Crítica: Doctor Mabuse, el Jugador (Dr. Mabuse, Der Spieler) (1922)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Alemania, 1922: Rudolf Klein-Rogge (Dr Mabuse), Bernhard Goetzke (fiscal Wenk), Aud Egede Nissen (Cara Carozza), Paul Richter (Eddie Hull), Gertrud Welcker (condesa Told)

Director: Fritz Lang, Guión: Fritz Lang & Thea von Harbou, basados en la novela serializada homónima de Norbert Jacques

Trama: Alemania en los tiempos de la post guerra del primer conflicto mundial. En la situación precaria en que vive la nación alemana, el juego clandestino se ha convertido en la principal fuente de entretenimiento para las clases acomodadas. Pero súbitamente una serie de hombres ricos han perdido gran parte de su fortuna en las mesas de juego, aunque siempre los sospechosos resultan diferentes. El fiscal Wenk se ha comprometido a investigar y cree que en realidad se trata de una sola persona, la que utiliza distintos disfraces. Y las sospechas de Wenk no están erradas: el siniestro Dr. Mabuse ha montado una organización criminal que se alimenta financieramente de las estafas en los juegos de naipes. Para ello Mabuse utiliza el poder de la hipnosis, dominando a los individuos débiles para que hagan su voluntad. Pero la irrupción de Wenk, junto con su aliada la condesa Told, pondrán en peligro la operación de Mabuse, y muy pronto el cerebro criminal buscará desquitarse de sus perseguidores.

Arlequin: Critica: Doctor Mabuse, el Jugador (Dr. Mabuse, Der Spieler) (1922)

Uno no nace sabiendo todo lo que hay que saber del cine. Es imposible el conocimiento total y, especialmente, el conocimiento simultáneo. No siempre se puede ver una saga en la sucesión cronológica como fue filmada, y a veces para hacer referencias se toman prestadas opiniones ajenas. Uno da por sentado que, si más de cien personas coinciden en lo mismo, debe ser verdadero.

Con lo cual uno termina por afirmar cosas sobre la base de presunciones que, cuando enfrenta realmente los hechos, resultan ser diferentes. El caso de Dr. Mabuse, el Jugador es una de ellas. Admirada por medio mundo, calificada de obra maestra, y asumida como uno de los grandes modelos de villanos cinematográficos de todos los tiempos.

Pero Dr. Mabuse, Der Spieler no resulta ser lo que uno presupone. Sin dudas en su momento fue un hito y marcó pautas, pero cae dentro de la categoría de clásicos que han envejecido mal. En momentos así es cuando uno debería reconsiderar lo que se entiende por clásico – un film atemporal que se disfruta por igual ahora, hace 50 años o el siglo que viene, porque tiene ideas y técnicas que lo hacen moderno y perenne -. Quizás haya que inventar una nueva categoría, la de mojones históricos de la cinematografía – en su momento fueron importantes, pero que uno ya ha dejado atrás y cuya revisión deja traslucir un montón de fallas a los ojos del espectador moderno -. Los filmes de la Hammer o el Drácula de Bela Lugosi caben perfectamente en esa categoría. Y Dr. Mabuse, el Jugador está en una posición intermedia.

Ya hemos hablado del origen del personaje en la reseña acerca de la última visita de Fritz Lang a la saga – Los Crimenes del Dr. Mabuse (1960) -. Norbert Jacques era un francés nacionalizado alemán que comenzó a publicar la novela de manera serial en un diario berlinense, y prónto se convirtió en un suceso. Entra el matrimonio de Fritz Lang y Thea Von Harbou – destacados director y guionista respectivamente de la cinematografía alemana -, y pusieron manos a la obra para adaptarla. El resultado es este monstruo de tres horas y media (cuatro horas y media en el metraje más completo que se ha reconstruído) que obtuvo gran repercusión a pesar de lo monumental de su duración.

Quien esto escribe es un convencido que Fritz Lang es uno de los mejores directores de la historia. Pero sería injusto también cargarle todas las culpas de las fallas de Dr. Mabuse a Thea Von Harbou. Francamente es un libreto que no entiende lo que significa adaptar una obra. Pareciera que todos los capitulos del serial de Norbert Jacques hubieran sido incluídos con calzador, cuando en realidad se precisaba una poda de subtramas y personajes para que la historia quedara más compacta y efectiva. Tampoco la dirección de Lang es muy concisa: todas las escenas son excesivamente largas, y cualquier rutina corriente demora cinco minutos más de lo debido. Es cierto que hay que construir un clima, pero con ese ritmo todo se vuelve tan moroso que termina por sobrepasar al espectador.

