Crítica: The Manster (1959)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA – Japon, 1959: Peter Dyneley (Larry Stanford), Terri Zimmern (Tara), Satoshi Nakamura (Dr Robert Suzuki), Van Hawley (Ian Matthews), Jane Hylton (Linda Stanford)

Director: George Breakston & Kenneth G. Crane, Guión: Walt Sheldon, Musica – Hirooki Ogawa

Trama: Desde hace bastante tiempo Larry Stanford viene desarrollando su trabajo de periodista en Japon, pero ansía regresar a casa. Su ultima labor es entrevistar al Dr. Robert Suzuki, quien se encuentra realizando grandes avances en el campo científico. Pero Suzuki se encuentra convencido que se puede provocar cambios evolutivos mediante reacciones químicas, y ya ha conducido varios experimentos desastrosos en secreto. Ahora ha encontrado a Larry, a quien lo considera un sujeto ideal, y después de drogarlo le inyecta un suero experimental. Stanford, lentamente, comenzará a desarrollar conductas cada vez más violentas hasta que se encuentra con que un ojo le está saliendo en su hombro. Dentro de su cuerpo hay una criatura bestial que se está apoderando de todo el ser de Larry, lenta pero inexorablemente.

30 Dias de Oscuridad The Manster es un pequeño pero recordado título del cine de horror de fines de los cincuenta. No hay nadie destacable en el libreto ni en la dirección, pero en el cast figuran varios personajes con prontuario interesante. Está Satoshi Nakamura, quien era habitué de la Toho en pequeños papeles en Los Misterianos, Mothra, Atragon o Latitud Zero; y al frente del elenco se encuentra Peter Dyneley, quien ponía la voz a Jeff Tracy en los Thunderbirds (y otras tiras de Gerry Anderson).

Hay varias cosas curiosas en The Manster, además de los intérpretes. Es una rara coproducción japonesa – norteamericana, con bastante respeto por la cultura nipona pese a que el argumento es definitivamente racista – el villano es japonés, y lo que conocemos de la tierra del sol naciente es por la vida nocturna descontrolada de Stanford, que después del experimento vive visitando cabarets y no deja muñeca japonesa sin cabeza -. A su vez, la historia mezcla elementos de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde con Frankenstein, los cuales no quedan del todo mal.

Pero a pesar de las ganas del guión, el film es decididamente chato. Como protagonista, Peter Dyneley es completamente inadecuado (uno calcula, según la IMDB, que estaba en sus cuarenta pero parece un abuelo). Además posee una cara de bonachón terrible, con lo cual la transformación hacia el lado oscuro bordea varias veces lo risible; cuando Dyneley se enoja, sólo parece un niño viejo y caprichoso. No hay nada demasiado abominable en la performance de Dyneley, pero definitivamente no tiene el Physique Du Rol. A su vez Nakamura es correcto como el profesor demente, pero debería ser mucho más siniestro. En el medio hay mucho bla bla bla y sólo en la última cuarta parte del film las cosas parecen ponerse en movimiento.

Pero lo que lo hace memorable a The Manster (aunque sea por un par de minutos), es que la historia trata de una criatura que comienza a emerger en el cuerpo del periodista. A pesar de los toscos efectos especiales, la secuencia en que Stanford descubre el ojo en su hombro es fascinante. Lamentablemente el resto de la película no tiene tantas sorpresas como esa – a lo sumo cuando emerge la segunda cabeza del cuerpo; y en el bizarro climax -, y uno echa de menos algo más de delirio en el film. Era una cinta que pedía a gritos a Ishiro Honda en la dirección, quien podría haber logrado cosas ampliamente superiores.

Los directores Breakston y Crane dirigen sin suspenso y sin demasiado talento. Al menos cuidan de que, cuando el proceso avanza y Stanford anda por allí con dos cabezas, la filmación transcurra en penumbras y no se note demasiado la cabeza trucha de papel maché. No hay nada demasiado dañino para la neurona en este film (y menos cuando dura sólo 70 minutos!), pero todo se ve bastante rutinario. El final es monumentalmente absurdo – Stanford y la bestia se desprenden uno del otro, pero el periodista no tiene sangre ni heridas (!!) -, pero dentro de todo está bien. Obviamente Sam Raimi se debe haber inspirado en esta secuencia para rodar una similar (con Ash bueno y Ash malo despegándose de un solo cuerpo) en El Ejercito de las Tinieblas.

The Manster es un film que merecería una buena remake. Hay algo estremecedor en la idea de que un ser vaya creciendo dentro de uno y apoderándose de su cuerpo, pero aquí el libreto no le da demasiada importancia y se fija más en la transformación moral del protagonista. Las muertes son asépticas y sin sentido, y las interpretaciones maderosas. Con otro director, un par de pesos más, y unos tragos de sake encima, hubiera resultado en un sólido clásico de la serie B.