Crítica: Mad Max (1979)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Australia, 1979: Mel Gibson (Max Rockatansky), Joanne Samuel (Jessie Rockatansky), Hugh Keays-Byrne (el Cortador de Pies), Steve Bisley (Jim Goose), Roger Ward (Fifi McAfee), Tim Burns (Johnny), Geoff Parry (Bubba Zanetti), Sheila Florence (May Swaissey)

Director: George Miller, Guión: George Miller & James McCausland, Musica – Brian May

Trama: Australia, en un futuro próximo. La Fuerza Central de Patrullas (MFP) se encarga de monitorear las carreteras y atrapar a las pandillas de motociclistas que se encuentran aterrorizando a los pueblos de la zona. Entre sus integrantes se encuentra Max Rockatansky, el principal interceptor de la fuerza. Max, junto con otros miembros, se suma a la operación para detener al demencial pandillero conocido como el Jinete Nocturno, pero el mismo perece en un accidente de tránsito. Al enterarse de la noticia, el resto de la banda del Jinete Nocturno – liderada por el Cortador de Pies – decide tomar represalias. Primero asaltaran a Jim Goose – el compañero de Max en la redada que acabara con la vida del Jinete Nocturno -, y por último a la familia del patrullero. Con su esposa en grave estado y su hijo muerto, Max se lanzará como una furia a las carreteras en busqueda de venganza.

Mad Max En los 80 el cine australiano era la gran novedad de la industria cinematográfica. En especial el cine fantástico trajo una brisa fresca a toda la industria del clisé de Hollywood, hasta ese entonces reina en las pantallas. Títulos como La Ultima Ola o Razorback, entre tantos otros, generaron una pequeña era de oro para la actividad cinematográfica australiana.

Y posiblemente de todos esos títulos, uno de los primeros que hizo cabeza de playa fue Mad Max (1979). Una película de presupuesto muy modesto (400.000 u$s) que terminó recaudando más de 100 millones de dolares en todo el mundo. Además de ser mencionada en festivales de cine fantástico, Mad Max supo padecer el peso de la censura en unos cuantos países por considerarla extremadamente violenta – algo que terminó por darle publicidad adicional gratis -. El éxito generaría dos secuelas: Mad Max 2, Guerrero de la Carretera (1981) y Mad Max 3, en la Cupula del Trueno (1985). En especial Mad Max 2 generaría todo un género por sí mismo, la de los futuros postapocalipticos trash donde la humanidad vive en tribus y vive un culto a las máquinas sobrevivientes del holocausto nuclear. Sería un género muy popular en los 80, especialmente por lo barato que resultaba encarar ese tipo de producciones – bastaban unos cuantos autos desarmados y gente vistiendo harapos para disfrazarla de aventura épica de ciencia ficcion -.

Pero para quienes han visto Mad Max 2 y su secuela, el film original resulta algo así como un pez fuera del agua. Es una película completamente distinta a sus dos continuaciones – salvo Max y el hermoso Interceptor, no existen otras conexiones -. El único film que ahora se me ocurre, que haya tenido un cambio tan radical de tono / escenario entre secuelas puede ser Evil Dead y Evil Dead 2 de Sam Raimi, uno un film de terror puro y duro y el otro una fabulosa comedia. Mientras que Guerrero de la Carretera trata sobre un mundo sumido en el caos, peleando por la supervivencia y luchando a muerte por unos litros de combustible, la Mad Max original a lo sumo establece un futuro seudo punk no muy diferente del actual. Hay caos, hay vandalos pero la civilización sigue de pie. La mención del futuro próximo es nominal como para traducir esto en algunos cambios estilisticos en cuanto a la ropa de los personajes, y la actitud ultraviolenta de los pandilleros, pero estos detalles bien podrían haberse obviado y la historia podría haber sido transplantada a la época actual sin corregir ni una coma. Y mientras que Mad Max 2 es una historia épica, Mad Max 1 no es más que un relato de venganza escenificado en las carreteras australianas. No tiene demasiadas diferencias con otras historias de vigilantes como Harry el Sucio o El Vengador Anónimo.

Lo que intenta Mad Max es unir varios géneros: el western, las historias de vigilantes y las road movies (en especial el género de bikers, que Roger Corman explotara hasta el hartazgo en los 60 y 70). Pero en semejante licuado no todos los ingredientes se mezclan en forma pareja. El escenario futurista es casi inexistente, y sólo sirve para mostrar a todos los patrulleros en uniformes de cuero negro que serían el paraíso de cualquier fetichista. Uno hasta podría argumentar que la MFP tiene connotaciones gay – en especial el comandante Fifi, que es obvio -, pero curiosamente esto no es algo nuevo en el cine de influencia inglesa. Si uno examina la filmografía sci fi británica (y por rebote, a esta producción australiana), siempre existió cierta tendencia en mostrar un futuro casi andrógino.

Es un film muy desparejo. Como héroe, Mel Gibson no termina de aportar la dureza que precisa el personaje – se ve demasiado joven y blando, imagen que mejoraría con los años -. Toda la secuencia inicial de la cacería al Jinete Nocturno es una mezcla de aciertos y errores – los choques están bien filmados, pero la parte actoral no; y todo el preparativo para la entrada de Max en escena resulta bastante desinflado por lo poco que aporta el personaje -. En la piel de Gibson, en este film, Max no es ni loco ni despiadado, al menos hasta las escenas finales donde parece algo más a tono. Y mientras que la acción tiene sus momentos y hay un par de escenas de shock, el desarrollo de la trama con los personajes interactuando es bastante chato. A esto se suma la terrible interpretación de Hugh Keays-Byrne, que parece una mala mímica de Malcom McDowell en La Naranja Mecanica, y sobreactúa a niveles siderales. Sin duda la banda genera amenaza por momentos, pero Keays-Byrne se las ingenia para arruinar todas las mejores intenciones del director, amén de que sus líneas son muy malas. Y por supuesto la banda sonora, que es horrible e intrusiva.

A uno le da la impresión de que la falta de punch del film pasa por la inexperiencia de aquel momento de George Miller como director y guionista. Sobre el final el film parece encontrar mejor el tono – en especial la última escena, donde el pandillero saquea a las victimas de un accidente de tránsito -. En vez de seguir los lineamientos de Billy Jack – otro film de culto -, la película bien podría haber apuntado a establecer a la pandilla como una banda de depredadores nomadas en vez de un grupo patético de idiotas drogados en moto. En algunos momentos Miller da en el blanco, como el asalto a la pareja que escapa en el Chevy, pero en otros cae en lo ridículo como la anciana que encierra a los vandalos en el cobertizo, a punta de escopeta.

Es un film que apenas llega a lo correcto debido a sus desprolijidades. Miller regresaría al personaje con un cambio radical de temática en la superior Mad Max 2, Guerrero de la Carretera.

MAD MAX

Mad Max (1979) – Mad Max 2: Guerrero de la Carretera (1981) – Mad Max 3: Mas Allá de la Cúpula del Trueno (1985) – Mad Max: Furia en el Camino (2015)