Uno no puede negar que los puntos vitales de la obra son inteligentes. El problema es el trajín diario de los personajes que no resulta tan interesante y es demasiado extendido. El comienzo del film es muy bueno, con Mabuse robando un convenio comercial secreto cuya desaparición hace temblar a la bolsa de valores… jugada que es aprovechada por Mabuse en su propio beneficio. Pero lamentablemente el ingenio de esas secuencias termina sepultado por el sopor de la trama central, con escenas demasiado largas. Los personajes son interesantes, los avances de capítulo de la historia son buenos; pero hay demasiado relleno (o demasiado tiempo dedicado al relleno) que la hacen interminable.

En sí Mabuse toma algunas influencias de villanos preexistentes a la época, como Fantomas y Fu Manchú. Es un maestro del disfraz, un hombre brillante, y posee poderes telepáticos más poderosos que la simple hipnosis. Por ejemplo, puede controlar mentalmente a alguien aún estando de espaldas – como ocurre con el conde Told -. Allí reside el elemento fantástico de la trama y nada más. Pero las explicaciones sobre las motivaciones de Mabuse son muy vagas. Sabemos que se cree un ser superior y que disfruta de jugar con las mentes de los más débiles. También sabemos que acapara enormes fortunas de dinero con el juego, pero desconocemos su propósito. Quizás ocurra en filmes posteriores, pero al menos en esta película no es un genio criminal en el sentido megalómano de controlar o destruir el mundo. Funciona más como un mafioso con poderes telepáticos que como una amenaza pública o como un anarquista. En todo caso sus motivaciones son narcisistas: controlar débiles y explotarlos, demostrar su superioridad. Pero no existe un ansia de poder sobre multitudes, sino que sus motivos son más modestos.

En contrapartida tenemos al fiscal Wenk, que es un personaje medianamente interesante. El filme amenaza convertir la historia en un duelo de ingenios entre él y Mabuse, pero a mitad de camino decide dejar al héroe en un rol bastante pasivo. Mientras que al principio Wenk recrea los mismos métodos de Mabuse – se disfraza, olfatea los posibles escenarios de los crímenes y las potenciales víctimas -, después pierde protagonismo a manos de otros papeles poco interesantes como es Cara Carozza y la condesa Told. Sinceramente uno esperaba muchísimo más de la condesa, pero termina por ser un elemento decorativo para que, al final, Mabuse se transforme en un villano típico de cine mudo con rehén femenina de turno. Además el personaje de la condesa Told entra dentro de las diletantes sociales de Von Harbou – que siempre vió a la clase alta como un parásito que vive en el ocio -, calificándola como una niña rica que tiene tristeza, una mujer totalmente apática con todos y con el mundo que la rodea, que vive en el aburrimiento, y que se presta a colaborar con Wenk, no por causas morales sino por matar el tiempo.

Las actuaciones están bien, y se destaca Rudolf Klein-Rogge (el Rotwang de Metropolis) que, cuando sintoniza a Mabuse sobreactúa salvajemente pero cuando se disfraza se transforma de un modo completamente asombroso. La curiosidad para la trivia es que Klein-Rogge fue el marido de Von Harbou hasta 1921, y después la volátil guionista se casaría con Lang en 1922 (el año de este filme) y seguirían juntos hasta que Von Harbou decidiera abrazar el nazismo mientras Lang huía para Norteamérica.

Dr. Mabuse, Der Spieler es una película que resulta aceptable si se le tiene paciencia. Es muy indulgente con los tiempos que maneja. El villano es muy interesante y se comporta de manera implacable, e incluso incorpora elementos modernos (propios del serial o de otros villanos más actuales) como la hipnosis y los dispositivos de última tecnología. Si uno lo compara con los mejores villanos de la historia, podría citar a Mabuse como una de las más fuertes influencias del Joker de Heath Ledger en The Dark Knight. En algunos momentos del film, uno espera que Klein-Rogge empiece algún discurso del estilo “yo simplemente soy un agente del caos”. El problema es que el mejor personaje está muy dosificado y queda diluído entre una troupe de caracteres medianamente potables que viven entrando y saliendo de habitaciones, hablando mucho, haciendo pausas eternas y ejecutando muy poco.

LA SAGA DEL DR. MABUSE

Los filmes dirigidos por Fritz Lang acerca del Dr. Mabuse son: Dr. Mabuse, el Jugador (1922), El Testamento del Doctor Mabuse (1933) y Los Crimenes del Dr. Mabuse (1960). Dr. M / Club Extinction (1990) es una versión actualizada y muy libre del personaje, dirigida y escrita por Claude Chabrol.

FRITZ LANG

Dr. Mabuse, el Jugador (1922), Metropolis (1927), La Mujer en la Luna (1929), M, el Vampiro de Dusseldorf (1931), El Testamento del Doctor Mabuse (1933) y Los Crimenes del Dr. Mabuse (1960)