Crítica: El Continente Perdido (Lost Continent) (1951)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1951: Cesar Romero (mayor Joe Nolan), Hillary Brooke (Marla Stevens), Chick Chandler (teniente Danny Wilson), John Hoyt (Michael Rostov), Acquanetta (nativa)

Director: Sam Newfield, Guión: Orville H. Hampton & Richard H. Landau, sobre una historia de Carroll Young

Trama: Década del 50. Científicos norteamericanos se encuentran experimentando con un cohete impulsado por un motor atómico. Las pruebas superan las expectativas pero el misil se sale de control y termina por estrellarse en algún lugar remoto del Pacífico. El mayor Joe Nolan recibe la misión de ubicar el aparato, siendo acompañado por los ingenieros y técnicos que diseñaron el cohete. Mientras sobrevuelan una de las posibles zonas de impacto, el avión en que viajan comienza a sufrir una fuerte interferencia magnética, la que paraliza los controles del avión y los obliga a efectuar un aterrizaje de emergencia. Así es como llegan a una isla que no figura en los mapas, la cual parece poblada por animales prehistóricos. Los científicos de la misión creen que la radiactividad existente en la isla tiene que ver con el fenómeno de preservación de las especies… pero así mismo provoca una inestabilidad sismica que puede hacer crisis en cualquier momento. Ahora Nolan y sus hombres deberán hallar el cohete y huir de la isla antes que la misma explote en mil pedazos.

El Continente Perdido (1951) Algunas series B de los 50 son más digeribles que otras, y ese es el caso de El Continente Perdido. Producción barata, efectos especiales patéticos, cast competente. La diferencia estriba en que, como la producción carecía de recursos para mostrar cosas medianamente interesantes en pantalla, todo el ritmo radica en los diálogos que dispara el libreto. Por suerte los mismos tienen su gracia y permiten que uno de olvide del resto de las atrocidades del filme.

Definitivamente los libretistas no tenía el Libro Gordo de Petete a mano, así que toda la historia está plagada de mala ciencia. Cohetes con motores atómicos (QC!), radiactividad alta que no es dañina (la explicación es que “el uranio no ha sido industrializado, por lo cual no es peligroso”) (QC – 2!), magnetismo tan alto que puede tirar abajo a un avión en pleno vuelo y crear una nube verde alrededor de una isla (QC – 3!), y toda una sarta de disparates siderales, dichos con cara de póker por parte de los protagonistas. Para tener una idea, nuestros héroes son atacados por brontosaurios, los cuales todo el mundo sabe que eran vegetarianos y pacíficos (¿cómo? ¿no vieron Jurassic Park?). Como puede verse, a los guionistas les importaba un pito hacer la más mínima labor de investigación previa para darle algo de veracidad científica a la trama.

A todo esto se suma un mecánico que hace las veces de anodino comic relief, el cual mete bocadillos idiotas siempre que puede. Por suerte sus intervenciones son pocas y no termina por arruinar demasiado las cosas. Toda esta gente habla y habla, escala rocas, vuelve a hablar y así todo el tiempo. Se caen en una isla, se topa con la única nativa de la zona, y al menos ésta les indica el lugar donde puede estar el cohete y desaparece, evitándonos absorber algún patético romance tropical.

En realidad todo El Continente Perdido (el que resulta ser una isla, bah) parece haber sido concebida como un collage de cosas que quedarían bien en un trailer. Pongamos un cohete, dinosaurios y volcanes que explotan. El cohete es stock footage de bombas voladoras V2 (el cual fue explotado hasta el paroxismo por el 99% de los filmes de ciencia ficción de la época), los dinosaurios parecen ser los sobrantes de alguna cajita feliz de la promo Jurassic Park (la animación stop motion es horrenda), y al menos los FX de los volcanes están coreografiados de manera decente. Y aún con todo esto, El Continente Perdido resulta entretenida. Siempre pasan cosas en la pantalla, Cesar Romero (el Guasón!!) es un héroe simpático y hasta John Hoyt (un tipo que hizo de villano toda su carrera, empezando con Cuando los Mundos Chocan) hace de buen tipo.

No sé si es recomendable, pero uno puede matar 90 minutos de su tiempo con esta película sin tomarle rencor. Quizás ese día estaba de humor para ver una antigualla así, o como sea, pero terminó por parecer un entretenimiento light y pasable.