Crítica: The Long Good Friday (1980)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorGB, 1980: Bob Hoskins (Harold), Helen Mirren (Victoria), Charles Cork (Eric), P.H. Moriarty (Razors)

Director: John Mackenzie, Guión: Barrie Keeffe

Trama: Harold Shand es un gangster londinense que va en ascenso. Su último proyecto es montar un gigantesco casino en Londres, asociado con la mafia norteamericana. Pero cuando los emisarios yanquis pisan suelo inglés, Shand comienza a ser estremecido por una serie de atentados que le tocan de cerca: su pub es bombardeado, su limusina personal es volada por los aires, su mejor amigo es acuchillado, y su casino recibe una bomba de regalo. Presionando a los policías y políticos comprados, Shand acosa a matones y soplones de manera sangrienta, intentando obtener alguna pista de lo que realmente ocurre. Pero las cosas se saldrán de control cuando Shand se entere que el IRA – el ejército revolucionario irlandés – está detras suyo clamando venganza. Y ello lo llevará hasta uno de sus subordinados, el cual ha tomado una misión para el IRA en su tiempo libre con tal de ganarse unos dineros extras; pero la misión salió mal, cabecillas del IRA cayeron y todos apunta a Shand como culpable de la desgracia. Ahora Shand deberá decidir entre negociar con el IRA, trabajar con ellos o montar una sangrienta contraofensiva, la cual serviría para demostrarle a los yanquis quién es el que manda en el bajo mundo londinense.

Hoskins y Mirren se devanan los sesos para descubrir al enemigo invisible que los está acribillando, en The Long Good Friday (1980) Hoskins y Mirren se devanan los sesos para descubrir al enemigo invisible que los está acribillando, en The Long Good Friday (1980)

The Long Good Friday Aún cuando The Long Good Friday sea considerado un clásico de la cinematografía británica, su producción fue mas que accidentada. Los productores lo vieron como un panfleto pro IRA, decidieron recortarla salvajemente y pasarla en TV, Bob Hoskins y el director John Mackenzie hicieron juicio para impedir esto y recuperar los derechos sobre el filme, y finalmente la productora del beatle George Harrison logró recomprar la pelicula por menos precio que el total de su presupuesto, asegurando su estreno en salas cinematográficas. Es una suerte ya que hubiera sido un sacrilegio que hubieran destazado una obra de semejante calidad.

Como suele pasar en las películas de mafiosos, Bob Hoskins es un gangster inglés que quiere legitimarse. Para ello busca materializar su sueño dorado – un gigantesco casino, montado en sociedad con la mafia norteamericana, el cual daría lugar a un enorme negocio inmobiliario -, armando un espectacular show para impresionar a sus inversionistas durante el viernes santo. El problema es que, de la nada, empiezan a aparecer cadáveres y a explotar bombas en todos lados. Y el denominador común es Hoskins, ya sea que los fiambres son miembros de su pandilla o que los lugares bombardeados sean sus pubs y casinos. Hoskins se pone de la nuca y empieza una razzia con propios y ajenos, amén de estrujar sin descanso a politicos y policias corruptos que están en su poder con tal de averiguar la mas minima pista de quien es el responsable de todo esto, surgido justo en su momento de gloria.

El centro de atención es Bob Hoskins en su primer protagónico. El tipo se saca como ninguno y es capaz de pasar de la diplomacia a la brutalidad en cuestión de segundos. Es particularmente impresionante una escena en donde se encabrona con un flaco durante unos tragos y termina destrozándole el cogote con la misma botella de whisky que le habia convidado minutos antes. Acto seguido el tipo sale disparado por la calle – empapado en la sangre del quía que acaba de masacrar -, dispuesto a llevarse puesto a otro tipo que está en la otra parte de la ciudad y que parece ser el responsable de todo lo que ocurre. Ni Helen Mirren – colgada de sus piernas, a los cachetazos y trompadas limpias – ni dos de su matones logran frenarlo o hacerle entrar en razón. Hoskins está tan sobreexcitado que sólo un abrazo y un par de palabras dulces de Mirren logran bajarlo a tierra.

The Long Good Friday es la crónica de la caída de un imperio debido a la ambición y el ego; también es la historia de un hombre luchando contra un enemigo invisible, masivo e imparable contra el cual carece de medios para detenerlo. Un par de matones de poca monta se hacen los vivos con un encargo relacionado con el IRA y los irlandeses quedan recalientes. Cuando la neblina desaparece y Hoskins se da cuenta de lo que realmente pasa, en vez de ir a negociar planea llevarse puesto al IRA, en un arrebato de locura y soberbia. Como le dice uno: “si el ejército no pudo acabarlos en diez años, ¿pensás que un gangster de segunda de Londres – como vos – va a poder exterminarlos?”.

The Long Good Friday es un gran filme. Es violento, tenso, sangriento y angustiante, especialmente porque Hoskins es un hombre desesperado que agota recursos y no encuentra respuestas. Es la mafia encontrando la horma de su zapato, sólo que lo hace de la manera mas violenta e imponente posible.