Crítica: Lemony Snicket’s Una Serie de Eventos Desafortunados (2017)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 2017: Neil Patrick Harris (conde Olaf), Patrick Warburton (Lemony Snicket), Malina Weissman (Violet Baudelaire), Louis Hynes (Klaus Baudelaire), K. Todd Freeman (Mr. Poe), Presley Smith (Sunny Baudelaire)

Director: Barry Sonnenfeld, Guión: Daniel Handler

Trama: Un incendio ha derrumbado la casa de los chicos Baudelaire – y en él han perecido sus padres -. Puestos en custodia con su pariente mas cercano, pronto descubren que éste – el conde Olaf – planea matarlos para heredar su fortuna. Pero los chicos Baudelaire son extremadamente ingeniosos y logran probar las horrendas intenciones de Olaf a las autoridades. Custodiados ahora por Mister Poe – de la corporación Fraudusuaria, guardiana de la fortuna de los Baudelaire -, éste se encarga de buscar un nuevo tutor a los huérfanos; pero cada nuevo encargado termina siendo asesinado o engañado por Olaf, quien utiliza sus innumerables disfraces para manipularlos. Ahora los Baudelaire han decidido escaparse y seguir una pista que los lleva hasta un aserradero oculto en en el valle, lugar en donde hallarán indicios de la existencia de una organización secreta dedicada a combatir el mal – y a la cual parecían pertenecer sus padres -. Lo que no saben los chicos es que sus padres están vivos y regresando del exilio, contactándose con todos sus aliados para reencontrarse con sus hijos… siempre y cuando el conde Olaf no los descubra y se interponga en su camino.

Critica: Lemony Snicket's Una Serie de Eventos Desafortunados

    Lemony Snicket's Una Serie de Eventos Desafortunados (2017) Cuando en Hollywood se desató la locura de adaptar bestsellers infantiles y de fantasía – en un intento de prenderse a otra franquicia millonaria al estilo de Harry Potter -, Lemony Snicket: Una Serie de Eventos Desafortunados fue una de las mas originales. Rompía el molde y era deliciosamente cinica aunque, claro, la versión para la pantalla grande no era todo lo redonda que podía esperarse. La gran gracia del filme era sin lugar a dudas Jim Carrey, el que se relamía con su rol del malvado conde Olaf – el villano sobreactor que quería poner sus manos sobre los huerfanitos Baudelaire para matarlos y apoderarse de su fortuna -. Oh, sí, era muy oscura pero con un tono de comedia negra que, cuando funcionaba, era de aplaudir.

Ahora el mismo Lemony Snicket – en la vida real, Daniel Handler – produce esta serie para Netflix, y une sus talentos con los de Barry Sonnenfeld. Honestamente Sonnenfeld no es un director de mi agrado – saquen Get Shorty y la primera Hombres de Negro y verán que lo suyo es una tendencia viciosa al disparate la cual termina por aniquilar la mayoría de sus esfuerzos, como la repudiada Las Aventuras de Jim West (1999) o la espantosa RV (que terminó de pulverizar la carrera de Robin Williams) -, pero debo admitir que el tipo funciona mejor en la TV que en la pantalla grande: ya sea la oscurísima versión moderna de La Isla de la Fantasía (1998), la primera versión live de The Tick (2001) o Pushing Daisies (2007). Como Sonnenfeld era el productor de la película del 2004, regresa acá y se pone incluso en la silla del director en la mayoría de los capítulos. A ellos se suma Neil Patrick Harris – comediante talentoso si los hay – que aporta su capital e ideas. El resultado final es dispar: como historia es mucho mas satisfactoria, completa y entendible, pero tiene cierta tendencia a estirar las cosas demasiado. Por otra parte, la sombra de Jim Carrey termina oscureciendo la presencia de Harris. Aún con todo su carisma, a Harris le falta maldad y locura – es un torpe que quiere hacer maldades pero no le salen -, algo que Carrey rebosaba por todos sus poros.

Gran parte del problema con la miniserie es que sufre de lo que yo llamo el “síndrome Dune: cuando David Lynch generó su bizarra versión de la novela de Frank Herbert en 1984, pocos la apreciaron pero sin lugar a dudas generó una impresión fuerte y duradera. Cuando llegó la miniserie en el 2000mas didáctica, mejor narrada -, la sombra del filme de Lynch terminó por oscurecerla ya que la comparación era inevitable (parecía que todo el departamento artístico había calcado diseño por diseño todo lo expuesto en la cinta de 1984). A Lemony Snicket: Una serie de Eventos Desafortunados 2017 le ocurre lo mismo: el maquillaje de Harris y la narrativa de los tres primeros capítulos – que, condensados, formaban la base del filme de 2004 – la hacen ver como una versión barata y amateur de la misma historia. Alfre Woodward se ve como un pálido reemplazo de la miedosa tía que componía Meryl Streep, y K. Tood Freeman es mas idiota que el Mister Poe de Timothy Spall. Incluso Malina Weissman es físicamente un escalofriante deja vu de Emily Browning en el filme del 2004. Al no diferenciar mejor las aguas, la miniserie pierde inicialmente en la comparación. Lo que mejora, en cambio, es su menor oscuridad: de entrada sabemos que los padres de los chicos Baudelaire (Cobie Smulders!; Will Arnett!!) no están muertos, que forman parte de una organización secreta dedicada a combatir el mal, y que están haciendo denodados esfuerzos por regresar a la civilización luego de una fuga abrupta a Perú.

Hay otros confites deliciosos escondidos en esta nueva versión: la diversidad racial de los supuestos parientes de los huérfanos Baudelaire; Don Johnson (!), el cual participa en el último capítulo – y el cual es el primero que se despega del formato del filme, de la eterna rutina de “vamos a dejarlos con un pariente irresponsable hasta que venga el conde Olaf y lo destruya” -, y ese dios de la comedia que es Patrick Warburton. El tipo hace de Lemony Snicket – el narrador secreto de la historia -, pero es mucho mas activo que la versión de Jude Law que languidecía en las sombras. Warburton es quien pone la impronta del humor de la serie – como las ridículas acepciones de las palabras cultas que utilizan para describir la situación que viven en este momento los huérfanos -, y entra y sale del relato como un espectro burlón que vive advirtiendo al espectador de lo tenebroso de la historia. Por otra parte su Lemony Snicket está mas integrado con la trama: varias veces se lo menciona como un agente brillante que ha desaparecido en una de sus tantas batallas contra la organización maligna a la que pertenece el conde Olaf.

Es posible que Lemony Snicket: Una serie de Eventos Desafortunados 2017 precise mas tiempo de maduración para encontrar su punto justo – hay pistas de ello en el capítulo 4, la aventura en el aserradero, en donde traza un rumbo distinto y original -. Harris pone su esfuerzo, Warburton roba escenas como siempre, y los personajes absurdos tienen sus momentos pero, aún cuando la historia sea un delirio, se precisa cierto redondeo para que cada capitulo sea mas satisfactorio. Detalles a ajustar en una saga que, aún cuando es imperfecta, sigue siendo tan atractiva como recomendable.

LEMONY SNICKET

Una Serie de Eventos Desafortunados (2004) – Una Serie de Eventos Desafortunados: la serie (2017) –