Crítica: Luces Rojas (Red Lights) (2012)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

España / USA, 2012: Cillian Murphy (Dr Tom Buckley), Robert De Niro (Simon Silver), Sigourney Weaver (Dra Margaret Matheson), Elizabeth Olsen (Sally Owen), Toby Jones (Profesor Paul Shackleton), Joely Richardson (Monica Handsen), Leonardo Sbaraglia (Leonardo Palladino)

Director: Rodrigo Cortes, Guión: Rodrigo Cortes

Trama: Margaret Matheson y Tom Buckley son dos científicos dedicados a desenmascarar embaucadores de lo paranormal, sean falsos mediums o síquicos sin poderes. Ahora se han enterado que Simon Silver, un legendario síquico que se encontraba retirado de la actividad desde hace 30 años, ha decidido regresar. Buckley está convencido que Silver es un farsante – y de que ellos deben probar el engaño – pero la escéptica doctora Matheson tiene sus serias dudas sobre la necesidad de retar el poder del mentalista… si éste lo tuviese. Enfrascados en una guerra mediática sin cuartel con el equipo de Silver, el stress termina por doblegar a la sufrida Margaret, quien fallece de un infarto. Ahora Buckley se ha lanzado en una misión sin retorno, redoblando sus esfuerzos para probar que Silver carece de poderes, o aniquilarlo en el intento; pero el mentalista parece tener reservada una serie de sorpresas, las cuales pondrán en serio riesgo la vida del científico.

Luces Rojas (Red Lights) Hay películas que prometen y después se hunden muy mal, y ése es el caso de Luces Rojas. Gran reparto, un tema interesante y un director prometedor. El problema es que, una vez que comienza la trama, el responsable de todo esto no tiene muy claro a dónde llevar el barco. Luces Rojas tiene algunas secuencias deliciosas, las cuales van compensando las desprolijidades que uno ve en el camino. Pero en los últimos 15 minutos el filme decide hacerse el hara kiri (o seppuku… o ikebana, como quiera llamarlo), y se manda con una vuelta de tuerca shyamalanesca que resulta descomunalmente estúpida y desconcertante. Habian mil formas diferentes de escribir un final decente para la película, y Rodrigo Cortés encontró la única que no funcionaba. Mal día para hacerse el banana en Hollywood.

Sin dudas el director español – luego del suceso de Enterrado (2012) – debió haberse ganado el favor de algunos poderosos, quienes pusieron plata en abundancia para este proyecto. Así es como Cortés se dió el lujo de contratar a Cillian Murphy, Robert De Niro, Sigourney Weaver, el sabor del momento Elizabeth Olsen, y nuestro Leonardo Sbaraglia (ah, ése aún no es caro!). Hay que admitir que las performances son buenas, incluso diría – en un comentario típico del cholulismo criollo – que la actuación de Sbaraglia es una de las mejores cosas de la película. El Leo hace de un falso mentalista, pero le mete tanto picante a su rol que parece sintonizar, por momentos, a Antonio Banderas; hasta me atrevería a decir que lo suyo en este filme debería abrirle alguna que otra puerta en Hollywood. Ya tendremos más noticias de nuestro star en un próximo boletín.

Mientras que el elenco es impecable (bah, la Olsen no tiene mucho para hacer y es un obvio relleno del relato como para demostrar que el personaje de Cillian Murphy es heterosexual… por si ese dato le provocaba insomnio a alguien de la platea), el relato no lo es. Por un lado el guión hace un gran esfuerzo en darle ángel y espíritu de camaradería a esta extraña pareja de científicos pero, por el otro lado, fracasa miserablemente a la hora de hacerlos intelectualmente fascinantes. En teoría éstos dos serían una especie de Sherlock Holmes y Watson de lo paranormal, pero llegan a unas conclusiones tan obvias y ped… que resulta imposible que se ganen nuestra admiración. ¿Mediums moviendo mesas con manos y pies? ¿Lectura síquica de cartas, trampeada por el reflejo de éstas en los lentes del testeador? ¡Vamos! ¿No había nada mejor (o mínimamente más sofísticado) que inventar?.

Por el otro lado está Robert De Niro haciendo de Robert De Niro. Ok, el goodfella tiene un par de escenas realmente bien escritas, con lo cual se le pueden perdonar las muecas que hace siempre. Pero los problemas no pasan por los actores ni sus vicios de actuación. Verán, esto sucede así: estos dos mediocres investigadores van detrás de un siquico de mucho renombre y poderes (aparentemente) enormes. En el camino pasan cosas raras: pajaritos que se estrellan como misiles Exocet contra las vidrieras, aparatos eléctricos a los que les salta la térmica, sueños sicodélicos… Las cosas se ponen tan espesas que la Weaver se pone del tomate y decide estirar la pata (sí, otro director que quiere hacer la gran Hitchcock y extermina a su principal protagonista a mitad de la cinta a lo Psicosis). Eso ocurre a los 60 minutos exactos de haber comenzado la película y, a partir de alli, Luces Rojas se clava de nariz como el Titanic. Si antes era un pasable thriller sicológico con ribetes paranormales, después entra en los sustos obvios – habitaciones revueltas en dos segundos, puertas que se cierran solas y de golpe, más pajaritos kamikaze, etc -. Todo esto saca de las casillas a Cillian Murphy, y éste decide ir a ver en persona a De Niro para recordarle que no es un síquico sino un mal actor bien pagado. Y ahí ocurre el desastre.

(alerta spoilers) De todos los finales posibles, decir que el protagonista es el responsable de todo lo que ocurre es, por lejos, el peor. No hay suficientes pistas como para que la audiencia lo justifique y, mucho menos, lo aplauda – el análisis en retrospectiva sólo termina por destrozar cualquier intento de valoración lógica -. Por contra, a mi se me había ocurrido otro final mucho mejor, y es que el personaje de De Niro realmente tuviera poderes y hubiera salido de su retiro para darle la bienvenida / cederle el cetro a Murphy. O quizás darle un giro apocalíptico al asunto, y hacer que De Niro se despachara con una serie de desconcertantes profecías. Acá nada de eso se da, y el finale queda como un enorme Deus Ex Machina que no satisface a nadie. Simplemente es una ocurrencia indignante del guión, metida con calzador en la última escena de la película. (fin spoilers)

Luces Rojas no merece el precio de la entrada. Si la pasaran por la TV zafaría, simplemente porque es gratis y porque nadie se amargaría demasiado al descubrir el decepcionante final. Pero para el resto, el título lo dice todo: son luces de advertencia de un filme que hay que esquivar, sencillamente porque derrapa sobre la recta final y deja a todo el mundo pagando… y ésa no creo que sea una sensación que a usted le guste.