Crítica: Maria (2019)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

2 atómicos: regularFilipinas, 2019: Cristine Reyes (Lucy / Maria), Germaine De Leon (Kaleb), KC Montero (Victor), Ronnie Lazaro (Greg), Freddie Webb (Ricardo De la Vega)

Director: Pedring Lopez – Guión: Pedring Lopez, Yz Carbonell & Rex Lopez

Trama: María es una asesina que trabaja para el poderoso cartel de la Rosa Negra. Harta de su trabajo un día decide simular su muerte y vivir en el anonimato. Pero ahora, años después de su desaparición, la gente de la Rosa Negra la ha encontrado y, lo que es peor, a la familia que ha formado. Matando a su esposo y a su hijo, a María no le queda otro motivo para vivir que la venganza… y ahora irá despachando a los miembros del cartel, uno por uno, de la peor manera posible.

Crítica: Maria (2019)

Mujeres semidesnudas y armas: qué combo. A los filipinos les encanta esto ya que son prácticamente los progenitores de uno de los subgéneros exploitation mas populares de los 60 y los 70: el de las cárceles de mujeres – nacido en una época en donde no existía Internet, Cable ni siquiera el VHS como para ver una triple X y los calenturrientos de turno pagaban la entrada de algún cine de mala muerte para ver un poco de carne desnuda femenina -. Al parecer los gustos no han cambiado mucho con el paso de las décadas, y María es una prueba flagrante de lo dicho. Acá las secuaces de turno andan con pantaloncito deportivo super ajustado, corpiño sugestivo y una enorme Beretta 92 en la cintura, aún cuando los varones estén apertrechados como si se fueran a la Tercera Guerra del Golfo. Claro, es un mundo de fantasía, pleno de estupideces y contrasentidos como el ya dicho, una mera excusa para hacer una especie de John Wick a la filipina (y en versión femenina) que solo sirva para entretener un rato.

Pero, a decir verdad, mientras que yo puedo perdonar OVNIs colgados de piolines y monstruos de goma, no tengo tolerancia para los malos diálogos  y las actuaciones pétreas en las cintas de artes marciales. Escapo de todos los engendros que gente como Don “Dragon” Wilson, Cynthia Rothrock, Jean-Claude Van Damme, Steven Seagal o Chuck Norris tuvieron para ofrecer en los 80s y 90s, simplemente porque hay que comerse una hora de diálogos espantosos para ver, de a ratos, cinco minutos de acción. Algo así como ver una pésima pelicula triple X de los años 70. Acá pasa mucho de eso: el capo mafioso de turno es un flaco que no inspira amenaza alguna, el hijo es un tarado que grita y el tercero al mando es el único que actúa de manera decente pero no le dan espacio. Toda esta gente dio por muerta a una sicaria que trabajaba con ellos, Lucy, la cual fue castigada por fallar en su último golpe en donde debía asesinar a una mujer poderosa… y a su pequeña hija. Como suele pasar en el cine de Hong Kong, en esa clase de misiones extremas es cuando los asesinos descubren que tiene un limite y son humanos, y Lucy se dedica a desaparecer y construir una vida en el anonimato. El drama es que la mina no solo no se muda de ciudad (!) sino que está a la vista de todos ya que su marido trabaja para la campaña de un político candidato a gobernador. Los viejos mafiosos la reconocen en un mitin político, la siguen, asaltan la casa, matan a su marido y a su hija (oh, sí, se atreven a cruzar ese límite; si a Frank Castle le pasó, ¿por qué no a Cristine Reyes?), y la chica entra en modo John Wick a full. Pide refugio a su antiguo mentor, se hace de armas y va liquidando uno a uno a los malditos bastardos que arruinaron su vida.

Este es un filme de Pedring Lopez, un tipo que hace películas de acción en el archipiélago. Como guionista es horrible – todo es un cliché tras otro, y apenas hay algún rasgo de humanidad en Lucy / María despues de la tragedia -, pero como director es muy bueno, sobre todo para la acción y para crear ciertos climas. Las peleas son rápidas y Cristine Reyes se ve creíble peleando y masacrando monos. Hay alguna secuencia inspirada que otra, pero te da la impresión que Lopez lo que hace es calcar escenas de filmes mejores y mas conocidos – peleas bajo la lluvia, refriegas a muerte en el baño de mujeres, la Reyes extenuada bajo la ducha mientras se saca del cuerpo la sangre de sus víctimas -, incluso le pone una MP5 a la filipina como para que la asociación con John Wick no se diluya. Pero si las poses funcionan, la lógica no, y no se puede explicar como esta mina sigue matando gente con una daguita (lo que sería lógico para no hacer ruido) si medio millón de tipos la están baleando y el sigilo se fue por el caño, o como el marido no sabe nada de su pasado o, mucho peor, cómo es que lo deja abrir la puerta de su casa sabiendo que hay miles de sicarios detrás de ella esperando volarle la cabeza. Muchas secuencias con su mentor (otro capo mafioso intocable) no tienen pies ni cabeza, e incluso el final queda abierto para una secuela que no sé si me gustaría ver.

Hay buenas cosas en Maria y, si apaga el cerebro, quizás sirva para pasar el rato. Pero en esta clase de filmes yo siempre le veo el pelo al huevo y las virtudes no me compensan los disparates o los horrendos personajes. Como está en Netflix, no vale la pena pegarle una mirada aunque después de 10 minutos sabrá si tiene tolerancia como para terminar de verla sin prenderle fuego a la tele.