Crítica: Un Ciudadano Ejemplar (Law Abiding Citizen) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: Jamie Foxx (Nick Rice), Gerard Butler (Clyde Shelton), Bruce McGill (Jonas Cantrell), Colm Meaney (Detective Dunnigan), Leslie Bibb (Sarah Lowell), Regina Hall (Kelly Rice), Gregory Itzin (Warden Iger), Christian Stolte (Clarence Darby)

Director: F. Gary Gray, Guión: Kurt Wimmer

Trama: Al ingeniero Clyde Shelton le han asesinado su mujer y su pequeña hija. Pero el sistema de justicia ha decidido condenar a muerte a uno de los agresores a cambio de la confesión del restante victimario, al cual le dan una pena reducida. Ahora han pasado 10 años desde el incidente y ha aparecido muerto el restante asesino de los homicidios Shelton. Todas las pruebas apuntan a que el ingeniero es el culpable. Pero una vez apresado, Shelton devela que ha lanzado una implacable venganza contra todo el sistema federal de justicia, al cual lo considera tan culpable como los homicidas. Y aún estando dentro de la cárcel, la furia de la represalia de Shelton resultará imparable.

Un Ciudadano Ejemplar Un Ciudadano Ejemplar es una película desarrollada por la dispar dupla del director F. Gary Gray – Un Hombre Diferente, El Negociador – y el bizarro libretista Kurt Wimmer – Equilibrium, Ultravioleta -. Mientras que la obra de Gray está ok, a todos los filmes escritos o dirigidos por Wimmer les faltan dos o tres horneadas, y parecen calcados de otras películas más originales e inteligentes. En Law Abiding Citizen, el guionista parece haber metido en una licuadora a El Vengador Anónimo con Saw, El Juego del Miedo. El resultado final es entretenido pero moralmente bizarro y muy traído de los pelos.

Si uno reeditara la historia de Saw y pusiera en orden cronológico los acontecimientos que convirtieron a John Kramer en un brillante asesino serial, no diferiría mucho de lo que ocurre en Un Ciudadano Ejemplar – otra injusticia; un genio creador de trampas mortales; la necesidad de cometer asesinatos moralizantes -. El problema es que, en Saw, el rol del villano figuraba desde el vamos y era muy carismático. Pero aquí, al poner a Gerard Butler en el papel principal, resulta imposible tomarlo como un malo recalcitrante. De hecho, los primeros 20 minutos del filme siguen toda la onda de El Vengador Anónimo, con un tipo masticando rabia y gestando lentamente su revancha. Hasta allí, todo justificado. Pero después Butler se transforma en un asesino serial al estilo Jigsaw, con la diferencia de que opera mientras ya está en la carcel. Y la audiencia queda en off side, en una situación incomoda en donde no sabe si apoyar o cuestionar al conflictuado personaje central.

En el fondo, no es más que la historia de la evolución de un terrorista – genial, pero loco como una cabra -. Lo que empieza relativamente interesante se deshilacha a medida que avanza la historia, ya que el guionista Wimmer empieza a sacar recursos de la galera – el sencillo ingeniero resulta ser un genial operativo de la CIA; posee más recursos monetarios que Bruno Díaz; tiene un esquema imposible de venganza masiva que se cumple a la perfección -, hasta que uno termina por abrazar u odiar la trama. Cuando se empiezan a develar los secretos del complot, toda la frágil credibilidad de la historia colapsa bajo el peso de sus propias pretensiones.

Quizás el mayor problema de la historia sea la elección de Gerard Butler como protagonista – aquí figura como uno de los productores -. Butler le pone ganas a su personaje, pero se precisaba otro actor más flexible – un tipo que comenzara con simpatía y terminara por transformarse en un alma oscura y desquiciada -. Butler demuestra inteligencia y es implacable, pero carece de lado oscuro. Además, a medida que avanza la historia comienza a cometer actos cada vez más cuestionables sin que se le mueva un pelo, con lo cual se convierte en un amoral. Sin dudas provoca alguna que otra sorpresa, pero el actor nunca termina de cruzar ese umbral hacia la monstruosidad, que era lo que precisaba el filme. Lo otro que también necesitaba la película era un libreto menos rebuscado y fantasioso.

Un Ciudadano Ejemplar está ok, tiene alguna que otra sorpresa, pero hacia el final uno termina por agarrarse la cabeza viendo las paparruchadas que el libreto inventa para explicar las acciones de Gerard Butler. En el fondo la intención es poner al espectador en una situación incomoda, ya que termina por aplaudir de que Butler extermine a policías, jueces y abogados; pero si había algún tipo de mensaje, terminó perdiéndose por el camino.