciosos, hay que reconocerlo -, pero uno jamás termina por descubrir demasiado sobre estos personajes. Es que el libreto de MASH está castrado de costado dramático; no hay siquiera un mínimo conflicto, o algo que conmocione a los protagonistas, a no ser el poder continuar a toda costa con sus patrañas. Comparado con Trampa 22la cual es una auténtica comedia antibélica, con momentos muy cómicos y escenas muy amargas -, MASH languidece en sus pretensiones y queda simplemente como la bromista del grupo. Ni siquiera el tiro por elevación a la Guerra de Vietnam – usando la Guerra de Corea como conflicto paralelo – resulta útil, ya que todas las travesuras de estos chicos son mareantes e intoxicantes, y terminan sepultando cualquier discurso o crítica – si es que había alguno -. El cómo una comedia graciosa termina levantando una parva de nominaciones al Oscar es otro ejemplo de esa superficialidad disfrazada de conciencia – política y moral -que suelen exhibir los miembros de la Academia, los mismos que lucen falsísimas lágrimas de conmoción cuando homenajean a un artista que tiene 90 años, o cuando hablan de un genocidio ocurrido en Africa u Oriente Medio.

Si uno le quita la inadecuada etiqueta de “película con mensaje”, verá que MASH es una pasada como comedia. Desde ya, hay cosas que no funcionan: Tom Skerritt y Robert Duval no tienen la más minima gracia como comediantes, el partido final es algo flojo como climax, y el filme carece de estructura y es sólo un compilado de anécdotas. Los ridículos avisos que pasan por los altavoces, los acosos de los miembros de la base a la rubia Labios de Fuego, o la desopilante quimica entre Elliot Gould y Donald Sutherland son de por sí causa suficiente para ver la película.

A mi juicio, el discurso antibélico estuvo mucho mejor montado en la serie televisiva (1972 – 1983, con Alan Alda), la cual tendría un enorme reconocimiento por méritos propios. Después de la serie vendrían dos fracasados intentos de continuarla – con las tiras After MASH y Walter, la que trataba las aventuras civiles de Radar -, y sólo obtendría éxito con un rarísimo derivado, mucho mas serio y dramático, y completamente apartado del escenario militar, como fue la serie Trapper John M.D. (1979 – 1985), la cual contaba las aventuras de Trampero MacIntyre, ya cincuentón y encargado del departamento de cirugía en un prestigioso hospital norteamericano de la actualidad. Pero ésa ya es otra historia.