Crítica: The Last of Us (2023)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

4 atómicos: muy buenaUSA, 2023: Pedro Pascal (Joel Miller), Bella Ramsey (Ellie Williams), Anna Torv (Tess Servopoulos), Melanie Lynskey (Kathleen Coghlan), Gabriel Luna (Tommy Miller), Nick Offerman (Bill), Murray Bartlett (Frank), Scott Shepherd (David), Storm Reid (Riley Abel), Merle Dandridge (Marlene)

Creada por Neil Druckmann & Craig Mazin, basados en el videojuego homónimo de Naughty Dog

Recomendación del Editor

Trama:  En el 2003 una versión mutante del hongo Cordycepsescondido en los alimentos a base de harinas – ha generado una epidemia mundial, y todos los que han consumido alimentos contaminados se han convertido en infectados agresivos sedientos de sangre. El caos se desata y, en el intento de escapar del lugar donde estaban, Joel y su hija Sarah son atacados a balazos por un soldado, el cual hiere de muerte a la niña. Ahora han pasado veinte años y la humanidad es una pálida sombra de lo que era – los mutantes dominan la Tierra y los supervivientes están agrupados en facciones aisladas y radicalizadas, muchas de las cuales han caído en el canibalismo y la violencia desmedida con tal de asegurar su subsistencia -. Joel ha estado trabajando como contrabandista en la zona de aislamiento de Boston y recibe el encargo de llevar a Ellie, una joven adolescente, hasta una zona en Utah comandada por las Luciérnagasun grupo independiente que descree de las zonas de cuarentena administradas por los restos del gobierno federal -. A cambio de un pago generoso al llegar, Joel, su compañera Tess y Ellie parten hacia su destino, el cual se encuentra a más de 3.500 kilómetros de distancia. Con un viaje plagado de peligros y ataques de todo tipo, Tess y Joel se verán obligados a defender a Ellie a toda costa ya que ella ha sobrevivido a la mordedura de un mutante sin convertirse en una infectada, lo que implica que en su sangre puede estar la cura para permanecer inmune al Cordyceps. Pero la travesía es brutal, las muertes son inevitables y los supervivientes pronto comprenderán que la principal amenaza que deberán enfrentar no proviene de los infectados sino de los humanos mismos, los cuales carecen de escrúpulos para asesinar a cualquiera que pase por su zona de influencia.

Crítica: The Last of Us (2023)

The Last of Us (El Último de Nosotros) es un juego que data del 2013 y que en su momento hizo un montón de ruido. Considerado como uno de los mejores videogames de la historia, arrasó en ventas, recibió todo tipo de premios y se erigió en una obra monumental que muy pronto todo tipo de fabricantes de software quiso imitar pero cuyo nivel de excelencia jamás lograron alcanzar.

Pero considerar a The Last of Us como un mero videojuego sería despreciar la calidad de la obra. Sí, hay que pasar niveles y combatir enemigos – y sí: la mecánica del juego es excelente – pero lo que distingue a The Last of Us del resto de la manada es la historia y la calidad de la producción. Vos te das cuenta que es un animal de otra especie cuando las secuencias animadas de la historia te fascinan, te movilizan y hasta te hacen llorar. Con grandes performances, excelentes diálogos, una historia poderosa y la música de Gustavo Santaolalla, el nivel de producción equivale al de un filme de Hollywood. Y no un filme pasatista sino un excelente filme con grandes momentos dramáticos. Hay otros juegos que rozan la excelencia del videogame / película interactiva de Naughty Dogse me ocurren Far Cry 3, Red Dead Redemption 2, Batman: Arkham City; títulos de LucasArts (en especial sus juegos de aventuras como Grim Fandango), etc; obras con una narrativa tan formidable que van mas allá de las pretensiones de su formato y que bien podrían convertirse en poderosas películas haciéndole un par de ajustes al libreto original – pero creo que ninguno lo alcanza en estatura dramática y excelencia de la puesta en escena. Era obvio que se imponía la necesidad de una adaptación, la cual se demoró 10 años en ver la luz.

