Crítica: El Hombre en el Castillo (The Man in the High Castle) (2015)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2015: Alexa Davalos (Juliana Crain), Luke Kleintank (Joe Blake), Rupert Evans (Frank Frink), DJ Qualls (Ed McCarthy), Cary-Hiroyuki Tagawa (Nobusuke Tagomi), Rufus Sewell (John Smith)

Director: David Semel, Guión: Frank Spotnitz, basado en la novela homónima de Philip K. Dick

Trama: El mundo, en un 1962 alternativo. Los nazis y sus socios del Eje han ganado la Segunda Guerra Mundial, arrasando a los aliados y conquistando Europa, la Unión Soviética y, especialmente, los Estados Unidos. Ahora el territorio norteamericano se divide en tres franjas: la oriental, dominada por los japoneses, y la occidental bajo el puño de hierro de la potencia germana; en el medio hay una zona neutral a donde van a parar los indeseables y los refugiados. Pero las potencias conquistadoras desconfían mutuamente, y más ahora que el Führer Adolf Hitler se encuentra gravemente enfermo – lo que está provocando una silenciosa interna entre los miembros mas poderosos del partido para eirigirse en su sucesor -. El embajador japonés en Norteamérica, Nobusuke Tagomi, sabe de ello y está realizando contactos secretos con miembros moderados del partido nazi para anticipar los próximos pasos de la cúpula política germana; pero los informes son inquietantes y hablan de una inminente guerra atómica, en donde el sucesor de Hitler arrasará la nación nipona para erigirse en la única superpotencia sobre el planeta. Mientras tanto Joe Blake y Juliana Crain son dos miembros de la resistencia estadounidense, los cuales han recibido la misión de traficar un misterioso paquete hacia la zona neutral y entregarla a su contacto pertinente. Y el paquete en cuestión resulta ser una extraña película llamada “La Langosta es una Carga”, la cual describe una versión diferente del mundo en el cual los Aliados han ganado la guerra y Hitler y sus secuaces fueron juzgados por crímenes de guerra. ¿El contenido del filme es real, o sólo se trata de un instrumento de propaganda?. ¿Acaso hay una versión de la historia que los habitantes de Norteamérica desconocen?. Y, de ser cierto, ¿esto podría influir en la inminente guerra de exterminio que los nazis se aprestan a lanzar sobre el imperio japonés?.

El Hombre en el Castillo El Hombre en el Castillo (1962) es el pináculo de la carrera literaria de Philip k. Dick. Hasta ese entonces habían existido novelas de historia alternativa – en donde se toma un acontecimiento histórico, se altera el resultado, y se examinan sus consecuencias (o se usa de contexto para una trama que ilustra cómo el mundo ha cambiado a partir de dicha alteración) -, pero ninguna con el grado de sofisticación que tiene The Man in the High Castle. El escenario de fondo es típico – los nazis ganan la Segunda Guerra Mundial – pero el exotismo se da en la existencia de un relato alternativo… dentro del relato alternativo. La resistencia norteamericana pelea en las sombras para proteger un libro de propaganda, el cual describe que los Aliados ganaron la guerra… pero tampoco en la forma como todos conocemos. Por ejemplo, que Franklin Delano Roosevelt falleció en un atentado, otro tomó su puesto y retiró la flota del Pacífico justo a tiempo para evitar el ataque japonés de Pearl Harbor en diciembre de 1941; que americanos e ingleses ganaron la guerra y que, a su vez, se trenzaron en una tensión diplomática que culminaría con una guerra entre los aliados, lo cual culminará en una eventual guerra atómica ganada por los ingleses (!).

El cómo influye ese libro en el resto de la historia es un auténtico galimatías. Es mas como un consuelo para las mentes oprimidas por la tiranía, que un relato real de algo ocultado por el totalitarismo. ¿O no es así?. Como sea, el relato de Dick va y viene de una historia a la otra, y los personajes se mueven por ese universo con un sentido de determinismo pesimista. Allí entra a jugar el I Chingun oráculo chino basado en la interpretación de varillas numeradas, las cuales indican cursos de acción a seguir -, el cual va guiando las acciones de los personajes. El mismo Dick aplicó el I Ching a porciones claves del relato, terminando – en muchos de los casos – por guionar los destinos de tramas y personajes en contra de su propio designio. Es por ello que El Hombre en el Castillo no tiene un fin explícito o esperable – por ejemplo, que la resistencia voltee a los invasores, o que los japoneses derroten a los nazis – sino que, simplemente, se detiene. Tal como ocurre en la vida real, el curso de las acciones está preestablecido y los acontecimientos tienen un peso tan enorme que un héroe o un sacrificio personal no pueden alterar el trazo marcado por la historia en lo más minimo.

