Crítica: El Ultimo Guerrero Espacial (The Last Starfighter) (1984)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1984: Lance Guest (Alex Rogan / Beta), Dan O’Herlihy (Grig), Robert Preston (Centauri), Catherine Mary Stewart (Maggie Gordon), Chris Herbert (Louis Rogan), Barbara Bosson (Jane Rogan), Norman Snow (Xur)

Director: Nick Castle, Guión: Nick Castle & Jonathan Betuel, Musica – Craig Safan

Trama: Alex Rogan es un adolescente que vive en un campamento de casas rodantes, y cuya mayor afición es jugar todas las noches a un video llamado El Ultimo Guerrero Espacial. El tema es que el videogame resulta ser una máquina que han plantado por toda la galaxia los alienígenas del planeta Rylos para reclutar pilotos expertos para su guerra contra la raza Xur. Alex recibe un día la visita del misterioso Centauri, creador del juego, que le propone dar una vuelta; pero engañado por éste, Alex es llevado hasta Rylos y entrenado en el comando de la más poderosa de las naves espaciales. Mientras en la Tierra queda un doble robot de Alex, éste descubrirá que las defensas de la Liga Intergaláctica han sido desvastadas por Xur, y que él y su copiloto Grig son los únicos que pueden evitar que los Xur invadan a toda la Galaxia.

El Ultimo Guerrero Espacial Este es un pequeño y modesto filme que es mucho más efectivo de lo que aparenta. Obviamente en los 80 estaba toda la furia de La Guerra de las Galaxias, y las fábricas de Hollywood disparaban clones sin cesar de la obra de George Lucas. Pero también estaban de moda las películas juveniles, las comedias de John Hughes y todo un circo adolescente que daba buenos réditos en la taquilla. Lo que hizo el director Nick Castle fue mezclar un poco de ambos géneros, sacudirlos en la coctelera y servirlos en un film que no se toma muy en serio a sí mismo.

Posiblemente no sea una película original, pero funciona. Hay todo un tono de autoparodia light que ilumina al film, empezando por la aparición de Centauri, encarnado por el desaparecido Robert Preston que acá sobreactúa a niveles siderales pero sin desentonar. Y esto pasa porque la atmósfera de la película es amable, con toques de comedia y de parodia al género que van muy bien. Todo el tema podría haber quedado en un solo chiste – cuando descubrimos que el videogame es un modo de reclutar pilotos espaciales, pudo haber terminado con la sorpresa -, pero la película se las arregla para seguir manteniendo el interés. Y mientras Alex va a defender la galaxia, su clon robot queda en la Tierra para mantener las apariencias, con las obvias dificultades de adaptación que esto acarrea. Algunas escenas como cuando Beta está arreglando su oído biónico (después de quitarse la cabeza) y le advierte a su hermano de que se trata de una pesadilla; o bien cuando Beta y la novia de Alex están flirteando en el campamento resultan muy graciosas.

Es obvio el reciclado de ideas de Star Wars, con imperio malvado acosando a una minoría buena, y un elegido que viene a salvar las papas del fuego. Grig es una especie de Chewbacca, aunque más gracioso y ameno. Los villanos son cartón pintado, y muchos de los personajes no pasan de ser clisés, aunque por suerte el tono light impide que resulten detestables.

Pero lo más memorable de The Last Starfighter son los efectos especiales. Tron de 1982 fue el primer film en incorporar CGIs (o gráficos animados por computadora) aunque en breves secuencias. Aquí todas las escenas espaciales son primitivos CGIs que, a pesar del paso de los años, lucen bastante bien. Si bien es cierto que hoy en día cualquier videogame tiene efectos especiales superiores a todo este filme, aquí hay un grado de detalle formidable en las naves y FX en general, algo que resulta sorprendente para la época. Los aspectos más toscos son sin dudas los asteroides y los planetas, que carecen totalmente de definición – son manchones borrosos -. Pero la nave que comanda Alex es extremadamente bella y se vé funcional. Incluso los combates espaciales están filmados con bastante nervio y despliegue.

Es una lástima que The Last Starfighter no haya tenido el éxito esperado – el final del film deja abierta la puerta a posibles secuelas -, porque es una película amable y disfrutable. Los FX son cápsulas del tiempo de aquel entonces, pero la película en sí tiene cierto carisma que se deja ver una y otra vez. Es un filme que merecería una remake.