Esta miniserie de HBO cumple a la perfección el propósito de recrear el espíritu del juego. Si, hay una especie de zombies – gente infectada con un hongo mutante que venía contenido en la harina, con lo cual un día de consumo masivo de alimentos en Norteamérica terminó con un brote instantáneo que diezmó a la población de un momento a otro -, pero no es lo más importante. Los bichos están y asustan, pero los verdaderos monstruos son otros: los supervivientes, que se han chiflado de una manera u otra, o han adoptado posturas brutalmente radicales para sobrevivir.

Por supuesto – el conocedor del género desde ya puede anticiparlo – el abuelo de la idea es John Wyndham con El Día de los Trífidos. El paso de un cometa por la Tierra ha dejado ciega a la mayoría de la población… y la existencia de una especie de planta mutante – producida masivamente en laboratorio aparentemente para extraer provecho de sus semillas – se ha salido de control. Las plantas son capaces de moverse y atacar y han comenzado a diezmar a la humanidad. Lo que sigue es la odisea del protagonista por los restos de la Gran Bretaña otrora civilizada, dividida ahora entre ciegos y videntes y organizada en asentamientos con diferentes tipos de gobierno – anárquicos, dictatoriales, militaristas, extremistas religiosos, etc -. El Día de los Trífidos tuvo varias adaptaciones – la mejor, una miniserie de la BBC de 1981 que hemos comentado aquí – y otras versiones extraoficiales como Exterminio / 28 Días Después que toma el escenario de Wyndham y troca plantas mutantes por zombies. Pero el seteo post apocalíptico y la idea de la humanidad abandonada a su suerte – y liberada de las limitaciones legales, morales y religiosas que impone la civilización, dejando brotar de su interior a lo peor del ser humano – vienen de la obra de Wyndham.

Mientras que el escenario no es exactamente original, lo que es brillante es la óptica dramática adoptada para narrar las desventuras de la pareja central – un niña que ha sido mordida por un infectado y no ha mutado, con lo cual su sangre puede portar un antídoto para la epidemia y la salvación de toda la humanidad; un duro mercenario que hace las veces de ángel guardián y debe transportarla a uno de los asentamientos más civilizados (situado en la otra punta del mapa) para que le hagan estudios y fabriquen la cura -. Es una road movie que cuenta historias de supervivencia. Y no todas ellas hablan de locura o violencia sino simplemente de soledad y desesperación como el excelente capítulo 3, donde Ellie y Joel se topan con Bill y Frank, un par de preparacionistas (esos chiflados que construyen bunkers bajo tierra y se dedican a acumular armas y víveres en caso de ataque nuclear o fin del mundo; este tipo de gente existe desde el inicio de la Guerra Fría en la zona rural de Norteamérica – la llamada América Profunda, plena de granjeros ultranacionalistas y defensores de los postulados de la Asociación Nacional del Rifle -; recuerdos de Far Cry 5 vienen a mi memoria…) que viven juntos y le dan una mano para seguir su camino (no es una descripción lineal del capítulo, créanme pero no quiero spoilear la serie). Ese capítulo – posiblemente el más brillante de la tira – está desarrollado con sensibilidad, buen gusto y alta emotividad, olvidándose de las limitaciones horarias (nada de 50 minutos prefijados por capítulo sino gastando todo el tiempo que precise la historia para ser narrada como corresponde) y tocando con profundidad temas de alto dramatismo.

Todo esto viene a cuento de las críticas que le han hecho a la serie (de parte de los sectores más conservadores) por un puñado de historias gay que involucran la narrativa central. ¿Por qué la saña?. No todo lo gay es wokeun mensaje panfletario sobre tolerancia y convivencia -. Acá el escenario es muy distinto, y me hace recordar mi reseña de El Juego de las Lágrimas. ¿Uno puede decidir de quién se enamora?. Si en El Juego de las Lágrimas hablábamos de amor incondicional – dos almas gemelas se encuentran y se aman profundamente sin importar el sexo; y si para uno de ellos la cuestión de la homosexualidad es un paso imposible para dar, la relación prosigue siquiera de manera platónica -, lo mismo se aplica con creces en un escenario en donde el mundo como conocíamos ha desaparecido. Ya no se trata solo de amor sino de contacto humano, de afecto. Bill y Frank no son un par de amigos: son pareja… y lo son por lo brutal del escenario en que viven. Si has pasado años solo, resulta imposible rechazar una caricia de quien sea, especialmente si son dos adultos y están de acuerdo. Es cierto que la historia subraya que Bill tiene un costado sensible – la existencia de las partituras de las canciones de Linda Ronstadt en el taburete del piano de su casa – pero creo que cualquiera – ante la perspectiva de una vida larga, sin futuro y en total soledad – se pasaría de bando si encontrara a alguien tan especial como Frank. Sobrevivir solo por sobrevivir no sirve porque esos casos terminan con una bala en el cráneo; en cambio el amor es lo único que nos permite seguir adelante en un mundo que carece de opciones. La existencia del otro nos hace brillar, nos llena de alegría, nos hace sentir vivos. Es una historia tan emotiva como triste, hecha con un gran tacto. Algo similar ocurre en la remembranza de Ellie de cuando se topó con su amiga Riley: pasan momentos formidables y terminan besándose. No existe Tinder en el fin del mundo; y si encuentras a alguien que te parece especial – y el sentimiento es mutuo -, entonces no hay límites de ningún tipo. Es cierto que Ellie se reconoce que no es muy femenina que digamos – Bella Ramsey se reconoce No Binaria, así que es ideal para el rol – y puede que no sea el mismo caso de Bill y Frank pero el amor es el amor y no hay por qué ponerle etiquetas a todo.