Mientras que el sentido resolutivo de The Man in the High Castle puede ser frustrante, el escenario de fondo es tan rico como fascinante. Los nazis poseen la bomba de hidrógeno, su tecnología está adelantada por mas de una década a la de cualquier otro país del mundo, y han dominado con facilidad a Europa, Inglaterra, la URSS y los Estados Unidos; poseen una flota supersónica de aviones comerciales y militares, y ahora se aprestan a explorar el espacio para colonizar la Luna y Marte; y mantienen una tensa guerra fría con su antiguos aliados japoneses mientras un avejentado Hitler se encuentra desgastado por el mal de Parkinson, suceso que está fomentando una feroz interna entre sus posibles sucesores dentro del nazismo.

Ciertamente El Hombre en el Castillo es una obra exigente; para paladearla en su justo grado es necesario conocer historia (y regodearse con esta visión alternativa del siglo XX). Semejante complejidad sólo podía ser abordada mediante una miniserie, la cual pudo ser materializada en el presente año gracias a la productora de Ridley Scott (quien rodara uno de sus titulos mas emblemáticos de Dick, ¿Acaso no Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?, dando lugar a ese clásico que fue Blade Runner). Hace años que Scott quería hacer despegar el proyecto y ahora pudo hacerlo gracias a Amazon Studios una división multimedia de la popular libreria on line, la cual financia pilotos, los vende en linea y después los reubica en cadenas de televisión por cable -. A Scott se suma Frank Spotnitz, un veterano del género que tiene en su haber Los Expedientes Secretos X, Millennium y la versión modernosa de The Night Stalker. Entre ambos lograron adaptar el libro de Dick y convertirlo en algo mas cinemático.

Considerando lo escaso que son los filmes de historia alternativa – como Fatherland o It Happened Here -, El Hombre en el Castillo viene a cubrir una enorme faltante en el género fantástico, y lo hace con abundancia de medios. Las imágenes de la Norteamérica ocupada por los invasores son shockeantes: banderas nazis por todos lados; versiones germanas del Concorde cruzando el cielo a velocidades supersónicas; la zona de ocupación japonesa atestada de Citroens 2CV y Subaru 360 (lo que indica coches económicos y de tecnología atrasada), carteles de propaganda escritos en inglés y proclamando la gloria de un envejecido Hitler; un país atestado de hospitales, entre los cuales su rutina diaria incluye la incineración de marginados e indeseables; una zona neutral atestada de negros, judíos y discapacitados… una gestapo conformada por fanáticos locales, tan despiadados como sus pares germanos. Y desde ya, el escenario de Guerra Fría entre Japón y Alemania. El piloto no dilucida cómo es que llegaron a trazar una enorme zona neutral en el medio del país (ni qué tipo de gobierno / autonomía posee dicha zona) pero, al parecer, vive de manera parasitaria de sus vecinos ya que negocian en moneda alemana y hay tolerancia racial. Y mientras que dicho escenario es colorido, por otra parte la trama es reducida a dos líneas argumentales: la primera es la del embajador japonés que olfatea el fin de la tensa paz entre Japón y Alemania, y la otra es la reunión de dos miembros de la resistencia, los cuales parten de puntos opuestos del pais para reunirse en la zona neutral y traficar con un filme clandestino que cuenta una versión de la historia radicalmente diferente. El problema es que uno de ellos es un agente clandestino de la SS, cuya misión es destapar toda la red remanente de la resistencia. Este ultimo elemento es nuevo y no figura en el original de Dick, pero es bienvenido ya que genera una situación de tensión constante.

Salvo la performance de Luke Kleintank (que parece no tomarse en serio el rol), el resto del piloto es muy bueno. Va a ser interesante ver como deciden resolver la trama de Dick, si le crean un final standard y explícito, o lo dejan en la nebulosa como el original de Dick (que te hace pensar que los personajes terminan por darse cuenta que viven en una ficción, o que forman parte de una de las tantas lineas temporales posibles de la humanidad). A mi juicio, es un thriller apasionante, inteligente y definitivamente recomendable, cuyo desarrollo veremos (sobre todo si cumple las expectativas) en el correr de los próximos capítulos.