Y mientras el aspecto emotivo está dado por esos encuentros (y, muchas veces, por sus tristes desenlaces), por el otro lado está la brutalidad: el fanatismo religioso / militarista y, por qué no, el inevitable canibalismo. Para sobrevivir no hay reglas, especialmente cuando la comida escasea y uno debe mantener alimentada a la tribu. Ello nos lleva al capítulo 8, donde Ellie se topa con David, un predicador que carece de límites para mantener en orden a su rebaño y apela a todo tipo de recursos para mantenerse vivo. David no es un predicador de carrera, es un hombre que se ha convertido a la religión para que la Fe le permita tener esperanza. Por supuesto al guiarse solo por la religión da paso a extremismos – es violento si siente que es desairado por sus protegidos, y ataca a aquellos que no pertenecen a su grupo para evitar el pillaje o la posible masacre de los suyos -. Mientras que todo ello es racionalmente lógico (aunque esté reñido con la moral) la historia precisa subrayar que es un villano al dotarlo de un gusto desenfrenado por las menores de edad. Esto da lugar a la batalla campal del final del capítulo pero… si David no fuera un pedófilo, ¿acaso su accionar no estaría justificado por un desesperado deseo de protección y supervivencia?.

Quizás en los últimos capítulos de la serie se noten pequeñas falencias que disminuyen su valor dramático. La batalla contra David es demasiado expeditiva. El capítulo 9 contiene una serie de decisiones brutales – porque Ellie y Joel tampoco son perfectos y, como todo el mundo en este escenario, están guiados por impulsos profundamente egoístas que les permiten sobrevivir – que tienen menos impacto de lo que uno esperaba. (alerta spoilers) Joel comprende que no puede quedarse solo y que Ellie es toda la “familia” que le queda (¿cómo va a perder a otra hija?); cuando la opción de crear la cura involucra el sacrificio de Ellie, Joel entra en modo Terminator a liquidar a todos sus antiguos aliados con tal de rescatar a la muchacha. ¿Era una decisión válida, el de poner el bienestar individual por encima del interés de todos?. ¿O quizás se trate de una cuestión de determinismo – el destino ya lanzó los dados sobre el futuro de la humanidad; ¿por qué él y la muchacha son los únicos que están obligados a pagar el precio para salvarla? -. Como sea el último duelo debería ser amargo y brutal pero no tiene el shock esperado. ¿Necesitaba más desarrollo el capítulo? (fin spoilers).

The Last of Us es una miniserie imprescindible pero, por otro lado, es una tira muy difícil de ver. Todos sus capítulos están empapados en tristeza y amargura. Las performances son excelentes – Pedro Pascal nunca estuvo mejor, Bella Ramsey se puede actuar todo y los dos poseen una química brutal -, las historias están bien desarrolladas, están los cameos pertinentes (de los actores originales del juego) y el componente dramático sobresale. Pero esto no es una de terror con tipos combatiendo zombies y triunfando al final. Acá no hay esperanza. Acá los zombies son lo de menos. Acá el problema es la humanidad, que ha perdido su cualidad de civilizada, ha descendido a los infiernos y lo que ha brotado después no la hace merecedora de salvación ni redención posible.